“Si dinamitás la mitad de las industrias lecheras en Argentina nadie se entera” con esa frase un actor importante del sector reflejaba la realidad de la situación actual de la lechería nacional. Falta leche, pero no hay capacidad para conseguirla.
La devaluación del dólar destruyó el sistema de producción primario, la falta de mercado, y la imposibilidad de trasladar a góndola el aumento de los costos está haciendo temblar a la industria, y los comercios no paran de perder. Con este panorama esperar un año tranquilo es casi utópico.
Según las estimaciones privadas el aumento de costos del sector industrial lácteo llegó a un 75% el año pasado, y en góndola los precios, salvo para el yogurt (73%), no llegaron a registrar un incremento mayor al 50%. Ver gráfico:
En este contexto, la suba del precio al productor registró en litros un incremento de un 62,5% en todo 2018, y en sólidos útiles el incremento fue de un 61,8%. Pensar en que se pueda sostener un incremento de más de un 5% mensual para este año es un imposible.
Si bien hace falta leche, y mucha, también haría falta mercado para esa leche, y hoy no se avizora un incremento en la demanda interna, mientras que los precios y productos colocados en el extranjero están lejos de traccionar fuerte la demanda.
Los contratos a futuro de leche marcaron un máximo para 10 pesos en abril, pero fueron ofrecidos el 18 de diciembre, desde ahí para acá, se movió poco y nada.