Los negocios de exportación de productos argentinos a Venezuela en tiempos de romance entre el kirchnerismo y el chavismo siempre estuvieron cortados con la misma tijera: comenzaban pareciendo para muchos y terminaban en pocas manos. En las manos de los empresarios amigos del poder.

Sucedió con la maquinaria agrícola, donde el INTA comenzó llevando una multitud de fabricantes a Caracas y luego los negocios se repartieron entre unas pocas empresas que se afincaron allá. Sucedió con la venta de arroz cáscara, que se inició gracias a gestiones de la federación de productores de arroz de Entre Ríos pero terminaron en manos de una empresa desconocida llamada Bioart, que pertenecía a un grupo de jóvenes empresarios santafesinos (los hermanos Vignati) ligados a Julio De Vido.

Entre los negocios que algunos empresarios del agro local hicieron en Venezuela, uno de los más desconocidos e intrigantes ha sido sin duda el de la exportaciones de vacas lecheras de la raza Holando Argentina. También en este caso la cosa pintaba al principio como muy ventajosa para el sector lechero argentino. Pero quien terminó haciendo la mayor parte de los envíos fue finalmente quien se convirtió en el principal ladero empresario del ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno. Hablamos de Ider Peretti, el ruralista K que fue también presidente de la CGE (Confederación General Económica) y condujo otras entidades creadas por Moreno.

Suele decirse que el acercamiento de Peretti al kirchnerismo se produjo a partir de este negocio de exportación de vaquillonas a Venezuela. En realidad, estas conversaciones con Caracas no lo tuvieron al principio como protagonista. La primera venta de vacas lecheras se produjo en febrero de 2005 y fue presenciada nada menos que por el mismísimo Hugo Chávez. Un año antes, en 2004, el presidente venezolano había sellado los primeros acuerdos comerciales con su par argentino, Néstor Kirchner.

El embarque de los primeros animales se realizó, en medio de un gran despliegue de funcionarios, en el puerto bonaerense de Dock Sud. La carga fue de 878 vaquillonas preñadas que se habían vendido a una cooperativa lechera bolivariana en un monto cercano a 1 millón de dólares. Según las versiones de aquella época, el promedio de la operación fue de 900 dólares por animal. Chávez, que ocupó un lugar preferencial a un lado de la manga por la que los animales ingresaban en las bodegas del buque Zebu Express, prometió en ese acto que muy pronto se iban a importar 2.000 animales adicionales.

Como se dijo, Peretti no tuvo nada que ver con aquel primer envío. Las vaquillonas fueron vendidas por el Centro de Inseminación Artificial La Elisa (Ciale), una empresa líder en el negocio de la genética bovina. Los animales provenían de Trenque Lauquen, Arrecifes y Capitán Sarmiento.

La exportación de animales en pie de razas lecheras era toda una novedad: no había registros de ellas en 50 años. Por eso, el hecho fue muy ponderado por los empresarios del sector ganadero. “Para la Argentina es muy importante, porque la capacidad de exportar genética de este tipo no tiene techo”, explicó al diario La Nación el presidente del Ciale, Ricardo Smith Estrada.

Pocos meses después, en noviembre de 2005, Venezuela hizo otro pedido: esta vez quería 1.500 animales, en una operación que representaría para el país negocios por 1,5 millones de dólares. La petición fue hecha por el ministro de Agricultura venezolano, Antonio Albarrán, al entonces subsecretario de Agricultura, Javier de Urquiza, y al presidente del Senasa, Jorge Amaya. Junto a Carlos Cheppi, titular del INTA y luego embajador en Venezuela, eran el tridente agropecuario que había hecho campaña para Néstor en la elección de 2003.

En agosto de 2006, la Argentina cumplía seis meses de su último foco de aftosa registrado en Corrientes, y en el Ciale se aprestaban a concretar esa segunda exportación a Venezuela. Jorge Cabezas, gerente de la empresa, señaló entonces a la prensa que se proyectaba el embarque de un segundo lote de 1.500 vaquillonas Holando, y que los animales serían provistos por unos 80 criadores de las diferentes cuencas lecheras.

En aquellas declaraciones, Cabezas indicó que el valor de cada vaquillona sería de entre 700 y 800 dólares. “No son animales de primer nivel sino vaquillonas buenas de rodeos generales, ya que buscan ejemplares de esas características por una cuestión de costos”, explicó. A la par de este negocio, Ciale comenzaba a explorar una segunda vía de negocios, que era la exportación de animales de la raza carnicera Brangus. Los contactos fueron confirmados entonces por la Asociación Argentina de Brangus.

Pero esas vetas de nuevos negocios para los ganaderos argentinos de buenas y primeras se abortó. Y a partir de allí los envíos a Venezuela fueron realizados con exclusividad por el entonces titular de la Sociedad Rural de Morteros. Para concretar estos envíos, Peretti trabajó a la par de su esposa, la abogada Daniela Borgogno, quien manejaba una firma dedicada a los remates de hacienda en esa cuenca lechera cordobesa.

Según surge de los archivos periodísticos, un segundo embarque se concretó en noviembre de 2006 y fue finalmente de 1.700 vaquillonas provenientes de la cuenca lechera de Morteros. Según Peretti, los animales se adaptaron tan bien a las condiciones climáticas y productivas de Venezuela, que “los amigos venezolanos nos visitaron nuevamente, llevándose 1.600 vaquillonas de primer nivel genético, de gran tamño y calidad en su mayoría preñadas”.

El tercer envío, por esas 1.600 vacas lecheras, se concretó en julio de 2007 y allí Peretti se mostraba exhultante, y hasta contaba a la prensa todos los detalles del negocio. Los animales fueron trasladadas en 26 camiones doble piso y 11 camiones simples desde Córdoba, bajo un riguroso operativo de seguridad. Ya en Buenos Aires fueron cargados sobre el buque Friesian Express, de bandera filipina, que partió rumbo al golfo de Maracaibo.

“La operación concretada por Sociedad Rural de Morteros, a través de las firmas consignatarias Daniela Borgogno y Cía SA y Ferias Grimaldi Santa Fe SA, les permite obtener un precio promedio de 800 dólares por vaquillona, involucrando a una importante cantidad de productores tamberos”, se informaba entonces. Las vacas se consiguieron en la zona de influencia de Peretti, que iba desde Selva, en Santiago del Estero; a Porteña y Marull, en Córdoba; y hasta Sunchales, en Santa Fe.

Luego no hubo más difusión pública de esos negocios, aunque se sospecha que podría haberse concretado algún otro envío. Lo cierto es que todo se cortó cuando en abril de 2010 el embajador argentino en Caracas, Eduardo Sadous, denunció la existencia de una “embajada paralela” y deslizó que funcionarios argentinos y venezolanos reclamaban suculentas coimas por el intercambio de productos. El embajador, que después terminaría procesado por falso testimonio (lo cual no es constancia de nada), indicó que los retornos podían ir del 15 al 20%. Y hasta mencionó a un tal Eduardo Cavanagh, un supuesto mintermediario que se habría quejado ante él porque algunos funcionarios lo habían dejado afuera del negocio de la exportación de vacas Holando Argentina.

En abril de 2010, luego de esas denuncias, el sitio La Política Online informó que entre 2006 y 2007 se realizaron en total cinco embarques de hacienda con destino a Venezuela. “La casa consignataria encargada de la mayor parte de las operaciones fue Daniel Borgogna SA, que pertenece al presidente de la Sociedad Rural de Morteros, Ider Peretti y a su esposa”, informaba el portal.

Según este artículo, una fuente cercana a dichas operaciones, que evitó identificarse, contó que “para poder exportar hacienda a Venezuela había que pagar una comisión de entre un 20 y 25%. Muchos no estaban de acuerdo y preferían no participar”. También apuntó la nota que cada una de las cinco operaciones que se llevaron a cabo representó un negocio de aproximadamente 3 millones de dólares.

“Las fuentes aseguraron que por cada animal vendido, el gobierno chavista pagó precios superiores a los valores de mercado. En ese momento, Venezuela abonó entre 750 y 800 dólares por animal, mientras que el precio ofrecido en la Argentina era en el mejor de los casos de 400 dólares”, informó LPO. Los tamberos, está a la vista, eran el pato de la boda.

Hasta aquí la historia de un negocio que siempre estuvo cargado de sospechas. Lo que sigue ahora es una copia del presupuesto que la propia Daniela Borgogno envió a la diplomacia bolivariana. La cotización de cada vaquillona de exportación es aquí muy superior a las cifras que se manejaban hasta ahora:

La exportacion de vacas Holando a Venezuela1

Como se verá en este presupuesto, el valor individual para la exportación de 1.600 vaquillonas presupuestado por Borgogno al señor Juan Carlos Giménez, el agregado comercial de la embajada venezolana en Buenos Aires en los últimos años, es de 2.660 dólares CIF, incluyendo los gastos del flete marítimo hasta Puerto Cabello y la alimentación de cada vaca a bordo durante los 14 o 15 días de traslado. Sin el flete (700 dólares), el valor por animal era de 1.960 dólares. En ese caso, la suma total de la operación sería de más de 3 millones de dólares.

En el mismo presupuesto, la esposa de quien con el correr del tiempo se transformaría en la mano derecha del secretario Moreno también le pone precio a los toros: 6.760 dólares por cada puro de pedigree y 4.760 dólares por los puros controlados.

La pregunta, a esta altura, es quién ordeñaba a quién.

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