El gigante alimenticio perdió más de $1.000 millones por la devaluación y la caída del consumo. En el 2002, había registrado un rojo de u$s50 millones.
Expansión. Arcor ratificó su desembarco en Angola y Sudáfrica.

El igual que el resto de las grandes empresas de alimentos como Molinos Río de la Plata y Mastellone, el grupo cordobés Arcor también viene sufriendo las consecuencias de la recesión económica y el cambio de hábito de los consumidores, quienes buscan productos más baratos y de segundas y hasta terceras marcas.

Arcor es uno de los peso pesados del sector alimenticio: emplea a 21.000 personas y está entre los mayores exportadores del país.

Sin embargo, la empresa de la familia Pagani registró pérdidas por $1.011 millones durante el año pasado, según acaba de informar a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires a partir de los estados contables correspondientes a ese ejercicio anual.

De acuerdo a las explicaciones de la propia compañía, el resultado negativo se debe al comportamiento de ciertas variables macroeconómicas, entre las que destaca el impacto de la fuerte devaluación del peso -con una suba del dólar superior al 100% registrada entre abril y octubre del año pasado-, además de la profunda caída en el nivel de consumo interno, que impactó de manera negativa en el volumen de sus ventas.

Teniendo en cuenta el comportamiento del rubro alimenticio durante el 2018, era de esperar un escenario negativo para los ingresos de Arcor, a diferencia de lo que sucedió en el 2017.

Aquel año -en el que la economía registró un incremento de 2,9%- el balance de la principal multinacional argentina de la alimentación mostró un resultado positivo de $1.118 millones, ventas por $48.420 millones, un Ebitda de $4.783 millones e inversiones por u$s100 millones.

El hecho de que Arcor haya cerrado un balance negativo es, en sí mismo, un síntoma elocuente del momento que atraviesa el país: a lo largo de sus 67 años de vida, es apenas el segundo año con pérdidas.

El otro había sido el 2002, cuando perdió u$s50 millones, pero con un contexto económico y político mucho mas volátil e inestable que el actual, tras la debacle del régimen de convertibilidad del peso.

En esta oportunidad, la compañía que dirige Luis Pagani se ve afectada por el contexto recesivo y la fuerte suba del dólar registrada principalmente entre abril y octubre del año pasado, y que provocaron un freno en los ingresos de la mayoría de las empresas con fuerte dependencia del mercado doméstico.

En especial, de las orientadas al segmento de la alimentación, donde los precios se siguieron incrementando en un contexto de fuerte contracción de las ventas y de la producción.

Con ese escenario de fondo, a mediados del año pasdo, el grupo debió salir a desmentir rumores de default que habían circulado en el mercado. Lo hizo mediante la publicación de un carta de su presidente, Luis Pagani, en la cual rechazaba la posibilidad de quiebra.

“Ante versiones infundadas y malintencionadas que han circulado en el día de la fecha en relación a la situación financiera de nuestra empresa, queremos informar que Arcor no se encuentra en ningún proceso de reestructuración de sus pasivos, ya que cuenta con una sólida posición financiera”, aseguraba el directivo.

Sin embargo, tanto Arcor como el resto de las principales firmas alimenticias se desempeñan en un sector que viene ostentando el uso de la capacidad instalada más bajo desde el 2001, cuando la crisis golpeó a todos los estamentos de la economía del país y derivó en la caída del gobierno de Fernando de la Rúa a fines del mismo año.

En la actualidad, la producción de alimentos utiliza nada más que el 63% de la capacidad total de las fábricas, evidenciando una importante retracción que provocó la pérdida de 2.300 empleos y acumulando balances negativos en la mayoría de las empresas.

Además de la compañía de la ciudad cordobesa de Arroyito, otros casos paradigmáticos son los de Molinos Río de la Plata y Mastellone Hnos, dueña de la marca La Serenísima.

En lo que respecta a la firma de la familia Perez Companc, informó un rojo por $1.702 millones contra un saldo también negativo pero de $187 millones en el 2017, cuando justificó el déficit por los fuertes incrementos en costos que no fueron trasladados a precios.

Por su parte, la mayor compañía láctea de la Argentina perdió $1.995 millones en el 2018, una de las mayores de su historia. En el 2017, su desempeño había sido diferente, con ganancias por $1.156 millones, en gran parte favorecida por el desmembramiento de SanCor, su principal competidora, que achicó su estructura como forma de sobrevivir a la crisis del sector.

Entre Arcor, Mastellone y Molinos acumulan ventas anuales que superan largamente los $40.000 millones al año y aun así vienen registrando fuertes caídas en sus ingresos y, por ende, en sus niveles de rentabilidad.

Inversiones pese a la crisis

Pero más allá de la performance negativa de sus cuentas, la empresa de los Pagani continuó con su plan de expansión y con nuevas inversiones, entre las que se destaca un desembolso por u$s25 millones para financiar su desembarco en Angola.

Se trata de la primera fábrica que levanta fuera de América latina, donde ya está presente con 47 plantas, de las cuales 35 se encuentran en Argentina, y el resto se distribuyen entre Brasil, Chile, Perú y México.

Este emprendimiento lo hará en sociedad con una empresa distribuidora de alimentos de esa nación africana, con el objetivo de comenzar a producir en esa región galletitas, chupetines y sus tradicionales Bon o Bon.

Además, acaba de anunciar un acuerdo con Coca-Cola para crear un fideicomiso denominado Kamay Ventures que tendrá por finalidad financiar proyectos con un anclaje digital enfocados en mejorar la calidad de vida de los consumidores a través del lanzamiento de productos innovadores.

El fideicmiso será manejado por Overboost, una aceleradora de empresas que ya maneja una firma similar para Warner y tiene en marcha varias startups.

“Se trata de un fideicomiso abierto, que financiará proyectos con un anclaje digital enfocados en mejorar la vida de las personas a través de innovaciones en diversos sectores”, sostuvo Arcor en una nota a la Bolsa.

La empresa agrega que “el valor de la alianza para los emprendedores será contar con el apoyo y acompañamiento de especialistas de las dos compañías en marketing, ventas, comunicación, recursos humanos, administración, logística y legales”.

Kamay Ventures funcionará en la Argentina, pero recibirá proyectos de todos los países de la región, sostuvo la carta que lleva la firma de Luis Pagani, presidente de Arcor.

Grupo diversificado

Arcor da trabajo a 21.000 empleados, es primer productor mundial de caramelos y llevó a cabo inversiones por u$s580 millones en los últimos cinco años.

Anualmente, sus plantas exportan a más de 120 países por un monto cercano a los u$s270 millones, además de ser líder en Argentina de la producción de cartón corrugado y ser la principal productora de alimentos de la Argentina.

Se especializa en la elaboración de productos alimenticios de consumo masivo con más de 1.200 marcas.

También posee una división de agronegocios que tiene como objetivo agregar valor a procesos agroindustriales para ofrecer soluciones a industrias.

Posee cinco unidades productivas, siete tambos modelo y una planta de energía eléctrica a partir de biomasa.

Produce además fructosa, maltosa, glucosa, almidón de maíz, subproductos para alimentación animal, azúcar, leche, sémola y alcohol etílico de cereal.

Por otra parte, opera una división de packaging a través de Cartocor, Converflex y Zucamor, con las que lidera el mercado de cartón, papel y flexibles en Argentina y cuenta con una fuerte presencia en la región. En concreto, produce cartón corrugado, papel reciclado, papel virgen, envases de cartulina, bolsas de papel, envases flexibles, extrusión de plásticos y bioplásticos, entre otros.

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