Son pocos, pero los que confían saben que deben arriesgar. Cierran muchas empresas, pero otras abren.
ANGEL MANSO

Albert Einstein entendía la crisis como una nueva oportunidad, como una “bendición” que puede sucederle a personas, a organizaciones o a países, porque trae consigo progresos. Quizá sean así algunos casos que hemos conocido recientemente y que hablan de una nueva posibilidad que se dan algunos empresarios en esta provincia para intentar salir de la crisis. Los más recientes son los de la fábrica de cosechadoras Vassalli, de Firmat, que volvió a producir después de siete meses de haber paralizado sus tareas y ya en febrero entregó tres máquinas y está produciendo otras tres vendidas.

La empresa tiene algo que la distingue. Hoy es dirigida nuevamente por Mariana Rossi Vassalli, a quien la Justicia le devolvió su parte accionaria que estuvo bastante tiempo en discusión. Se conformó un nuevo directorio y el nuevo CEO es Walter Tossi quien actualmente está a cargo de la planta. Esta conducción logró que la Unión Obrera Metalúrgica acompañara el proceso porque detrás del funcionamiento de la firma hay más de 300 familias.

Otro caso es el del frigorífico Swift de Venado Tuerto que, en mayo volverá a la producción. Ya se iniciaron los trabajos de reparación de maquinarias e instalaciones. Esa planta estuvo cerrada más de siete años. Ahora, como consecuencia de un cambio en el contexto internacional donde, entre otros, el mercado estadounidense volvió a permitir el ingreso de carne argentina, sumado a la recuperación del negocio ganadero en el país, los objetivos parecen más claro y posibles. La planta es administrada actualmente por la empresa brasileña Minerva, que en junio de 2017 se la adquirió a su par JBS -también de Brasil-, y que se propone volver a la actividad a las unidades desactivadas en la Argentina. También el gremio está conforme y dispuesto a colaborar.

Otra buena noticia, de las pocas que se rescatan últimamente, llegó desde el extremo noroeste de la provincia. Hoy, cuando se habla de la crisis de la lechería argentina, cuando se insiste en resaltar el cierre de tambos y el achicamiento de las industrias del sector, en esta provincia abrió una industria láctea. Se trata de CerLac, un emprendimiento que surgió de la valentía y responsabilidad de seis tamberos con producciones en la zona de Ceres, quienes se instalaaron, con el aporte de la Municipalidad de esa ciudad del departamento San Cristóbal. Allí se puso en marcha una procesadora que en una primera etapa llegará al mercado regional con leche en sachet, crema y dulce de leche. “En los primeros meses vamos a procesar 1.500 litros/día, que es la producción que vamos a aportar los socios. Luego nos vamos a ir a acomodando a las exigencias del mercado”, explicó el presidente de CerLac, Leandro Friedman. Éste es un emprendimiento público-privado, en el cual el municipio ceresino aportó contrato de comodato vigente- las instalaciones donde comenzó a funcionar la empresa láctea.

Pero otros rubros no presentan un presente similar. Por ejemplo, la tradicional fábrica de cerámicos Verbano, de Capitán Bermúdez, suspendió por todo el mes de abril a sus 135 trabajadores (entre supervisores y personal de producción) debido a la fuerte caída en las ventas. La gran incógnita es saber lo que sucederá a partir de mayo. Nadie arriesga opinión. Verbano producía 12 mil platos diarios y solo lograba colocar en el mercado 1500.

Cerca de Santa Fe, en Esperanza, hubo un duro golpe al trabajo: cerró la metalúrgica Aruba (García, Capelino y Bonvín), que fabricaba muebles para camping, jardín, playa, hogar y escuelas. Ya había despedido parte del personal por la crisis. Ahora mandó los telegramas a los 12 empleados que quedaban. Los dueños de la firma dijeron que “no pueden seguir”. Aruba hubiera tenido que festejar, este 2019, sus 50 años de vida en la ciudad de Esperanza. Los trabajadores que quedaron en la calle tienen entre 46 y 50 años.

Te puede interesar

Notas
Relacionadas

Más Leídos

Destacados

Sumate a

Mundo

Seguinos

Suscribite a nuestro newsletter