Las principales figuras del empresariado argentino, que están detrás de los fideos, la harina, el arroz, los tomates en lata, el aceite, el azúcar como Luis Pagani, el principal accionista de Arcor y con un creciente porcentaje de Mastellone, o Luis Perez Companc, referente de la familia que controla Molinos se presentaron en el edificio de la cartera que conduce Sica, indicó el diario Perfil.
También fueron Miguel Acevedo, hombre fuerte de Aceitera General Deheza, cuñado de su dueño, Roberto Urquía, y titular de la Unión Industrial Argentina. Se acercó también el CEO de Ledesma, Javier Goñi, en representación de los controlantes, la familia Blaquier. También fue el núnero uno en el país de Pepsico Alimentos, Martín Ribichich.
Más tarde fue el turno de los supermercadistas, entre los que se encontraban los dueños de las firmas locales, Alfredo Coto, de la cadena homónima, y Federico Braun, de La Anónima. También se acercó Rami Baitieh, el francés que maneja con total libertad Carrefour Argentina.
De acuerdo al diario Perfil, Sica informó y pidió apoyo político o hasta compromiso personal de los decisores del mercado de alimentos y bienes básicos sobre una medida que el Gobierno no siente genuina pero sí necesaria: congelar, aunque sin decirlo así, los alimentos, que están subiendo arriba del 50% en los últimos 12 meses, según datos del Indec.
La negociación fina vendría después, con los técnicos y lobbistas de cada compañía. El mensaje fue político. Y la respuesta de los dueños en líneas generales fue de respaldo. A lo sumo negociarán algún aumento en la entrada en vigor del programa para después sostener esos bienes sin cambios y, sobre todo, presentes en las góndolas.
Los empresarios señalaron al matutino que el Gobierno les compartía una necesidad: que dejen de traspasar aumentos para recomponer márgenes de ganancias al menos hasta los comicios y que se comprometieran a que una remarcación puede esperar. Al menos seis meses.