Es un trabajo que se ha ido transmitiendo de generación a generación. La familia Llorenz tiene su tambo en la zona de Tezanos Pinto, a pocos kilómetros de Paraná. Carlos y Juan, padre e hijo, recibieron a Elonce TV. Describieron lo sacrificado de la tarea, pero resaltaron que es lo que saben hacer y lo que les gusta. No obstante, hicieron hincapié en que no comprenden los motivos de la diferencia entre el valor que reciben ellos por cada litro y lo que termina pagando el consumidor en la góndola.
“Se trata de producir la leche de mejor calidad. No sé qué es lo que pasa en cuanto a la diferencia de lo que se le paga al productor y lo que abona el consumidor en góndola. Hace años que trato de averiguar eso, pero nadie me lo puede explicar”, expresó Carlos.
Respecto a las tareas que desarrollan, Juan describió: “Arrancamos con el ordeñe a las 5.30. Después hay que alimentar a las vacas y terneros, para volver a producir alrededor de las 16. Y terminamos a la noche. Estamos ordeñando 104 vacas y en invierno llegamos a 120 o 130, para alcanzar el pico de producción”.
Enseguida retomó el tema del precio: “Yo me crié, desde que nací, con la leche del tambo. Mis hijos también y no entiendo que en un supermercado cueste más de 40 pesos cuando a nosotros nos abonan 12,50. Es una vergüenza”.
Y también dio cuenta de lo sacrificado que es este trabajo, que no distingue jornadas de calor, frío, lluvia o barro. “Acá se trabaja los 365 días del año, no se deja de trabajar porque haya una fiesta, sea feriado o domingo”.
Asimismo, reclamó medidas políticas que brinden previsibilidad “para saber a dónde apuntar. Van tomando medidas mes a mes, por lo que es imposible meterse con un crédito para mejorar”.
No obstante, resaltó: “Esta actividad viene de nuestros abuelos, es lo que aprendimos y me encanta. Me gustaría seguir y que mis hijos también lo hagan”.
A su turno, Carlos acotó: “en el vientre de mi madre ya estaba en el tambo, porque ella veía a ordeñar después de preparar la masa para el pan casero”.
Perspectivas
“En este momento nos venimos manteniendo. Tuvimos que achicar un poco la recría por la sequía de años anteriores”, contó el hombre, al tiempo que admitió: “En la zona van quedando muy pocos tamberos. Por lo general el que deja el tambo y se va a la ciudad, el campo se arrienda, siempre soja, más o trigo. El tambo que cierra nunca más vuelve a abrir”, enfatizó.
“El tambo estuvo muy castigado, ahora el precio ha mejorado un poquito, pero tendría que haber alguien que se ponga las pilas y nos pueda dar previsiones a futuro”, sugirió.
Posibilidad de vender al público
Juan contó que “hay mucha gente que quisiera comprar la leche directamente del tambo, porque no tiene pie ni cabeza que nos paguen 12,50 y en el supermercado la vendan a más de 40 pesos. Sería mucho mejor para su bolsillo. Mucha gente se acerca a querer comprar. Nosotros no estamos vendiendo, porque se entrega todo a la usina”, aclaró.
“Quien se queda con esa diferencia, que es muchísima”, se preguntó.
Además consideró que “la leche producida en el tambo es mejor, no es la misma que la de un sachet. A esta leche no la cambio por nada”.
Dificultad para conseguir mano de obra
Finalmente, Juan reconoció que “tampoco hay mano de obra. Conseguís gente, te trabaja unos días, pero no quieren hacerlo feriados ni fines de semana. Acá no hay descanso”, reiteró, a la vez que consideró que “se necesita un mejor precio como incentivo para mejorar y producir más”.