El periodo de prohibición de venta del suero, que se obtiene durante la elaboración de quesos, terminará el próximo 25 de agosto. Pero estos 6 meses de receso poco o nada sirvieron para regular a este sector que, en su mayoría, es cuestionado por restar terreno a la comercialización de leche bajo supuestas prácticas informales. A cambio, hoy solo existen queseros inconformes por sus pérdidas económicas y que exigen al Gobierno levantar dicho veto.
En el país, se estima, existen más de 3.000 productores artesanales de queso que, hasta el pasado 25 de febrero comercializaban con normalidad el suero, que era destinado a pequeñas y grandes empresas que utilizaban el insumo como componente para elaborar bebidas lácteas, otras, incluso como reemplazo de la leche. No obstante, dice Jorge Novillo, presidente de la asociación de queseros de Cotopaxi, desde el día de la prohibición, ese derivado de la leche se continúa desechando en planta, una obligatoriedad que para él no solo es ilegal sino que afecta los intereses económicos de su sector. “No es legal, porque nadie puede impedir un negocio. En nuestro caso pagamos el ciento por ciento de lo que cuesta un litro de leche, pero con esto estamos ocupando apenas un 10 % de eso para elaborar el queso. El 90 % (el líquido restante) se bota”. Eso, recalca, aún cuando la FAO incluye al suero dentro de las dietas saludables, por contener un alto nivel de proteínas, calcio y minerales, y cuando a nivel mundial se lo utiliza para la elaboración de varios productos.
Desde la industria se admite esto último y se apoya la moción de levantar dicha prohibición. Aunque en un inicio se apoyó esta medida, se dice no tuvo los resultados esperados. Para Rodrigo Gallegos, director del Centro de Industria Láctea, la medida pudo ser más eficiente, “pero el Gobierno no ha trabajado lo suficiente en combatir la informalidad… y eso me parece terrible, porque ahí es donde debían estar todos los esfuerzos”.
Desde un inicio se pensó que en este receso de venta de suero, la oferta de leche iba a poder recuperar terreno en el mercado, pero eso, dijo Gallegos, no ha sucedido. “Las industrias formales no aumentaron la compra de leche, si hubo un incremento, este se fue al mercado informal. La moratoria terminó por fortalecer o favorecer es al informal”, dijo.
En el país se estima se producen al día unos 5 millones de litros de leche, de los cuales, 1,8 millones terminan convirtiéndose en suero. El problema, sostiene Gallegos, es que de eso, la mayoría (1 millón), resulta de la producción de queso que se genera en condiciones no salubres, poco higiénicas y controladas y que no se someten a los precios oficiales. De tal manera que, dice, si se levanta la moratoria, esta debería estar acompañada de control. De lo contrario “es seguir apoyando la informalidad”.
Este Diario consultó vía correo al Ministerio de Agricultura, para conocer la labor ejecutada en este periodo y sobre la decisión de prorrogar o suspender esta prohibición, pero no hubo respuesta.
Dentro de este veto también hubo el compromiso de hallar nuevas alternativas para el uso de este insumo lácteo y ahí, dice Gallegos, la industria cumplió con su parte. Junto a organismos públicos, dijo, se logró diseñar 30 proyectos que permitirán que el suero vaya a nuevos nichos: no solo alimenticios, sino de salud y belleza. La siguiente fase es motivar que la industria invierta para aprovechar de forma más eficiente el suero, cuya oferta tenderá a crecer en el tiempo.
Biocombustible
El alto costo restringe su uso
Entre las propuestas de uso está la de destinar este insumo a la producción de biocombustible y biofertilizantes. Sin embargo, desde la industria láctea se asegura que no es viable, por el ato costo que representa si si se lo compara con otros insumos más baratos como la caña de azúcar. Si se usa el suero de leche como materia prima para producir un litro de alcohol, el costo llega a los $ 4; en cambio, si se utiliza la caña, el valor es de apenas $ 0,80.