El 2019 trajo cambios importantes para la división láctea de Adecoagro, la incursión en el procesamiento y la comercialización de lácteos llegó a principio de año con la adquisición de las dos plantas ex SanCor en Morteros y Chivilcoy junto con las marcas Las Tres Niñas y Angelita.

Para saber cómo evaluaban desde la empresa la evolución del negocio hablamos con Ernesto Pittaluga, el Responsable del Negocio Lechero en Adecoagro.

Cómo están viendo desde la empresa la evolución del negocio lechero en estos nueve meses que transcurrieron desde que invirtieron en las plantas que eran de SanCor?

Fueron 9 meses de pura adrenalina y de muchos desafíos, pero estamos tranquilos de saber que este era un camino que teníamos que encarar, y que está bueno hacerlo, que nos genera mucha motivación. Y tenemos que concentrarnos mucho en lograr que este nuevo paso que damos podamos hacerlo con la eficiencia y con los valores que hacemos todos los negocios que tiene la empresa.
Hoy el desafío es llevar esa forma de trabajo a este nuevo paso que es la industrialización.

Se están cumpliendo las expectativas que tenían o se les está haciendo más difícil de lo esperado, más teniendo en cuenta que el año no fue el mejor para el país.

La verdad es que tuvimos algunos desafíos más grandes de los esperados. Por un lado en lo referido a la provisión de leche en Morteros, al inicio. Pasó que éramos un jugador nuevo, no conocido, teníamos que estrechar mucho los lazos con los productores de la zona y empezar a abonar una relación para que se vaya construyendo algo que hoy se ha transformado en más de 100 remitentes. Estamos muy contentos con eso.

Por otro lado también hubo poner en funcionamiento dos plantas que estaban completamente paradas, con todo lo que eso implica. Y desde luego desarrollar una relación con los clientes, con los consumidores, los proveedores, e ingresar en este rubro al consumo masivo.

Al respecto, notamos que trabajaron mucho con una marca propia, que ya se usaba para otros productos, por fuera del sector lácteo, me refiero a Apóstoles.

Nosotros manejamos tres marcas en lácteos: Las Tres Niñas, Angelita y Apóstoles. Esta última es una marca que ya teníamos en el arroz, pero que es nueva en leche, y es una marca que es un poco la que concentra nuestros valores, en el logo tiene un corazón, y tiene el mensaje de ofrecer productos de calidad a las familias argentinas. Nos propusimos ofrecer un excelente producto a un precio muy accesible. En ésta línea, ha sido una marca que nos permitió crecer mucho a través del programa de precios esenciales, ahora precios cuidados. Fue una marca que nos permitió mostrarle a los consumidores que se puede hacer algo de valor y calidad a un precio competitivo.

¿Y para el futuro, hacia dónde apuntan como empresa, consolidarse en esta etapa, mejorar la eficacia en las dos plantas actuales más el tambo, o están pensando en crecer con proyectos nuevos?

Hoy estamos en medio de una transición de un paso muy grande, que es en la producción primaria a duplicar la cantidad de vacas, la cantidad de leche. Por otro lado se suma la sinergia de este inicio como procesadores en la industrialización de la leche. Menudo desafío tenemos para lograr que todo eso se logre afianzar, consolidar y alcanzar la eficiencia y los costos que creemos que debemos tener.

Luego sí, seguramente esa será la plataforma para un desarrollo de un montón de nuevas cosas. Tenemos nuevas ideas para avanzar, pero hoy estamos enfocados en ser más eficientes puertas adentro, de mejorar nuestros costos internos y consolidar el crecimiento que tuvimos durante el año.

Recién hablabas de duplicar la producción primaria, me gustaría que nos ayudes a reflexionar, por qué cuesta tanto que Argentina crezca en producción, ustedes van a duplicar, pero el país está estancado hace años.

Es un poco parte de la motivación que tenemos por dar este paso. Somos productores de alimentos y energías renovables. Eso está en nuestro ADN. Buscamos producir de manera sustentable y eficiente. Desde ahí meternos en este paso de industrialización, que es avanzar un paso más en la cadena de valor de la leche, y tratar así de generar el eslabón que sigue la misma eficiencia. Desde el tambo de origen, el flete en la recolección de leche, el ingreso a la planta, el proceso, etc. Entender qué hay que ajustar en cada paso, para que el producto llegue de la mejor manera a la góndola o el puerto, para poder competir con cualquier otra industria láctea.

Eso, bien entendido, se transforma en un agregado de valor que viene traccionando toda la cadena láctea, para que en definitiva los productores primarios estemos dispuestos a poner un pesito más para hacer la inversión que haya que hacer para crecer un poquito más, pero eso tiene que ser la consecuencia de una cadena que ganó eficiencia en sus otros eslabones.

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