El Seminario Bialac sobre economía circular y bioplásticos se celebra mañana en Elviña.

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La coordinadora del grupo de investigación Bioengin-UDC, de la Universidade da Coruña, María Carmen Veiga, participa mañana en el seminario Bialac Economía Circular y Bioplásticos, que se celebrará en el Campus de Elviña para hablar del desarrollo de un plástico biodegradable de bajo coste a partir del suero que se desecha en la producción de quesos y también del procesado de lodos urbanos.

¿Cómo nace este proyecto de investigación?

Es un proyecto innovador, que financia la Xunta a varias empresas. Se trata de desarrollar un nuevo producto a partir de suero lácteo y de lodo de depuradoras. En este caso, el producto final que se pretende obtener es un biopolímero. Es un plástico biodegradable.

¿A partir de suero de leche?

Sí, el interés del suero es que es el residuo, por así decirlo, mayoritario en la fabricación de queso. Representa el 90% de los residuos que genera esta industria. En ese suero hay grasa, que se aprovecha para la mantequilla, pero hay azúcar, que es la lactosa, que no se valoriza. El objetivo es doble, darle un valor a ese suero y obtener un plástico biodegradable. Actualmente ya existe comercialmente, pero es mucho más caro.

¿Por qué?

Porque su proceso de producción es mucho más costoso. El nuestro es más barato porque se obtiene utilizando cultivos mixtos, en vez de puros. Eso quiere decir que las instalaciones en las que se fabrica ese bioplástico están en condiciones estériles, y eso es mucho más caro. Nosotros, sin embargo, trabajamos con sistemas abiertos y eso reduce mucho los costes de producción. Hoy en día los bioplásticos que se producen tienen un precio muy alto en el mercado porque se obtienen del trigo, del maíz, del arroz o de la cebada y compiten con la cadena alimentaria. En este caso, sin embargo, partimos de un residuo, de una materia prima de poco valor.

¿Para qué serviría este bioplástico, para bolsas?

Tiene múltiples usos, se combina con otros tipos de bioplásticos. Es un biopoliéster, ya que se obtiene de microorganismos, pero tiene las mismas propiedades que los obtenidos del petróleo. En este caso, la aplicación que se le va a dar es la de hacer envases, ya que es la actividad de una de las empresas que participan, Ecoplas. Es un producto que ellos puedan utilizar, en este caso, como embalaje para mejillones y otros productos de origen marino.

¿Y del lodo urbano se saca el mismo microplástico u otro diferente?

La idea es la misma. Actualmente, las depuradoras, como la de A Coruña, lo que hacen es utilizar los lodos para producir gas metano, pero otra posible aplicación es la de obtener ácidos grasos volátiles, que es la etapa inicial de la producción de bioplásticos. Y estos ácidos grasos volátiles tienen ya muchas aplicaciones en la industria, por eso es de mucho interés su obtención.

¿Y dónde realizan el desarrollo de estos productos?

La planta piloto está en Castro de Rei, en una empresa que se llama Innolact, que se dedica a producir quesos. Estamos ahora con la puesta en marcha. Con los lodos estamos haciendo estudios a escala de laboratorio, pero la idea es hacerlo también en una planta depuradora, en la de Carral.

¿Y eso lo estudian desde la Universidade da Coruña?

Sí, lo hacemos en el grupo de Investigación de Ingeniería Ambiental y Control de Calidad y tenemos varias líneas de investigación y una de ellas se centra en la producción de ácidos grasos volátiles y biopolímeros. La idea partió de nosotros porque ya tuvimos más proyectos financiados por el ministerio.

¿Y por qué en la depuradora de Carral?

Porque las grandes depuradoras, como la de A Coruña, ya tienen producción de biogás. Las pequeñas, como la de Carral, por razones económicas, no suelen tener plantas de biogás y por eso pensamos que tenía sentido valorizar los lodos de esas pequeñas plantas depuradoras, incluso vimos la posibilidad de combinar varios residuos.

¿Cuánto tiempo llevan con estos estudios?

En este proyecto, en concreto, desde 2018.

¿Qué ventajas tendría que este proyecto saliese adelante?

Permitiría valorizar el suero lácteo para obtener bioplásticos, evitando su tratamiento como residuo. Emalcsa podría valorizar el lodo de depuradora y no llevarlo a un vertedero. La ingeniería Abakal, que también participa en el proyecto, podría extrapolar la experiencia a escala industrial y usar esta tecnología para aplicarla a otros residuos. Y permitiría la obtención de envases biodegradables, reemplazando los plásticos que usamos ahora.

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