La sensación social, reconocen incluso los actores que denuncian el derrumbe, es la contraria. Con la venta de alimentos y medicinas exceptuadas tras considerárselas “actividades esenciales”, todo invita a suponer que el negocio de rubros como el lácteo florece como quizás nunca en mucho tiempo.
Pero basta ahondar en el estado de situación de la cadena para entender que, pandemia mediante, lo que ocurre es exactamente lo contrario.
Entre las compañías del sector acercan una primera aclaración: lo único que mostró cierto crecimiento en estos tiempos de coronavirus fue la demanda de leche y yogur. Pero ese movimiento sólo resultó diferente de otros momentos de consumo a principios de la cuarentena, cuando buena parte de la población se volcó a los supermercados para aprovisionarse desde la perspectiva de un aislamiento que luego fue cediendo.
Con el transcurrir de los días, la paralización de la actividad en restaurantes, bares, y la mayor parte de las heladerías, sumado a la meseta que comenzó a evidenciar la venta de “frescos” en los comercios también por la merma del poder adquisitivo, situó al grueso de las lácteas en una situación peor a la ya sufrida en la instancia previa al Covid-19, la etapa de la mera aunque contundente recesión económica.
En ese escenario se ubican hoy más de 210 compañías que, asociadas en la cámara APYMEL, con mucha cintura completaron el pago de los salarios correspondientes a marzo y ahora navegan en la incógnita de no saber cómo cumplirán con los haberes de abril.
El bloque en cuestión da empleo a casi 8.500 personas que, al menos hasta el momento, no han sufrido suspensiones ni recortes de porcentajes en sus respectivos sueldos. Todo esto podría cambiar para mayo, avisan los empresarios de la entidad, si los bancos no moderan sus exigencias y comienzan a atender la desesperación de las pyme.
Las empresas que integran APYMEL son auténticos “peso-pesados” en la producción de los lácteos que utiliza a diario toda la cadena alimenticia. Producen casi el 100 por ciento de la mozzarella y la ricota que se consumen a nivel interno, el 50 por ciento del dulce de leche y el 70 por ciento de los quesos en general, con fortaleza en duros y semi duros.
Por supuesto que también juegan en la liga de los productores de leche: representan más del 30 por ciento de la oferta total. Con mayor énfasis en el caso de la mozzarella y los quesos, pero también con alcance al sachet y la caja larga vida, lo cierto es que las compañías reconocen una caída en la comercialización que pone en peligro a buena parte de los emprendimientos.
Los empresarios del rubro señalan que las lácteas dedicadas íntegramente al abastecimiento de la gastronomía desde mediados a marzo a esta parte ostentan un ingreso igual a cero.
El “boom” que no fue
“Hubo un consumo que creció en cuanto se estableció la cuarentena, pero vinculado a yogures y leche. Ya de por sí la venta de quesos venía difícil por la pérdida de poder adquisitivo. Se complicó todavía con todo el freno. Los números de la comercialización marcan que entre la primera semana del aislamiento y la más reciente el consumo en supermercados e hipermercados cayó más del 60 por ciento”, dijo a iProfesional Pablo Villano, presidente de APYMEL.
El empresario apeló a un ejemplo para ilustrar el parate de la venta en góndola. “Muchos activaron una compra a mansalva, se aprovisionaron como para sobrellevar una guerra. No faltaron quienes directamente compraron packs de leche en envase tetra. Incluso más de uno. Bueno, ese cliente no volvió a comprar ni comprará por unas cuantas semanas. Hoy por hoy lo que tenemos como movimiento de venta es el comercio de proximidad, que subió 27 por ciento en lo que va de cuarentena mientras caen los súper e hipermercados”, expresó.
Fuera de las heladeras en los comercios, entre el seno de las compañías coinciden en que el mal momento derivó en derrumbe a partir del cierre de bares, pizzerías y restaurantes en general.
“Alrededor de 30 compañías dejaron de tener clientes para sus productos en mozzarella y otros quesos, y también en ricota. Y se trata de empresas que trabajan específicamente esos lácteos. Por esa misma causa dejaron también de comprar leche, con lo cual el parate terminó trasladándose a toda la cadena”, precisó el directivo.
“Otras compañías, que por ejemplo se ocupan de producir manteca en pilones de cinco kilos, también perdieron el 100 por ciento de sus clientes a partir de los cierres. Hoy están paralizadas las fábricas de tortas, los productores de alfajores, las reposterías en general. Bueno, todo eso complicó a un nivel contundente a los fabricantes de dulce de leche. Tampoco hay demanda de ese producto por parte de restaurantes, para su inclusión en los postres, y lo mismo ocurre con la mayoría de las heladerías”, agregó.
Aunque Villano reconoce que, en contrapartida, la demanda de estos artículos tuvo un repunte en las góndolas, el empresario aclaró que “la aguja” se movió muy poco frente a la caída de la venta a los establecimientos gastronómicos.
“La comercialización de los productos en los supermercados, la venta al hogar, presentó un aumento promedio del 20 por ciento en este tiempo. Pero la realidad es que la colocación de los lácteos en clientes gastronómicos en general cayó 100 por ciento. Hasta en el rubro de la heladería bajo a ese nivel siendo que muchas cuentan con la oportunidad del delivery”, dijo.
El entrevistado comentó que, si bien APYMEL también tiene un pie en la exportación -un pelotón de 30 compañías intervienen en la actividad-, la colocación de productos fuera de la Argentina en este momento es ínfima a partir del declive económico mundial que, además del drama sanitario, viene generando la pandemia de coronavirus.
“El mercado interno está deprimido pero la perspectiva de exportación tampoco es para nada buena. Vamos hacia un mercado mundial mucho más competitivo por el estado de situación que muestran las economías en general. En Estados Unidos, por ejemplo, se ha visto que están tirando la leche. Bueno, es de esperar que salga a pelear mucho más los mercados para sostener su industria. Y ni hablar de la preocupación que tenemos frente a los movimientos de Nueva Zelanda y Australia en la misma dirección. Por otro lado, los países cuidarán sus respectivas economías, por un buen tiempo apostarán a consumir lo propio”, aseguró.
Drama financiero
De cara a las próximas semanas, Villano sostuvo que las lácteas enfrentan la incertidumbre respecto de cómo harán para cubrir el pago total de los sueldos.
“Por supuesto que las empresas iniciaron gestiones para acceder a los beneficios promovidos desde el Estado. Y también se activaron los movimientos con los bancos. Pero la realidad es que estos últimos no les están dando ayudas a las pyme que, justamente, más las necesitan”, comentó.
“El crédito al 24 por ciento sólo le está llegando a quienes tienen mejor historial y carpetas. Y esos emprendimientos no necesariamente son los que más lo necesitan. Hay facilidades de acceso para las medianas pero no para las pequeñas empresas. La realidad es que sin ayuda financiera no vamos a poder pagar el 100 por ciento de los sueldos cuando concluya abril”, anticipó Villano.
El directivo señaló que, en caso de no obtener líneas de financiamiento, buena parte de las lácteas deberá avanzar con acuerdos laborales que repercutirán de manera negativa en el monto de los sueldos. “El espíritu del sector es no despedir, tampoco suspender a nadie. Pero si no hay ayuda del Estado y financiamiento de los bancos, lamentablemente habrá compañías que recortarán porcentajes en los salarios. La perspectiva, sin auxilio, es esa”, concluyó.