Los productores tamberos dicen que no tienen mucho para festejar porque paradójicamente ese crecimiento (que es consecuencia de la mejora climática y de la comparación con un año de baja producción como fue 2019) podría jugarle en contra a los precios. De hecho, hace pocos días tamberos de la cuenca Abasto de Buenos Aires dijeron a Bichos de Campo que las pymes lácteas les habían anunciado una reducción del valor por litro a tranquera de tambo cercano al 10%.
En el contexto de la crisis por el coronavirus, el crecimiento productivo no da motivos para festejar por la debilidad que está mostrando la demanda. El consumo interno está en baja por la crisis económica, profundizada por la cuarentena. Si se redujeron los ingresos de los que siguieron trabajando, es difícil imaginar que sucedió con los sectores que directamente dejaron de generarlos.
Si bien el Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA) indica que entre enero y mediados de marzo el consumo de leche (equivalente en lácteos) fue de 183 litros por persona, esa medición se hizo antes del inicio del aislamiento social cuyas consecuencias se sabrán en los próximos meses. Según el OCLA: “en función a la situación económica que deje la pandemia sobre los ingresos de las personas el consumo podría bajar en el segundo semestre del 2020”.
En cuanto a la exportación, también hay dificultades, el dato estadístico dice que entre enero y marzo las ventas al extranjero aumentaron 19% (lo que ayudó a que la crisis del sector no fuera mayor) siguiendo con la tendencia de fines del año pasado, pero en este rubro tampoco parece alentador el panorama. Según el OCLA: “Las exportaciones de finales de 2019 fueron muy elevadas y con la situación de precios actuales y de los mercados de futuros del mercado internacional puede ser difícil sostener los volúmenes”.
Fernando Córdoba, desde la Mesa de Productores de Leche de Santa Fe (Meprolsafe), se mostró muy preocupado por la situación. Dijo que en su cuenca todavía no se habla de bajas nominales en los precios al tambero sino de sostenimiento del valor de marzo, que rondó los 18 pesos. Eso significaría una caída en términos reales por efecto de la inflación.
En un comunicado reciente, Meprolsafe destacó que se estima para este año un sobrante de 1.000 millones de litros (sobre una producción de 10 mil millones, es el 10%), y que en ese contexto el productor terminará financiando las pérdidas de la cadena.
Córdoba expresó que le preocupa la falta de demanda interna y externa. Y pidió el diseño urgente de un plan para canalizar esos excedentes. Pero a la par expuso la falta de un interlocutor válido en el Ministerio de Agricultura, con quien se podría debatir políticas para el sector y el ordenamiento pendiente de la cadena.
En ese sentido, Meprolsafe solicitó de forma urgente “el nombramiento de un funcionario idóneo en la Dirección de Lechería de la Nación ya que esa área después de seis meses de haber asumido el gobierno no cuenta con un titular que defina la política sobre lechería”.
Luego del recambo del 10 de diciembre, en efecto, el Ministerio de Agricultura se tomó tres meses para nombrar al técnico Sebastián María Alconada al frente de esa Dirección Láctea. Lo presentaron un día antes del inicio del aislamiento, pero duró pocas horas porque, según trascendió, no hubo consenso político para su permanencia en el cargo. Por eso ese área de gobierno sigue acéfala, lo que hace ruido en la cadena láctea, que finalmente no tiene quien la coordine en medio de la crisis que podría avecinarse.
Córdoba dijo finalmente que al Gobierno parece no interesarle el sector, que no forma parte de su agenda y que, en el contexto económico de la Argentina, los productores deben prepararse para un segundo semestre más complicado aún, en el que posiblemente se seguirá concentrando la actividad productiva.