Hace un año, el martes de 16 julio, un grupo de productores lecheros se reunieron en la Plaza Independencia frente a la Torre Ejecutiva y entregaron al entonces presidente Dr. Tabaré Vázquez una carta en la que pedían que realice las gestiones para poder cobrar la deuda que Venezuela tenía entonces y sigue manteniendo ahora, de US$ 30 millones por la compra de productos lácteos. Posteriormente se realizó una concentración al pie del monumento a José Artigas desde donde se soltaron 200 globos pintados con los colores clásicos del ganado Holando, y que representaban los 200 tambos cerrados en el último año. Uno de los participantes de aquella reunión fue el productor y gremialista de la Agremiación Tamberos de Canelones, Justino Zavala.
Consultado por La Mañana el productor dijo la deuda de Venezuela se mantiene y que el gobierno anterior no asumió las responsabilidades que le competen. El expresidente “Vázquez se había involucrado directamente y asumido responsabilidades pero cuando las cosas se complicaron se fue al mazo”, y eso “nos dejó ese sabor amargo” porque “el presidente ni siquiera nos recibió”. Con el correr de los meses el sector “puso los US$ 30 millones, plata nuestra que no hemos podido cobrar y no tenemos hoy un horizonte claro de cómo se podría recuperar”.
“El gobierno involucrado era el anterior, pero con este gobierno” que encabeza el Dr. Luis Lacalle “sucede que no solo no es responsable del problema sino que además tenemos el problema de la pandemia que hace que sea difícil pedirle al gobierno que haga un esfuerzo para pagar tanto dinero. No lo estamos pidiendo, pedimos sí que haya soluciones, pero no planteamos al gobierno las mismas responsabilidades que si tenía el anterior”, expresó.
“Aunque Uruguay no tenga una gran política de inserción se puede avanzar en los mercados internacionales” como ha hecho el INAC con la carne.
Al serle planteado que el problema de la lechería no es sólo de Uruguay sino en el mundo entero, Zavala dijo que así es, pero que en cada país “las realidades son diferentes”. Uruguay “se tiene que medir y comparar con Estados Unidos, Europa y Nueva Zelanda que son los tamberos con los que competimos en los mercados mundiales”.
Lo que hacen Estados Unidos y la Unión Europea es que apoyan a sus productores “con miles de millones de dólares, y así los mantienen y evitan tener problemas”. En cambio las autoridades de “Nueva Zelanda lo que hacen es tener un país al servicio de la producción y por eso el país entero está preocupado en colocar la producción, por lograr los mejores precios, lograr los mejores tratados de libre comercio. Un ejemplo es que Inglaterra acaba de salir de la Unión Europea y Nueva Zelanda ya está negociando un TLC con ellos. Siempre están preocupados en encontrar las mejores condiciones para colocar la producción porque saben que es un beneficio directo para el país”, señaló.
En Uruguay la realidad es diferente y por eso el año pasado Conaprole pagó US$ 30 millones solo en aranceles, y eso es muchísima plata. “Con China, Argelia y todos esos lugares con los que no tenemos tratados de libre comercio los aranceles llegan al 10 % o 15 % dependiendo de país, y hay que pagar esas sumas para entrar. Dicho de otra forma, cuando nosotros le vendemos una tonelada de leche en polvo a China, si por ejemplo son tres mil dólares, Nueva Zelanda va con tres mil dólares, pero nosotros tenemos que bajar a US$ 2.700 para que quede al mismo precio, entonces son 300 dólares por toneladas y eso es muchísimo”.
Las diferencias son culturales
Lo que hace la diferencia entre Uruguay y Nueva Zelanda “es un tema cultural”, resumió, “porque Nueva Zelanda tiene un esquema de trabajo por el cual uno se sube a un taxi y el taximetrista conoce los problemas vinculados a la producción, todo el país está involucrado con la producción lechera que es una de la más importante del país, además de la lana y la carne. Son países enfocados de otra manera”.
Otro ejemplo significativo es que “cuando un productor quiere sacar un crédito, no va a banco sino que es el banco, a través de un funcionario, el que va al establecimiento. Y no es un problema de comodidad para el productor o marketing para el banco, sino que el banco quiere saber cómo produce, cómo es el establecimiento y cómo trabaja para después sí tener certezas a la hora de dar el crédito solicitado. Lo que tenemos es una mentalidad diferente”, acotó.
Para Uruguay lograr ese cambio cultural “no sólo lleva mucho tiempo sino que además es muy difícil de lograr. Estamos hablando de la conciencia agropecuaria” que le falta a un país “macrocefálico como Uruguay, y que necesita un trabajo a través de la educación”.
Nueva Zelanda es un país que está al servicio de la producción, preocupado en conseguir los mejores precios y lograr los mejores tratados comerciales
Los uruguayos miramos mucho al mar. “Si le preguntas a un uruguayo en el exterior qué es lo más extraña del país, dice la rambla, jamás dice ‘extraño el verde del campo’. Y eso es difícil de cambiar”, enfatizó.
La educación está pensada para que todos miremos hacia la capital. “Cuando se hacen programas para los niños se trata de llevarlos a Montevideo para que conozcan el mar, pero no se les ocurre llevar los gurises de Pocitos a conocer el campo o una estancia”, lamentó Zavala.
Inserción en los mercados
Otro factor es que “el productor no es valorado, y aquel que tiene una camioneta 4×4 lo señalan como un oligarca, pero si el gerente de un banco tiene un Mercedes Benz ahí no le preocupa a nadie. Es un problema cultural que arrastramos desde la época fundacional del país y eso va a costar cambiar”, consideró.
Lo que sí puede hacer Uruguay es adoptar “algunas políticas que permitan que los sectores como el nuestro se desarrollen mirando al mundo y que sean capaces de insertarse en el mundo de otra manera. Esa es la clave”.
“Aunque Uruguay no tenga una gran política de inserción se puede avanzar en los mercados internacionales, con la carne tenemos un ejemplo de eso. En estos tiempos la carne ha logrado insertarse en muchísimos mercados y siempre tiene un abanico de posibilidades. Cuando cierra China aparece Estados Unidos, cuando sale Estados Unidos parece otro país. Uruguay tiene una actitud agresiva y positiva, pero eso no existe en la lechería. Es algo que hemos hablado con el presidente del Inale, Álvaro Lapido, son cosas que tenemos que hacer para realmente cambiar esa situación en la cual en cada crisis la única solución posible es que el productor produzca más leche y más barato. Siempre la solución viene por ahí, y hoy el productor no está en condiciones de asumir esa exigencia”.
Hay que dar al Inale mayor fortaleza
Zavala dijo que la política lechera tiene que tener la agresividad positiva que tiene el Instituto Nacional de Carnes (INAC) que participa de ferias y siempre está abriendo mercados en diferentes países del mundo.
Al ser consultado por qué el Inale no pueda desempeñar un rol similar al que el INAC tiene con la carne, dijo que “lo primero” a considerar es que el Inale es una institución “relativamente nueva y segundo que cuando se creó le dieron un presupuesto que era 3 por mil en las exportaciones de leche. Ese monto se fijó en pesos y nunca más se modificó, y hoy el presupuesto está reducido a menos de la mitad de lo que era cuando se creó y eso lo limita cuando se quiere participar de una feria o hacer promoción de la leche en China u otro país, son todas cosas que exigen otros recursos”, explicó.
Hay que dar al Inale mayor fortaleza para que pueda promocionar los productos lácteos en el mundo y así conseguir nuevos y buenos mercados, es algo que “se arregla con voluntad política del gobierno de turno y del ministro” de Ganadería, Agricultura y Pesca del momento, apuntó.