“Hay que producir 2% más de litros por hectárea para mantener el mismo negocio”, resumió. Eficiencia productiva, incorporar más campo o cambiar a un sistema estabulado son los caminos. Pese a que los litros totales de Argentina no aumentan, es lo que viene ocurriendo tranqueras adentro hace 50 años.
Con altibajos, la cantidad total de litros de leche que se producen en Argentina son prácticamente los mismos desde fines del siglo pasado. Este aparente estancamiento contrasta con el diagnóstico que trazó de los últimos 50 años de la lechería nacional el especialista Marcos Snyder, quien verificó el crecimiento del sector “tranqueras adentro” de cada establecimiento. Un progreso que, afirmó, es casi una obligación para la supervivencia de la empresa lechera, que en forma permanente ve incrementarse sus costos mientras el resultado económico se mantiene estable.
“Los gastos directos del tambo -medidos en litros de leche- siguen aumentando; suben por el ascensor mientras las ganancias van por la escalera”, resumió a Campolitoral. A partir de esa certeza, que se comprueba con la estadística administrativa de 300 establecimientos, el especialista afirmó: “año tras año hay que producir 2% más de leche por hectárea para mantener el mismo negocio; de lo contrario en 3 o 4 años se complica la sustentabilidad”.
Números reales
Con 37 años en el sector, durante los cuales fue Director de Lechería de la provincia de Buenos Aires y Coordinador de Lechería de AACREA, el ingeniero agrónomo actualmente administra 130.000 litros diarios de leche y dirige el sitio web especializado DairyLando, donde publica sus trabajos. Recientemente, bajo el título “50 años de lechería en Argentina”, expuso una serie de indicadores del sector en base a la información generada entre 1974 y 2019 por los miembros del CREA Navarro “como si éste fuera un espejo de la lechería local”.
La conclusión es que “tranqueras afuera la lechería argentina progresa lentamente, pero tranqueras adentro se observa una marcada evolución técnica, productiva y económica”. Tal afirmación se sustenta en la evolución de la productividad, el valor de la tierra, el progreso de las dietas, la carga animal, los costos de producción e impacto ambiental. Así, por ejemplo, “la producción individual creció +2,3 % anualmente; el crecimiento de componentes de la leche producida fue de +0,25% anual y la productividad (lt leche/ha) creció a un ritmo del +9,4% anual”. En el caso de las dietas, incrementaron la participación de Materia Seca (MS) al 1.8% anual y al 5% la incorporación de concentrados. “El alimento con mayor crecimiento en suministro por vaca fue el silaje (mayormente de maíz) que experimentó un crecimiento de +35% anual”, precisó.
Ante la consulta de Campolitoral, Snyder no dudó en afirmar que el trabajo “es un espejo de la lechería” en el país. Aunque admitió que “hay tamberos que se movieron más despacio”, consideró que “de algún modo u otro este crecimiento tiene que existir porque si no es imposible mantenerse”. Partiendo de la información provista por 300 empresas lecheras CREA, que consideró “datos administrativos reales” en contraposición a la información que recopila INTA en base a encuestas “a productores que no llevan registro”, se evidencia un incremento constante de costos mientras el margen del negocio se mantiene sin variantes. “Son números económicos que hace muy poca gente; un dato que no existe en el país”, remarcó.
Crecer, siempre
Así, según su diagnóstico esto “quiere decir que todos los años (la empresa) tiene que sacar más leche para poder pagar los gastos y mantener el negocio igual, porque los gastos en litros siguen subiendo”. Y agregó: “esa cuenta me da a mi 2 o 2.5% anual de crecimiento de leche por hectárea, tenga 200, 100 o 1000 hectáreas; el que no hace eso y deja pasar dos o tres años sin producir más leche se va a encontrar que de golpe tiene un nivel de gastos y un nivel de ingresos que no le permite seguir en el negocio”. En definitiva, sintetizó: “hay que crecer para permanecer”.
Para mantenerse en ese camino, dijo, se puede apelar a fertilizar pasturas, optimizar su aprovechamiento, incorporar más silo de maíz. Lógicamente, aquel que haga bien los deberes y alcance el máximo de eficiencia (que en el sistema pastoril predominante en el país oscila entre 15.000 y 18.000 litros por hectárea) encontrará un techo que le dificultará seguir creciendo al 2%. Entonces tendrá que alquilar más campo, por lo general “a un productor que ya no puede seguir”, o bien cambiar de sistema hacia un estabulado, con los desafíos que ello implica en cuanto a manejo y costos.
“En 15 hectáreas podés poner un establo y ordeñar 2.000 vacas, el tema es de donde sacás la comida”, advirtió, ya que una clave para un negocio lechero sustentable consiste en producir aproximadamente el 60% de la MS dentro del establecimiento. Y si el establecimiento es chico y llega un punto en el que no puede crecer más, “podría comprar fardo de alfalfa en Santiago del Estero, pero cuesta $ 8.000 cuando el pasto cuesta $ 2.000”, explicó. Entonces ahí cobra relevancia “la” variable que nunca evolucionó: “necesitaría más precio para la leche, superior al promedio histórico en el país que es u$ s 0.28 por litro” (julio cerró en u$ s 0.256). Esta es, a su vez, el factor que explicaría por qué Argentina sigue produciendo los mismos 10.000/11.000 millones de litros anuales que supo alcanzar en 1999.
¿Por qué no aumentan los litros anuales a nivel país?
“Argentina es un país que salió de la monarquía hace muchos años y tiene más impuestos que países que siguen siendo monárquicos”, señaló Snyder como uno de los principales frenos al sector. El problema, aclaró, es el destino que se le da a esa recaudación. “Tenemos -afirmó- una altísima presión impositiva y ningún tipo de retorno para el tambo”. Lo explicó con un ejemplo: “en EEUU desaparecieron los caminos de tierra, si allá querés encontrar un tambero empujando una chata en el barro tiene que ser en una foto en blanco y negro de 1960/70; hoy la ves en colores en Argentina donde quieras”.
Al mismo tiempo, aseguró que “en precio somos el país que menos cobran los tamberos”. Por lo tanto, la ecuación es sencilla: “no hay más leche en Argentina porque al tambero no le pagan más la leche”.
La tercera pata del diagnóstico se relaciona con este último punto. ¿Por qué las industrias no pagan más? Sobre todo, habiendo un gran mercado exterior casi desaprovechado (se exporta sólo un 20%) que debiera estimular a las usinas a generar más negocios. Y, al mismo tiempo, con una alta capacidad ociosa industrial que en junio fue del 57%. “Cuando vos les preguntás por qué no pueden exportar, no pueden competir te dicen «y porque no tenemos leche, los tamberos no producen la cantidad necesaria»; ¡pero no producen más porque no le pagan más!”. Para Snyder, está claro que “la industria tiene muchas preguntas que responder”.