Esa es la hipótesis que ya fue probada en un laboratorio con el Iota Carragenina, un espesante que se utiliza en yogures y quesos, pero que además funciona como viricida inhibiendo algunas de las familias de los llamados corona

Una molécula consumida a diario en productos lácteos podría ser la fórmula para una profilaxis contra el Covid-19. Esa es la hipótesis que ya fue probada en un laboratorio con el Iota Carragenina, un espesante que se utiliza en yogures y quesos, pero que además funciona como viricida inhibiendo algunas de las familias de los llamados corona y que en el caso del SARS-Cov2 ya mostró sus efectos bloqueadores en pruebas in vitro.
Ahora, investigadores de diferentes puntos del país ya pusieron en marcha la llamada fase clínica entre más de 200 trabajadores de salud con contacto con pacientes contagiados en varias ciudades, incluida Rosario. Los resultados podrían estar en los próximos dos meses, advirtió el cardiólogo e investigador Ariel Dogliotti, codirector del proyecto que pone bajo la lupa los efectos de esta molécula.
El germen del proceso fueron las pruebas de laboratorio que realizaron investigadores del Conicet con la coordinación de Juan Figueroa, neumonólogo del Hospital de Clínicas de Buenos Aires, y que dieron buenos resultados.
“Probaron que esta molécula que todos hemos consumido por siglos y que lleva años autorizada por la Anmat mata muchos virus, entre ellos muchos de los corona, y hechas las pruebas in vitro para el caso del SARS-Cov2 mostró inhibirlo por completo”, explicó en detalle el médico rosarino y director del Departamento de Metodología de la Investigación, Epidemiología y Estadística del Grupo Oroño, que fue convocado por Figueroa para sumarse al estudio.
Hace cinco meses se incorporaron además Mónica Lombardo y otro rosarino, Luis Flynn, como codirectores del proyecto de investigación y dar un paso clave, llevar la investigación a fase clínica, es decir a pacientes humanos en todo el país.
Definido que las pruebas se llevarían adelante en personal de salud, desde médicos, terapistas y enfermeros hasta kinesiólogos, radiólogos y especialistas, todos en contactos con pacientes con Covid-19, el proyecto ya tiene más de 200 voluntarios en todo el país y en Rosario se está llevando adelante con el personal del Sanatorio Parque.
Las ventajas
El hecho de que sea una sustancia conocida y se sepa que no provoca efectos indeseados por su uso en la industria alimentaria, además de la fácil aplicación, permite que la investigación vaya directamente a fase 3, explicó Dogliotti.
El procedimiento es similar al que se realiza con las vacunas: a la mitad de los voluntarios se les suministra la prueba y a la otra mitad un placebo para después realizar los análisis comparativos. En este caso, las pruebas son de tres aplicaciones diarias de un spray nasal durante 21 días que el personal médico y no médico que participa debe aplicarse.
Una vez abiertos los resultados, el cardiólogo indicó que “se analizan cuántos de cada grupo se contagiaron y se evalúan las estadísticas”, y anticipó que ya otros centros de salud de la ciudad y el país cuentan con los protocolos de la investigación para definir si se suman.
Y dejó en claro que a diferencia de los tratamientos para mejorar las condiciones de los ya contagiados o las medidas para mejorar la inmunidad, en este caso se trata de “un tratamiento de profilaxis, es decir, preventivo en personas sanas y que al aplicarse mata al virus ya en la garganta”.
Los voluntarios
El primero en sumarse a las pruebas en Rosario fue el Sanatorio Parque y Dogliotti destacó que “ya se está trabajando muy fuerte y es impresionante ver cómo se presta emocionalmente todo el equipo de salud, que le está poniendo el cuerpo”.
La llegada de los resultados depende de la velocidad del reclutamiento de voluntarios. De acuerdo a la tasa de contagios y a los niveles actuales, debería ser de por lo menos 400 pacientes.
Con cautela, aclaró que la definición final no estará por lo menos en dos meses, entre otras cuestiones porque se trata de una investigación que no cuenta con financiamientos oficiales ni privados. “Nadie cobra, todos son voluntarios, los directores y los pacientes, y apenas si hay un laboratorio que nos provee las pruebas para suministrarlas”, dijo, y sobre el resultado, añadió: “Quiero y creo que puede funcionar, pero veremos”.

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