Rossi envió una misiva a los medios en el que sostiene: “Por medio de la presente me veo en la obligación de aclarar la verdad de los hechos. En primer lugar que entre nuestra sociedad y una persona existía un contrato Asociativo de Explotación Tambera, figura asociativa fuera del marco laboral, de aplicación obligatoria en todos los tambos a lo largo y ancho del país. Que por causas previstas en el citado contrato, se decidió la rescisión del contrato y el alejamiento del establecimiento del tambero”, sostiene Rossi en la misiva.
Luego agregó que “el mismo, luego de haber firmado la rescisión contractual y recibido el importe correspondiente a su liquidación según contrato y demás disposiciones vigentes, abandonó la propiedad por sus propios medios tomándose el tiempo estipulado por contrato para que así lo hiciese. Por lo que niego rotundamente que su situación se asemejara a la de un trabajo esclavo o semiesclavo o que yo haya incurrido en abandono de persona, lo que se considera injuriante”.
Lo cierto es que según consignó este diario el hombre que hoy tiene 32 años (Oscar Gamboa) comenzó a trabajar en ese tambo hace unos veinte años. Es decir que era un niño de 12 años cuando comenzó su ardua tarea de peón rural y tras cartón en el tambo; una de las tareas más duras que puede realizar un trabajador. Obviamente que nunca fue enviado a la escuela ni mucho menos fue surtido de los implementos necesarios para llevar a cabo la tarea como por ejemplo la ropa apropiada para tan cruda tarea. Todas estas cuestiones se desprenden del testimonio de los representantes de Renatre, de Uatre y del propio peón rural, que admitió no saber ni leer ni escribir.
Pero Rossi desmiente esa situación. “Nuestra empresa cumplía con las obligaciones a su cargo, en especial la de proveer una casa habitación y distribuir las utilidades según lo estipulado, sin que cupiera a nosotros proveerle alimentación como vigilar las condiciones de higiene en las que esta persona habitaba dentro de su propio hogar”, dijo.
En tren de justificar que el trato hacia el empleado no era de explotación laboral o trata de personas sino que se enmarca legalmente, remarcó: “La ley 25.169 regula el Contrato Asociativo de Explotación Tambera, que como se explicó anteriormente no es una relación laboral, sino una asociativa de naturaleza agraria donde el tambero asociado es o puede ser a su vez empleador de las personas de que se sirve en su auxilio para el desarrollo de su actividad. El percibe su retribución o participación de acuerdo a lo pactado, y por contrapartida tiene a su cargo una serie de obligaciones fiscales, seguridad social, previsional”.
Molesto por el procedimiento realizado, sostuvo en la carta enviada a los medios que “ni la Uatre ni el Renatre ni ninguna otra entidad gremial tenía derecho a hacer procedimientos. Le hago saber que no he recibido denuncia alguna hacia mi persona y que toda la documentación respaldatoria, tales como contrato inicial, denuncias, liquidación y rescisión de contrato firmados por ambas partes serán presentadas ante quien corresponda con el fin de demostrar la verdad de los hechos”.
Analfabeto
Oscar, en tanto, reconoce haber firmado alguna documentación de la cual no tiene demasiadas precisiones ya que es analfabeto. En diálogo con La Tribuna de Rufino reconoció: «Yo firmé eso que él dice, pero yo no sé leer ni escribir, apenas escribo algo. Yo firmé y eso es lo que me caga. Pero no sé bien qué era porque no sé leer. A mí me tenían que pagar como decía ese contrato, pero yo no sé sacar cuentas y agarraba la plata que él me daba que no me alcanzaba para nada».
Luego detalló que estaba molesto con su jefe «porque él me decía que me iba a hacer meter preso por 5 vacas que faltaban, y yo le decía qué iba a hacer yo con las vacas, si no podía salir del campo. Los animales se morían, esa era la verdad».