Tamberos, industriales y técnicos especializados en la producción láctea de Argentina evaluaron, junto a referentes de Brasil, Uruguay y Nueva Zelanda, la necesidad de promover políticas y estrategias productivas que permitan consolidar al país como “un jugador activo e importante en el comercio mundial de alimentos”.
Un fenómeno a tener en cuenta es que frente a la pandemia, la producción de alimentos no se detuvo y en el caso de los lácteos se incrementó su consumo a diferencia de los bienes industriales, cuya comercialización reportó valores negativos en todo el mundo.
Estos conceptos surgieron durante el Outlook de la Cadena Láctea 2020, organizado por la Fundación PEL y el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA). Allí Gustavo Mozeris, Gerente Ejecutivo de FunPel, y Marcelo Elizondo, especialista en comercio exterior, coincidieron en asegurar que además de las políticas que se requieren para el sector, se debe “trabajar sobre aportes intangibles, como certificaciones y protocolos, y actuar con responsabilidad para el envío en tiempo y forma de productos de buena calidad a los destinos en el exterior”.
Por su parte, Elizondo destacó que los nuevos desafíos que reportará la globalización, con la “intangibilización del valor económico, la integración cualitativa, los nuevos patrones para los acuerdos económicos internacionales, la prevalencia de empresas dinámicas y supranacionales, y la desaparición de límites entre sectores productivos”.
Y agregó que entre las reformas pendientes en la Argentina figuran “un entorno macroeconómico, ecosistema productivo exportador, un entorno institucional y regulativo, y una apertura de la economía”.
Entre los expositores también estuvo el brasileño Valter Bertini Galán, Socio director de Milk Point, quien refirió que en el marco de la pandemia, en Brasil el gasto de las familias se reduzco sensiblemente en conceptos como combustible, automotor y ropa, aunque creció en lo que hace a la compra de alimentos, y especialmente en los lácteos.
Bertini Galán explicó además que los productores de leche en Brasil cobraron un valor de 29 centavos de dólar por litro de leche entregado a la industria, cifra que se ubica por debajo de los 30 centavos que tiene de costo de producción el sector lechero en el vecino país que destina toda su producción al mercado interno y en los últimos meses debió incrementar sus importaciones para atender un alza en la demanda doméstica.
Alvaro Lapido, presidente del Instituto Nacional de la Leche (INALE) de Uruguay, ponderó la necesidad que tiene el sector en su país de mantener “una buena institucionalidad: productores, industrias y autoridades uruguayas, nos sentamos todos en una misma mesa cada mes para evaluar la necesidad que tiene el sector de adaptarse a los cambios. La lechería va a sufrir cambios profundos en los próximos años”.
Uruguay, resaltó Lapido, cuenta con unos 3.800 productores de leche y unos 20 mil empleos directos en el proceso lácteo, que generan unos 2,2 millones de litros, de los cuales un 29% es destinado al mercado interno y el resto a abastecer a más de 60 mercados en el exterior.
Otras disertaciones
Al cierre de la primera jornada del Outlook lechero 2020, Eliane Cook, Board de directores de Lechería de Nueva Zelanda, ofreció su visión del negocio lácteo de cara al futuro, sabiendo que su país mantiene una macroeconomía estable y con el tambero e industria neocelandés que solo deben dedicarse a producir y vender su mercadería.
Allí Cook consignó que la producción debe adaptarse al “cambio climático, a la velocidad de la volatilidad y a la demanda del consumidor, que pone la mirada sobre el bienestar de los animales en las granjas y también el cuidado del medioambiente”.
Por último, Cook se refirió al interés que tiene Nueva Zelanda en “incrementar las ganancias del negocio lácteo, disminuyendo el superávit de nitrógeno y las emisiones de gases de efecto invernadero”. Nueva Zelanda cuenta actualmente en el sector lácteo con unos 46 mil empleos directos, cifra que se sitúa levemente por debajo de la Argentina, aunque el país de Oceanía tiene el doble de producción de leche que el mercado local.