En el restaurante de un hotel de la isla sureña de Hainan puede leerse un cartel que avisa a los clientes que si dejan comida en el plato se les cobrará 200 yuanes (unos 30 dólares) por el equivalente a 500 gramos de sobras para armar la vianda que deberán llevar obligatoriamente a su casa.
Esa acción –descabellada para los estándares occidentales– es parte de una política implementada recientemente por el gobierno central chino, la cual fue denominada “Platos Limpios” (Clean Plates).
“El gobierno chino prohíbe en las cantinas, restaurantes y despachos de comida servir más de media porción por persona y, si alguien deja algo, se le cobra una multa; los alumnos tienen que enviar a sus maestros una foto con el plato limpio para demostrar que no desperdiciaron nada”, explicó Enrique Erize, presidente de la consultora Nóvitas y analista de mercados de granos y agroalimentarios.
Es decir: no se trata de una política –según lo que podría interpretar un occidental– orientada a reducir el desperdicio de comida, sino de un acción más propia de una nación que se está preparando para enfrentar una catástrofe o un conflicto bélico de orden global.
“La cuestión es que la política de Platos Limpios coincide con un volumen de importaciones de granos y alimentos nunca antes visto en la historia, que es el fenómeno que está detrás de los altos precios que está registrando la soja, el maíz, el sorgo, el trigo, la cebada y los aceites vegetales”, apuntó Erize.
Brasil ya vendió prácticamente todo el saldo exportable de poroto de soja previsto para el presente año –cuando faltan unos tres meses para el ingreso de la nueva cosecha– y tiene ya comprometida la venta de más de la mitad de la cosecha 2020/21.
Por su parte –también en un hecho inédito– EE.UU. tiene ya comprometida la venta del 70% de la oferta exportable proyectada de soja 2020/21. Seguramente también se observaría una situación similar en la Argentina si en el país sudamericano hubiese una situación política y económica normal.
“Más allá de cuáles sean las causas que están impulsando las importaciones frenéticas y el racionamiento interno de comida, es evidente que se trata de un tema serio que debe ser seguido de cerca”, resaltó Erize.
Debido a que la información sobre existencias y producción de materias primas agrícolas y alimentos no está disponible China –los datos oficiales son gestionados por el gobierno con fines políticos– no es posible saber con certeza cuál es a verdadera situación agroalimentaria en la nación asiática.
“El crecimiento de las importaciones de materias primas agrícolas, a pesar de registrar máximos históricos, parece incluso no ser suficiente porque China también está comprando alimentos elaborados en volúmenes récord”, concluyó el analista.