Andrea Passerini es productora tambera, oriunda de la localidad bonaerense de Carlos Casares y coordina la comisión de lechería de Carbap. En el último tiempo tuvo intervención como coordinadora de la Comisión de Lechería de CRA, trabajando dirigencialmente con las cuatro entidades provinciales de los territorios lecheros de Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Buenos Aires.
“La lechería es mi gran pasión y una actividad que inicié yo en mi familia. Mi padre era más ganadero que lechero, puesto que tenía un ‘tambito’ marginal y mis ganas lo convirtieron en un establecimiento lechero mediano”, sostiene con orgullo la entrevistada, en diálogo con El ABC Rural.
Passerini es consciente del esfuerzo que la actividad demanda, ya que diariamente se enfrenta con diversas circunstancias, con las cuales debe lidiar para construir un futuro para su proyecto personal y para las personas que dependen de su unidad productiva.
“Soy tambera desde 2006. Tratamos de hacer servicio completo para aprovechar todo el sistema. Criamos y recriamos los machos Holando propios para venta como carne, como una unidad de negocio menor, pero no menos importante”, dijo la entrevistada.
-¿Qué característica tiene su establecimiento tambero en esta importante región del oeste bonaerense?
– Es un tambo donde contamos con aproximadamente 535 vacas en ordeñe. Hacemos la cría de los machos para darle al sistema la pata ganadera que necesita para que sea económicamente rentable.
Además, comercializamos las vacas descarte para la exportación, aprovechando el interés chino por esta categoría de animal. Tenemos que estar atentos a todo para que el emprendimiento tenga el resultado deseado.
-¿Cómo manejan la agricultura del establecimiento y qué cultivos siembran?
–A decir verdad estábamos muy preocupados por la ausencia de lluvias, pero en la última semana de septiembre por suerte ocurrieron. En el campo hacemos mucho maíz para silo, que es mi principal reserva y, por supuesto, pasturas con base alfalfa. Todo lo que se siembra es para la alimentación de las vacas, donde también incluimos maíz para grano.
“Es el sector más dinámico”
Según Andrea Passerini, el tambo es un sector muy dinámico dentro de la agroindustria pampeana, puesto que genera inversión, pero además demanda mano de obra intensiva de calidad y es el sector que mayor riqueza derrama en los pueblos de su respectiva cuenca.
“En el tambo tenés que ser agricultor de excelencia, ganadero completo, mantener un manejo de la sanidad muy eficiente y ser un tambero exitoso, sobre todo en el manejo del grupo humano de trabajo”, destaca la productora de Carlos Casares.
“Nuestro país tiene potencial para producir el doble de litros, pero para que ello ocurra debemos tener mercados para exportar esa producción”
En su unidad productiva, ocupa a tres veterinarios que manejan diversas situaciones en el sistema. Además cuenta con 12 familias que trabajan diariamente en el tambo y viven en el campo, cuya entrada económica depende directamente de su funcionamiento.
“Más allá de los insumos que compramos todo el año, el movimiento económico que generamos en los pueblos cercanos es muy importante. Talleres mecánicos, comercios, industrias, transportes, entre otras actividades, son beneficiadas por la actividad lechera, no solo de mi establecimiento, sino también del resto de los tambos que existen en la región”, comentó.
-Esa inversión diaria que hace el tambo ¿se convierte en una rentabilidad segura?
–Por supuesto que no. Yo siempre digo que las vacas de tambo comen dólares pero ordeñan pesos. Todos nuestros insumos son en dólares, pero la leche la seguimos comercializando en pesos, con un mercado donde la industria es la que determina el valor del producto.
Estamos enterrando dólares de manera permanente y la rentabilidad es cada vez más reducida, con el agravante que un porcentaje grande de la ganancia se va en impuestos nacionales, provinciales y municipales.
“El Estado está ausente permanentemente”
Más allá de los aportes que el sector hace en materia tributaria, el Estado no dice presente en las necesidades básicas de los productores lecheros. “Los caminos son un desastre y las inversiones para mejorar la calidad de vida de los empleados que tenemos viviendo en el campo debemos afrontarla los productores”, comenta perpleja la entrevistada.
-¿Por qué considera que el dinero que el Estado recauda de las producciones agropecuarias no vuelven al campo?
–Porque es claro que no hay interés de invertir en el sector. El Estado está ausente permanentemente. Los caminos los tenemos que arreglar los productores; además los servicios como luz e internet son lamentables.
Hace un tiempo tuvimos que invertir en una antena de 40 metros para que nuestros empleados puedan contar con internet en el campo. La educación, la salud y la infraestructura en los pueblos del interior son muy preocupantes.
-¿Por qué en el tambo la rentabilidad sigue siendo negativa?
–Argentina hace un tiempo dependía exclusivamente del mercado interno, cuyo consumo es de aproximadamente 8.500 millones de litros de leche por año. Pero desde hace unos 20 años, estamos produciendo cerca de 10 mil millones de litros, con lo cual el excedente se exporta.
Sin embargo no tenemos, como país, una política exportadora consistente y eso nos preocupa. Debemos salir a buscar más y mejores mercados, más aún luego de esta pandemia, donde creemos que el sobrante de leche será mayor porque el consumo interno tiende a bajar.
-¿Es decir que la rentabilidad la termina generando la exportación?
–Sin dudas. Nuestro país tiene potencial para producir el doble de litros pero para que ello ocurra debemos tener mercados para exportar esa producción. A diferencia de lo que la mayoría cree, en la cadena láctea se empieza por la demanda.
Estamos produciendo leche porque hay alguien que la demandará, ya sea externa o internamente. En la medida que la Argentina no tenga una política que favorezca la exportación de lácteos, el tambo seguirá relegado en cuanto a su rentabilidad.
“Los tamberos somos el eslabón más vulnerable”
Según la entrevistada, los productores lecheros producen un bien que es perecedero y todos los días debe ser introducido en un camión rumbo a la industria, ya que en el campo no hay capacidad para el acopio de leche.
“Tenemos un tanque de frío que no nos permite acopiar por mucho tiempo leche cruda. Esta es una debilidad tremenda que no solo ocurre en el país, es un problema de todo el mundo, pero hay estados que tienen muchas más herramientas que nosotros a favor del primer eslabón, que somos los productores”, destacó la tambera.
-¿Qué hacen los demás países respecto a esa situación?
–Muchos tienen leyes y regulaciones para que la cadena tenga fluidez y transparencia. Ellos tienden a que el eslabón más vulnerable no sufra abusos de posición dominante por parte de la industria. En el mundo hay mercados de leche debidamente institucionalizados y el precio no es arbitrado por la industria, sino por el mercado de pizarra, mediante mecanismos de formación de precios.
-¿Cómo se maneja la industria para ajustar el precio de la leche?
–La industria lo hace en función de su cuadro de costos y no mira al productor. La falta de aplicación de leyes vigentes sobre las reglas comerciales es un gran problema que tiene el mercado. Al haber un esquema de ‘cancha inclinada’, donde el precio lo determina de manera unilateral la industria, el mercado institucionalizado no funciona.
-Claramente es injusto. ¿Se paga el mismo valor por todas las calidades?
–Exacto. En la Argentina, en épocas donde hay robots para ordeñe, se sigue comercializando la leche como hace un siglo. Hay tambos chicos que hacen una calidad de leche espectacular y no son reconocidos por la industria por sus parámetros.
No pueden hacer valer esa buena leche que producen por el abuso de posición dominante que existe. Siendo además que la industria aprovecha mucho mejor la leche de calidad que la leche de mala calidad, sin embargo la paga con el mismo valor: eso es injusto.
“Veo un futuro complejo para la actividad”
Passerini analizó el futuro de los tamberos en el país y aseguró que es “complicado” lo que se viene si desde el Gobierno no se plantean lineamientos generales para el sector. “Las condiciones para gestionar un tambo en la Argentina son muy complejas, pero lo peor es que esto viene de larga data”, se quejó.
Reconoce que el tambero tiene un espíritu de sacrificio superior a otra actividad, principalmente por la falta de regulación en las condiciones comerciales, pero también por la ausencia de políticas lógicas que generen transparencia.
“Hay un cambio generacional que debemos afrontar. La edad promedio del tambero argentino es de 60 años. Entonces yo observo que si el negocio no se hace atractivo para el empresario productor y para las nuevas generaciones, no vamos a poder sacar nuevos tamberos”, manifestó preocupada la coordinadora de lechería de CRA.
-¿Crees que los jóvenes no quieren meterse en la actividad a pesar de heredar un tambo?
–Obviamente. Porque las condiciones son difíciles y conocen que necesitan de mucho esfuerzo para poder encaminar el sistema. Más del 70% de los tamberos son productores chicos, y esto agrava aún más la situación.
Son tambos familiares que tienen una historia, que habrá que analizar qué ocurrirá el día que falte la cabeza de la familia. El tambero resiste porque es apasionado de la actividad, pero cuando las generaciones cambian, las expectativas ya son diferentes.