La industria láctea argentina –seguida de lejos por la molinera– es la más perjudicada por el congelamiento de precios de alimentos básicos instrumentado por orden del gobierno nacional.
En el último año, según los últimos datos publicados por el Indec, la “canasta láctea” mostró una inflación interanual del 14.6% versus un 40.1 % el promedio de alimentos y bebidas no alcohólicas en comercios y supermercados de la ciudad de Buenos Aires (CABA-GBA).
Casi todos los productos de la “canasta láctea” están comprendidos en el congelamiento de facto dispuesto por el Estado nacional (leche fresca en sachet, leche en polvo, queso cremoso, queso pate-grass, yogur firme y manteca). La única excepción es el queso sardo, cuyo elevado valor impide realizar ajustes significativos de precios en la actual coyuntura de crisis económica.
En segundo orden se encuentra la “canasta farinácea” con un ajuste interanual del 24.5%, aunque con contrastes marcados entre los diferentes productos: mientras que las galletitas de agua ajustaron un 32.6%, el pan de mesa y los fideos secos guiseros apenas subieron 18.1% y 17.3% respectivamente.
El pollo entero volvió a quedar retrasado respecto al promedio inflacionario general al registrar en la ciudad de Buenos Aires un ajuste interanual del 27.3%, al tiempo que la suba de la docena de huevos fue de 50.8%.
La canasta cárnica bovina –integrada por asado, carne picada, nalga, paleta y cuadril– es la menos comprometida al experimentar en el último año un ajuste superior al promedio con una suba de 52.2% (evidencia del factor cultural argentino que, ante una restricción de ingresos, una de los últimos consumos que ajusta es el de la carne vacuna).
Por medio de la resolución 100/20 –vigente desde marzo pasado– y sucesivas, la secretaria de Comercio Interior, Paula Irene Español, ordenó a las empresas que producen bienes de la canasta básica subsidiar con recursos propios un extenso listado de alimentos hasta el próximo 31 de octubre (fecha que pronto sería extendida hasta el 31 de diciembre de 2020). La medida afectó especialmente a las industrias lácteas.
El congelamiento de productos básicos recibió apenas dos ajustes de precios autorizados: uno en el mes de julio y el segundo la semana pasada, aunque este último, en el caso de los lácteos, quedó rezagado porque se habilitó una suba de apenas el 2,0%.
Las complicaciones derivadas del congelamiento de precios dispuestos por el gobierno nacional junto con las dificultades para concretar exportaciones resintieron los ingresos de muchas de las principales empresas lácteas argentinas. En ese contexto, mientras que algunas compañías –especialmente las extranjeras– puede pasar el mal momento con fondos propios, las de menor porte deben recurrir al sistema bancario para cubrir los baches financieros.
La deuda bancaria con entidades argentinas de las 27 principales empresas lácteas argentinas era en julio pasado de 20.669 millones de pesos, según los últimos datos disponibles en los registros del Banco Central (BCRA). Se trata de una cifra casi 9% superior a la registrada en marzo pasado (primer mes del encerramiento obligatorio vigente hasta la fecha), que representa un incremento mensual promedio del 2,2% en pesos argentinos corrientes. El dato es que el 80% de la deuda de 20.669 millones de pesos corresponde a empresas de capitales argentinos, muchas de las cuales son firmas familiares de escala mediana a pequeña.