El profesor Adjunto de Cultivos del Dpto. de Producción Vegetal de la Facultad de Agronomía y director general de Unicampo Uruguay, Ing. Agr. Esteban Hoffman Berasain, analizó la situación de los cultivos en la zona litoral centro norte y norte del país ubicada al norte del río Negro y abarca parte de los departamentos de Río Negro y Paysandú. “Esta es una zona donde está concentrada la agricultura de éstos departamentos, es intensa en la producción de carne y leche y en la cual llovió muy poco en invierno y la primavera. Aquí dependíamos de los pronósticos de lluvia de la semana pasada que era de 100 mm y que no se dieron”, comentó.
Advirtió que “los muchos cultivos se están muriendo y no tienen recuperación, sobre todo lo sembrado más tarde y el trigo que es más susceptible”, en cuanto a las pasturas dijo que “están débiles, pero con lluvia en breve podrían recuperarse al menos no perderse”.
En esta zona “la preocupación pasa por la falta de agua en setiembre y en octubre, tenemos menos de 15 o 20 mm de agua en el suelo que es una reserva que además no se puede acceder, y los cultivos y pasturas no la pueden usar porque está fuertemente retenida por el suelo”.
El cultivo que “medio escapó de la situación es la canola porque es de ciclo más corto; la cebada sembrada temprano, que además es más resistente a la seca, y queda el cultivo que además de más largo, es el más susceptible (el trigo), y es a éste que el déficit hídrico le está pegando muy duro”, graficó. “También está afectada la avena y el raigrás, pero el área en esta zona es reducida”.
El déficit hídrico es tal que “se ven cosas que no había visto en ésta zona en 30 años de profesión, con cultivos que terminaron el llenado de granos a la mitad del proceso y no es metáfora”, aclaró.
Recordó una situación similar en la sequía de 2008/2009, en la zona litoral sur (específicamente la zona de influencia de la ciudad de Dolores) donde los cultivos literalmente se murieron a la mitad del llenado de granos: “En 2008 se afectó a todo el país porque fue un invierno seco seguido de un verano seco, fue complicadísimo, pero esa zona, que hoy está muy bien, fue la más afectada. Eso terminó mal con rendimientos bajos, y ese es el miedo que tenemos ahora en esta zona del litoral”.
“Aquí el trigo se empieza a cosechar a fines de noviembre”, pero la sequía empuja a los productores a entrar con las máquinas más temprano. “Es probable que se inicie esta semana”, dijo el director de la consultora Unicampo Uruguay.
Explicó que el cultivo que tiene “un severo estrés hídrico terminal adelanta y acelera el ciclo, se arrebata porque sin agua se corta el llenado de grano”. Hay cultivos que hace diez días se le secaron las hojas. En estos casos el trigo que se coseche va a ser de un grano liviano y chiquito pero con valor comercial, aunque sea forrajero. En todo caso se pude pensar en hacer algo con la paja porque acá hay ausencia de fibra”.
Las perspectivas son peores
Pero si mala es la situación actual, las perspectivas lo son peor. “Recién estamos entrando en noviembre y nos queda diciembre, enero, febrero y marzo. Una situación que es muy distinta a estar con poca agua en el suelo terminando enero (como en otros veranos). Recién comienza noviembre y desde acá para adelante nos queda lo peor, y con un pronóstico ampliado que aparentemente va a ser tipo Niña con alta probabilidad de que llueva por debajo de lo normal”, describió.
Todo eso deriva en que muchos productores tendrán “una muy importante pérdida, y aún no sabemos qué va a pasar con la calidad de estos cereales. En el caso de la cebada veremos si la de primera más la de segunda nos permite a ir a una cebada industria o no, en el caso del trigo es una incógnita aún mayor, nadie se anima a decir nada pero los productores te mandan videos y audios en los que dicen que se está cocinando el trigo, se le cortó el llenado. Todo eso es pérdida, más aun si consideramos la suba del precio de los granos”, definió.
“Con los costos directos que tiene un cultivo que supera los 450 a 500 dólares por ha y que una parte importante del resultado final se juega al principio hay que evaluar si es conveniente o no sembrar”
Por otra parte, a los sistemas de producción de carne y leche a base “a pasto” se fue la primavera y perdieron “todo el pico de la producción de pasto de primavera”; “los sistemas intensivos no tienen la fibra, además del excedente de ésta época que se enfarda y en parte pasa como reserva en pie al verano”.
“Hay también mucha preocupación en los productores lecheros porque los números del sector además de finos, dependen de la ración y los granos que han subido de precios y van a seguir subiendo, sin contar que dependen de algo que es muy difícil de comprar, que es la fibra”, expresó.
Los sistemas más intensivos de carne y leche “están haciendo todo lo posible para hacerse tanto como puedan de fardos de lo que haya, y eso puede ser una alternativa para un productor que le fue mal con los cereales de invierno, aunque no sea bueno para el sistema agrícola”.
Buenos precios en un mal momento
Por otro lado, el escenario de precios está “muy entonado”, y se da “ésta picardía de tener un golpe como este por falta de agua en un momento en que el precio está muy bueno. Así vemos cómo se pierde la chance que tenían los productores de tener resultados agrícolas muy positivos en invierno y mirando las perspectivas de soja y maíz de verano, más aún”.
Las pérdidas no se miden de forma lineal en todas las chacras sino que “dependen de la composición de cultivos, sistema, manejo agrícola y estado de conservación del suelo”. Hay quienes “en esa medida zafaron al menos en parte, por ejemplo: quienes sembraron poco trigo, más cebadas y canola, o sistemas de producción de carne y leche con más cebada de reserva: cabe mencionar que las cebadas de reserva (ya embolsadas) anduvieron bastante bien y ese tipo de grano embolsado vale hoy una fortuna por su valor estratégico”.
Con las cebadas tempranas capaz tenemos “la suerte de que no disminuya tanto el rendimiento en grano”.
Una decisión difícil y que nadie quiere escuchar
Una de las decisiones que deberá tomar el productor, y que Hoffman destaca que no es fácil de asumir, es si vale la pena arriesgarse a sembrar cuando no se tiene nada de agua en el suelo. “Hay una conciencia general de que realmente lo mejor puede ser no sembrar”, dijo. “Sin embargo, este es un camino que nadie, ningún integrante de la cadena agrícola quiere escuchar, pero los técnicos profesionales tienen que considerarlo realmente”, aseveró.
“Con los costos directos que tiene un cultivo que supera los 450 a 500 dólares por hectárea y que una parte importante del resultado final se juega al principio hay que evaluar si es conveniente o no sembrar, porque si llueve ahora en un suelo de nula cantidad de agua, ¿qué es lo que va a pasar, sino llueve?, expuso. “Entonces tenemos que trabajar para que el productor haga lo que debe hacer, en muchos casos puede ser no sembrar, si sigue el clima como hasta ahora. Con el precio bueno”, “no es fácil convencer a alguien de que piense en no sembrar”.