La carne ya viene actualizando su valor en góndola y se espera que los lácteos hagan lo propio en los próximos meses.
Si bien suele tener menos prensa que su “prima” la soja, en especial cuando ambos suben de precio, el maíz se ha convertido en los últimos años en un cultivo cada vez más protagonista de la economía nacional.
Además de ganar peso en la balanza exportadora, su participación se ha vuelto clave en la producción de alimentos sensibles, como la carne (vacuna, pollo y cerdo) y la leche.
La intensificación de los modelos de producción, cada vez con menos incidencia de las pasturas, hacen del cereal una materia prima clave para su elaboración.
La fuerte suba que ha mostrado el maíz en lo que va del año, en especial en los últimos meses, ha pegado de lleno en los costos de producción de los ganaderos y de los productores de leche.
A tal punto que durante 2020 el maíz casi duplicó su valor en pesos en el mercado interno. Había arrancado el año en 8.340 pesos la tonelada y cotiza por estos días a 16.400 pesos, según el mercado de Rosario. Equivale a un incremento del 94 por ciento, sin descontar la inflación.
Para Emilce Terré, jefa de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, en la suba de precios que exhibe el maíz –que en el mercado de Chicago llegó a su mayor valor en cuatro años– confluyen varios factores.
“Algunos países comenzaron a salir de la cuarentena,y eso se vio reflejado, por ejemplo, en una recuperación de la demanda de energía, donde el maíz interviene en la producción de etanol”, explicó.
Por otro lado, la sequía les pega fuerte a países productores y exportadores de maíz, entre ellos Argentina y Brasil, lo que genera incertidumbre sobre la oferta mundial y contribuye a mantener firme las cotizaciones.
La cuestión financiera también tiene su impacto en el cereal. “La política monetaria de Estados Unidos de bajar las tasas para reactivar su economía hizo que los fondos de inversión abandonaran los bonos del Tesoro de ese país y se volcaran a las commodities”, indicó Terré.
Durante el último año, la producción nacional de carne (pollo, vacuna y porcina) y de leche demandó 12,4 millones de toneladas de maíz, el equivalente al 75 por ciento del consumo interno, que incluye, además, molienda seca (panificados), etanol y semillas.
“No veo tensión entre el consumo interno y la exportación por hacerse del maíz, ya que el aumento que ha tenido la producción garantiza ambas demandas. Hace seis años, la producción era igual a lo que ahora representan las exportaciones”, observó Terré.
Carne al rojo vivo
La suba en el precio del cereal ha impactado de lleno en la producción de carne vacuna, la de mayor consumo a nivel nacional.
Datos del Rosgan (el mercado ganadero de Rosario), por ejemplo, señalan que la relación insumo (maíz)/producto (carne) es la más gravosa de los últimos ocho años. “Nunca antes el precio del maíz había alcanzado relaciones tan desfavorables para la ganadería como las actuales. En lo que va del año, la relación de compra se encareció un 30 por ciento, llegando a costar la tonelada de maíz el equivalente a 135 kilos de novillo”, sostienen desde la plaza ganadera rosarina.
Los feedlots, los grandes corrales donde se engordan los novillos para la faena y generan la mayor oferta de carne del país, tuvieron un 2020 con números deficitarios. Las subas de la cotización del ternero (el animal que los feedlots adquieren para engordar) y del precio de la alimentación –liderados por el maíz y la soja– hicieron que los sistemas intensivos de producción de carne trabajaran todo el año a pérdida.
“Arrancaron en enero con un margen bruto negativo de 2.280 pesos por animal producido y llegaron a diciembre con un rojo de 3.595 pesos por novillo”, comparó Fernando Storni, gerente de la Cámara Argentina de Feedlot.
Dentro de esa pérdida, la incidencia del maíz es notable. En enero, producir un kilo de novillo en pie tenía un costo de alimentación de 71,6 pesos, mientras que en diciembre trepó a 128 pesos por kilo vivo. Representa un aumento del 79 por ciento. Para producir un novillo de 320 kilos, al cual durante su estadía en el feedlot se le incorporan 140 kilos, el costo de la alimentación tenía a comienzos de mes una magnitud de 16.813 pesos, contra 9.397 pesos en el comienzo del año.
La tendencia de mediano plazo es que el maíz mantenga sus valores relativos elevados, al menos hasta el ingreso de la nueva cosecha, que sería a partir de abril.
La recomposición que observa el precio de la carne al mostrador en el último mes (más de siete por ciento en el valor del asado, según el relevamiento que realiza La Voz) se debe, en parte, a la suba del maíz. Para los próximos días, se espera una nueva suba al mostrador para compensar el incremento de los costos.
Leche, a pérdida
Gustavo Torre es productor lechero en Las Perdices (departamento Tercero Arriba) y dirige el establecimiento San Juan, integrante de la empresa familiar Agreste. En lo que va del año, el tambo sintió con fuerza en los costos la suba en el precio de los granos que forman parte de la dieta del rodeo lechero.
Según sus números, en diciembre pasado, el costo de la alimentación de todos los animales del tambo representaba el 43,5 por ciento de la facturación del campo. En noviembre, su incidencia creció al 60,5 por ciento –40 por ciento más–, y se explica en gran parte por la suba del maíz.
“La dieta para producir leche tiene 51 por ciento de su costo atribuible al maíz, ya sea como grano o en sus diferentes presentaciones que son parte de las raciones”, explicó el productor.
Mientras el costo de la alimentación –liderado por el maíz– aumentó 40 por ciento y encareció los costos de producción del litro de leche, el valor recibido por el tambero fue menos de la mitad: en los últimos 12 meses, el precio de la leche en la puerta del tambo subió 21 por ciento.
“La leche necesita –y se la espera, debido a esta suba de costos– una fuerte recomposición, porque la mayoría de los tambos están trabajando a pérdida”, advierte Torre.
La falta de lluvias que acumulan los campos, y que afectará la calidad y la cantidad del forraje, y la suba de los costos de los granos van a tener un impacto negativo sobre la producción de leche. Ese menor volumen de materia prima se va a traducir en un aumento del precio que rondaría el 24 por ciento para febrero, según sostienen los productores.
De esta manera, el valor del litro de leche en la puerta del tambo podría rondar los 26 pesos. Habrá que ver luego en qué proporciones se traslada a la góndola de los productos lácteos, cuyos precios minoristas en el último mes cayeron en 1,5 por ciento.