El 2020 demostró una vez más la enorme capacidad de adaptación del sector lácteo argentino, en un año marcado por el cambio abrupto de las reglas del juego con la aparición de la pandemia, afectando el mercado de consumo y el comercio internacional. El balance es ligeramente positivo, pero no porque haya sido bueno, sino porque podría haber sido peor.
Diversos analistas coinciden que el 2020 se sostuvo gracias a la exportación que aumentó superando a 2019 en divisas y volumen. Esto permitió “absorber el incremento genuino de producción, a pesar de la debilidad del consumo interno, sin generar sobrestocks y evitando un desplome de precios. Por lo que el comercio exterior, resultó clave en la ocasión”, indicó el informe de diciembre de CAPROLECOBA (Cámara de Productores de Leche Cuenca Oeste).
Al respecto, según FADA (Fundación Agropecuaria para le Desarrollo de Argentina), hasta agosto del 2020, la producción de leche fluida aumentó un 2,3% en relación a igual período de 2019, mientras que la producción de leche en polvo aumentó un 24,5% para el mismo período. “Esta suba se debe en parte, a la búsqueda de las plantas procesadoras de diversificar aun más los destinos de la producción, incrementar sus ventas en el mercado externo y encontrar cierta estabilidad”, especificó el último informe semestral de la Fundación.
A nivel regional, Argentina lideró la exportación de leche en polvo entera en Latinoamérica con 377,3 millones de dólares, lo que representa el 43,5% respecto a los valores analizados por la consultora Economía Láctea de enero a octubre 2020 países, para Uruguay, Argentina, Chile, Paraguay, Colombia, Panamá, Costa Rica y México.
Los precios internacionales favorecieron la exportación, pues, a nivel mundial, superaron los peores temores y expectativas para 2020. Aunque inicialmente los precios cayeron por el efecto covid, los futuros de leche entera en polvo terminaron 2020 subiendo un 5,5% y el índice Global Dairy Trade subiendo un 1,3%, según informó el OCLA (Observatorio de la Cadena Láctea Argentina).
Por otro lado, internamente, si bien se logró sostener el consumo doméstico (manteniéndose el de productos básicos pero con una caída en las ventas de productos con mayor valor agregado a causa de la depreciación del nivel de ingresos del sector medio), la industria láctea sufrió un severo ajuste por el lado de los precios.
En este aspecto cabe señalar el doble efecto de los diferentes programas del Gobierno nacional aplicados sobre los precios al consumidor (Precios Máximos y Precios Cuidados). Por un lado, mitigaron la depresión del consumo, pero por el otro contribuyeron a la erosión del precio y de las ganancias de la industria láctea. “La existencia de un precio máximo en la leche, hizo que el precio de la leche se mantuviera planchado en el comercio, industria, e impactando también en el precio de la leche cruda”, señaló el mencionado informe de FADA.
Asimismo, los impuestos también juegan en contra del sostenimiento y crecimiento del sector, pues recientemente el Gobierno nacional eliminó los derechos de exportación para más de una veintena de cadenas productivas pertenecientes de economías regionales, pero dejó fuera al segmento lácteo. Además, referentes del sector indicaron que de un análisis minucioso de la medida se deduce un aumento de los derechos de exportación a través de la reducción de la devolución de estos a las empresas lácteas exportadoras. En palabras de Fernando Córdoba, presidente de MEPROLSAFE (Mesa de Productores Lechero de Santa Fe), en Diario la Opinión: “En realidad no es que subieron las retenciones para el sector lechero, las retenciones siguen igual, del 9% para las leches y del 5% para los quesos, lo que ocurre en este caso, es que bajaron los reintegros a las exportaciones y esa es plata que el gobierno le devuelve a las industrias que exportan. Es un mecanismo para decir que no se exportan impuestos. Acá lo que ocurrió es que pasaron del 4,1% que había de reintegros al 3,6%, donde la variación es de un 0,5. El resto no se ha modificado”.
Por otro lado, el dirigente explicó: “Hoy el tema pasa por la falta de rentabilidad que estamos teniendo, donde el precio de los cereales se ha disparado internacionalmente y eso nos pega muy fuerte”. El precio del dólar y de los cereales afecta al sector lácteo impactando en el costo de los insumos y también en otros, no tan visibles, como por ejemplo en “el precio del alquiler del campo que se fija según el precio dólar del kilogramo de soja “y no en litros de leche”, explicó Córdoba.
De esta manera, la leche pierde rentabilidad frente al dólar y frente a la inflación. Según FADA, de febrero a agosto de 2020, la leche cruda aumentó un 5%, la inflación 14% y el tipo de cambio 19%, mientras que los costos continuaron creciendo y la rentabilidad del tambo se redujo.
Finalmente, para 2021, el mercado global espera con optimismo que la llegada de las vacunas contra la COVID-19 estimule el consumo y la reactivación económica de los mercados demandantes de lácteos.
El último informe del USDA (Departamento de Agricultura de los Estados Unidos), emitido en diciembre, proyecta que los altos precios internacionales se mantendrán en 2021. Y prevé para Argentina un aumento de la producción de leche del 2% a 7,2 toneladas por vaca. No obstante, el informe señala que “los productores (argentinos) enfrentan el desafío de lidiar con una tasa de inflación mensual del 3 al 4 por ciento, el aumento de los costos de los insumos y un impuesto a la exportación de leche en polvo”.
Por su parte, también CAPROLECOBA hace foco en la exportación como la clave del crecimiento y en la eliminación de impuestos: “La producción y la industria lechera terminan el 2020 perdiendo plata, tal como vino sucediendo durante todo el segundo semestre. Esta no es una situación sostenible y cambiarla se hace imprescindible en un país que necesita resolver su seguridad alimentaria, recuperar puestos de trabajo y generar divisas. Las políticas públicas pueden facilitar el acceso a este objetivo. El precio de nuestros productos exportables ayuda y el mercado interno puede fluir mejor sin tantas trabas y presión tributaria”.