Luego de una serie de aumentos injustificados en distintos rubros de la producción y la alimentación, el gobierno nacional busca establecer cinco ejes de trabajo que logre encontrar acuerdos con los productores y vendedores.

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Aunque advirtieron que no “buscarán culpables”, sino soluciones, desde la Federación Agraria Argentina (FAA) consideraron conveniente aclarar que los productores no son “formadores de precios” y desglosaron los componentes de valor en varios alimentos.
Así, desde la entidad compararon el precio por kilo de diversos productos de las economías regionales de consumo habitual en las familias argentinas, con lo que perciben los pequeños y medianos agricultores que los producen.
Desde Tandil, el referente Dardo Alonso, señaló que siempre es al productor al que “primero se lo acusa cuando hay inflación sin controlar los eslabones finales de la cadena”. Además, manifestó que sin ir más lejos, desde el campo hasta todos los que la venden papa al costado de la ruta ya tiene un incremento del 50 por ciento en su precio. Asimismo, ejemplificó que la harina incide alrededor del 12 por ciento nada más en el precio del pan, mientras que la carne al productor le pagan alrededor de 160 pesos, pero la venden a más de 600 pesos.
Por su parte, el presidente de la Cuenca Mar y Sierras, Juan de Pian, reveló que el tambero está cobrando un promedio de 22,7 pesos el litro de leche, cuando en góndola supera ampliamente los 60 pesos. Reveló así que el productor lechero participa en un 22 a 29 por ciento en el precio final, siendo que la industria y el comercio lo hacen entre un 66 y 72 por ciento.
Composición del precio
Desde el gobierno, indicaron que detectaron aumentos en insumos, tanto en la fase primaria, como agroquímicos, como en la fase industrial y precisaron que algunos aumentos “no encuentran justificativo razonable” y son los que se quieren “poner sobre la mesa para trabajar sobre eso”.
Ante esto, los pequeños productores buscaron esclarecer la cadena de valores y su incidencia en la suma final de un alimento. De hecho, resaltaron que en muchos casos, el porcentaje que cobran ellos sobre el precio en góndola no llega al 10 por ciento. Así, por ejemplo, es lo que se puede ver en el caso de las bananas (7,75 por ciento), las aceitunas (7,81), la pera (8,38) o la manzana (9,13)”, especificaron en el comunicado de la FAA.
Por otro lado, en la papa es del 23,53 por ciento, el zapallito verde, 25,25 por ciento y el melón, 26,46. “Claramente los productores no somos formadores de precios, por el contrario, somos perjudicados, tanto como los consumidores, por las distorsiones que hay en las cadenas”, señalaron los federados tras precisar que se eligieron estos productos como ejemplos, entre otros tantos que podrían señalarse en el mismo sentido.
En todos los casos relevados, aseguraron que se trata de bienes producidos por agricultores familiares que, con mucho esfuerzo, luchan por “sobrevivir como productores” en sus campos, que hacen frente a las adversidades climáticas, a las dificultades en relación con la falta de financiamiento, con el precio de los insumos que son dolarizados, mientras que el consumo interno cada día se deprime más por la alta inflación. “Por supuesto, por ser argentinos también padecen la inflación, al consumir”, dijeron.
A pesar de esto, destacaron cómo han seguido trabajando, incluso con la pandemia, para que todos los argentinos tengan acceso a alimentos. Plantearon que esto “no ha sido debidamente valorado”, sino por el contrario, muchas veces en los discursos políticos se los sindica como especuladores, acusación que calificaron como “a todas vistas falsas”. “Ojalá se puedan desarticular los mecanismos distorsivos, para que todas las cadenas sean más justas para todos los eslabones”, sostuvieron.
En góndola se multiplican
Finalmente, explicaron que el relevamiento de precios que hicieron entre los asociados arroja que los precios en góndola multiplican varias veces los valores que perciben los productores.
“En el caso más bajo, el del melón o zapallito verde, el consumidor paga 3,8 y cuatro veces el valor pagado a los productores, respectivamente; en el de las papas, 4,3 veces; en el durazno para industria, 4,9 y el fresco se multiplica por seis”, probaron. Por otro lado, yendo a los casos en los que esas diferencias son más elevadas, reseñaron que en las bananas se multiplica por 12,9; en las aceitunas 12,8; en las manzanas, 11 y en las peras, 11,9.
En este sentido, recordaron que “hace años” vienen denunciando esta situación, por lo que reclaman una vez más al Gobierno que ponga fin a estas “injusticias”.
Vale destacar que este trabajo complementa otros interesantes como el de FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo) o el de CRA (Confederaciones Rurales Argentinas), donde se analizó el esquema de precios de productos como la leche, el pan o la carne, que son alimentos claves para las familias argentinas. “Nos pareció oportuno sumar estas frutas, verduras y otros productos de economías regionales, que también están presentes en las mesas, y son producidos también por gran parte de nuestros asociados, a lo largo y ancho del país, y sufren postergaciones desde hace años, que no han sido resueltas por ninguno de los gobiernos que se sucedieron”, concluyeron desde FAA.

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