En la Argentina de más de 40% de pobreza se tiran miles de litros de leche por un conflicto empresa-sindicato.
La información objetiva nos cuenta que en Udaondo, partido de Cañuelas, Provincia de Buenos Aires, se vivió una semana de conflictos entre el sindicato ATILRA (Asociación de trabajadores de la industria láctea de la República Argentina) y MAYOL, la fábrica que desde 1936 produce lácteos para la zona y todo el país.
Aquí no están en discusión los derechos laborales ni las leyes vigentes, solo quiero poner sobre la mesa la necesidad de conversar, acordar y no poner en jaque las fuentes de trabajo, cada vez más escasas, sobre todo en los niveles locales.
Escribo esta reflexión sabiendo que la mayoría de nuestras PYMES bonaerenses y platenses son similares a MAYOL.
En primer lugar, me surgen una serie de preguntas: ¿los funcionarios del gobierno de Axel Kicillof no tienen sistemas de alertas tempranas en el Ministerio de Trabajo, por ejemplo, para evitar llegar a la toma de la fábrica? ¿Los empresarios no disponen de mecanismos accesibles para que las autoridades tomen cartas en el asunto? ¿Los sindicalistas agotaron todas las vías posibles a la toma de la fábrica que deviene en el principal activo inutilizado? ¿La empresa y el sindicato recorrieron todas las conversaciones posibles para evitar la crisis?
Que el gobierno llegue tarde a los conflictos es producto de la desidia con la que se maneja, esto socava las fuentes laborales, provoca desconfianza y cansancio y una vez que se interrumpe el proceso productivo no se reinicia sin costos adicionales.
Por ejemplo, el gobernador Axel Kicillof anunció en la apertura de sesiones ordinarias de la legislatura incentivos fiscales para empresas. ¡Bienvenidos, pero es tarde!
Resulta contra fáctico, comparándonos con el resto del mundo, responsabilizar solamente a la pandemia por la grave crisis económica del 2020 sin darle crédito a la eterna cuarentena llevada a cabo por el Gobierno Nacional, acompañada y respaldada por el Gobierno de la Provincia. Para dar datos concretos, en nuestra ciudad, La Plata, capital provincial, se ha producido uno de los golpes económicos más feroces a nivel nacional.
Según estudios realizados recientemente, el 22% de los comercios no lograron reabrir sus puertas, siendo estos más de 1.000. Durante gran parte del año imperó una cuarentena restrictiva e irrisoria que golpeó duramente a aquellos rubros que llevan adelante la economía local, como son el sector gastronómico y de la construcción privada, sumado a todos los comercios carecidos de clientela por ver una ciudad vacía y sin posibilidad de demanda. Las persianas bajas crecieron a la par de la venta callejera, ubicando miles de platenses en la calle y a 4 de cada de 10 sin cobrar el sueldo.
Como consecuencia de ello, desde el bloque de Juntos por el Cambio en la legislatura bonaerense, durante todo el año pasado, impulsamos una serie de medidas que no fueron acompañadas por el oficialismo. Estas medidas buscaban aliviar el impacto de la pandemia y de una cuarentena que se avizoraba eterna, generando el cierre de miles de PYMES bonaerenses, y la pérdida constante de empleos, producto de las malas decisiones del gobierno.
Solo para mencionar algunas de las leyes propuestas por nuestro bloque e ignoradas por el Frente de Todos: propusimos declarar la emergencia del sector gastronómico, la emergencia en el sector turístico, como también la creación de un régimen de alivio fiscal para las actividades comerciales e industriales y de servicios que no pudieron funcionar durante los primeros meses del ASPO. También solicitábamos la autorización para que se habiliten las obras de construcción privadas que buscaban movilizar la economía en un momento crítico, entre otras medidas.
Argentina está en crisis hace varios años ya, la pandemia agravó la situación económica de los y las bonaerenses y platenses. Si la dirigencia sigue aplicando los mismos métodos obtendrá los mismos resultados. Necesitamos innovar en los abordajes de los conflictos.
Es urgente sentarnos en una gran mesa de conversación con la mente y el corazón puesto en nuestros vecinos que son los que peor la pasan en estos días. Promover empresarios y emprendedores que generen empleos genuinos en blanco con perspectivas duraderas. Sindicalistas responsables que, en defensa de sus intereses, que no son otros que los intereses y el bienestar de los trabajadores, no hagan peligrar las fuentes laborales. Y, por último, no menos importante, funcionarios de todos los niveles que anticipen los problemas.
Los vecinos esperan una dirigencia a la altura de las circunstancias en un mundo complejo, cambiante y en crisis permanente.
Es tiempo de empatía, anticipación, compromiso y responsabilidad de todos.
Es tiempo de acción.