Con una identidad renovada, la cadena de heladerías Grido busca posicionarse como una marca de alimentos, más allá de su producto estrella. El plan de la empresa cordobesa, que nació en poscrisis del 2000 y cumple 20 años en el mercado nacional, contempla su expansión puertas adentro y fuera de la Argentina.
La compañía de la familia Santiago, que hace dos décadas abrió sus primeros locales en el barrio cordobés de Alberdi, ya es la cadena de heladerías más grande de América latina y la quinta a nivel mundial, según Euromonitor, con un total de 8000 colaboradores y 1700 franquicias en la Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay, de las cuales 1500 se encuentran en el territorio nacional.
De la mano de la nueva imagen, que será incorporada de forma paulatina por las sucursales a lo largo de este año, la compañía prevé abrir 150 locales y llevar sus productos a más países. Planea terminar 2021 con un aumento de las ventas de entre el 5% y el 7%.
“Fieles a nuestra esencia, estamos decididos a evolucionar. Seremos más que una heladería y una tienda de congelados. Nos dirigimos hacia una organización fresca, dinámica y digital. Vamos hacia una marca más profesional, que refleje la calidad y la calidez en cada uno de nuestros clientes”, describe la nueva impronta Celeste Santiago, directora de Recursos Humanos y Comunicación de Grido e hija de su fundador, Sebastián Santiago.
El refresh de la imagen sale $ 400.000 por franquicia, un costo que corre por cuenta de los locatarios. Así, la compañía prevé un desembolso de $ 720 millones para este propósito. “Ya son 300 las sucursales que se adaptaron”, cuenta Santiago.
Hoy no hay una sola localidad cordobesa que no tenga una heladería Grido. “La provincia está copada, pero hay espacio para crecer fuera de ella. En Buenos Aires queda mucho por avanzar. Fue una de las últimas plazas a las que llegamos”, asegura.
La inauguración de un local se determina en base a la cantidad de habitantes. “Hacemos un análisis poblacional a partir del nivel de consumo. Tenemos un objetivo ambicioso de aperturas, pero consideramos que es alcanzable”, sostiene.
En 2020 abrieron más de 100 puntos de venta nuevos. Pese a la crisis económica derivada de la pandemia, no cerró ninguno. “Con la cuarentena hubo momentos de menos actividad, como abril y mayo, los meses más complicados. Luego, se reactivó el ritmo de aperturas”, explica.
La inversión para montar una franquicia ronda entre los $ 1,5 y $ 2 millones, dependiendo el formato elegido: estructuras grandes o points más pequeños. La recuperación del capital se estima en un plazo de un año. “Es una inversión de bajo riesgo en el tiempo”, indica la ejecutiva.
El año pasado, Grido empezó a exportar a Bolivia. “Llegamos con un nuevo modelo de negocio. No instalamos sucursales, sino que hicimos una alianza con una empresa boliviana. Se llama Delizia y le proveemos dos bombones (el crocante y el vainilla split), que se venden en ese país bajo esta marca”, señala Santiago.
La intención es continuar con el acuerdo y explorar nuevos mercados. “Nuestro próximo paso será desembarcar en Perú. Ahora que contamos con la experiencia de las franquicias en el resto de la región y este formato, estudiaremos cuál será la mejor opción en este caso”, adelanta, y reconoce que no descartan evaluar otras posibilidades, dado los pedidos que reciben a diario de interesados en exportar la marca.
La cartera de productos se completa con la línea de congelados Frizzio. Creada en 2014, empezó con variedades de pizzas. Con el tiempo, sumó pechugas de pollo y bastoncitos. A fines del año pasado, agregó pastas frescas. Ahora, con el fin de ampliar la oferta de productos saludables, incorporó yogurt helado. Es el primer producto sin TACC, apto para celíacos.
“Está pensado para un consumo al paso, viene en un envase individual”, explica Santiago, y adelanta que en los próximos meses habrá más lanzamientos, como papas fritas y tartas.
La diversificación de la familia de productos también incluye la venta de las materias primas que Grido usa para sus elaboraciones. “Con los mismos proveedores, desarrollamos algunos alimentos como dulce de leche y mermelada, que se comercializan con nuestra marca”, comenta Santiago.
La planta, la única fábrica desde la cual Grido abastece al país y la región, se encuentra en el barrio cordobés de Ferreyra y emplea a 800 trabajadores de forma directa. Elabora 40.000 paletas por hora y 75 millones de kilos anuales, que se reparten entre la producción a granel (con 36 sabores) y los productos empaquetados, que ganaron lugar con la cuarentena. Su cámara de frío permite almacenar 15 millones de kilos.
El emprendimiento familiar nació con el objetivo de crear un producto de calidad, que fuera accesible. “Logramos romper la estacionalidad del helado, un consumo que antes era exclusivo en verano. Soñábamos con tener una cadena de heladerías, pero nunca imaginamos tal trascendencia”, concluye Santiago.