San Ignacio, con dos plantas industriales en Santa Fe, procesa 120.000 litros de leche diarios de medio centenar de tambos, todos dentro de un radio de 60 kilómetros. Su historia de ventas externas fue cíclica desde los inicios hasta que, en 2013, se convirtió en un eje estratégico y hoy representa el 60% de las operaciones de queso y 15% de las de dulce de leche.
“Las exportaciones de queso azul fueron aleatorias y sin continuidad a lo largo del tiempo, con algo de llegada a Brasil y Perú, pero desde el 2013 vimos oportunidades de desarrollar el mercado externo –cuenta a La Nacion Alejandro Bertín, CEO y director de San Ignacio-. En los mercados más chicos no hay fábricas porque el queso azul es una especialidad y hace falta volumen para que se justifique”. La empresa produce con marca propia y también para otras.
La capacidad de fabricación de la firma es de 1200 toneladas anuales de queso azul que venden a toda la región (Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Brasil, Perú) y a Rusia y de 15.000 toneladas de dulce de leche que, además de atender el mercado interno, va a esos mismos destinos más México, Estados Unidos, Canadá y a la Unión Europea (es la única planta habilitada en la Argentina para ese destino). “Es un esquema más atomizado”, define Bertín. Para consumo doméstico también hacen queso crema untable.
San Ignacio nació en Rosario hace 82 años como una empresa familiar y después de 60 años trasladaron la planta a Sauce Viejo. En 1996 compró la mayoría de las acciones una Pyme láctea francesa, Laiteries H. Triballat, experta en quesos. Con el paso de los años, fueron aumentan su participación hasta que en 2013 decide retirarse de la Argentina y se hacen cargo de la empresa los actuales dueños, entre los que está Bertín. Los números no pasaban un buen momento y decidieron profundizar la transformación que se había iniciado en 2011.
En 1998 los franceses habían sumado la plata de Hipatía (Santa Fe) que se dedica exclusivamente al queso azul; a partir de esa adquisición comenzó a desarrollarse y consolidarse ese negocio específico. La empresa, repasa Bertín, produjo a lo largo del tiempo diferentes productos lácteos aunque siempre su fuerte fue el dulce de leche.
Desde que los nuevos dueños –quienes eran ejecutivos de la firma- se hicieron cargo trabajaron fuerte en el reposicionamiento de la marca, una acción clave no sólo para poder acceder a financiamiento sino también para sumar canales de distribución. Ocupan a 125 personas y sus planes son seguir creciendo en exportaciones, tanto en los mercados donde ya tienen presencia como en la búsqueda de nuevos.
En el país hay pocas fábricas de queso azul. Bertín explica que se requiere volumen para el proceso que es específico. Savencia Fromage & Dairy, un grupo familiar francés, especializado en la producción y comercialización de quesos y productos lácteos de valor agregado, es la dueña de marcas como Milkaut y Santa Rosa. En Córdoba hay dos plantas, una de Savaz que está en el parque industrial de Ucacha y otra inaugurada el año pasado en Seeber de la familia Mikles.
En 2014, en una guerra comercial de sanciones cruzadas entre Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea por la invasión de la primera a Crimea, el gobierno decide dejar de importar alimentos. Corta las operaciones que involucraban US$ 19.000 millones anuales y los importadores deben salir a buscar proveedores. Así “desembarcamos en ese mercado que hoy representa entre 35% y 40% de las ventas externas del queso azul”, apunta el ejecutivo. Por el momento la empresa no analiza sumar nuevos productos, sino que la estrategia “profundizar la inserción en los destinos en que estamos y buscar nuevos”.