Las lácteas santafesinas lideraron el ranking nacional de exportaciones del sector en 2020, año en el que crecieron 25 puntos principalmente impulsadas por el incremento en un 70% de los despachos de leche entera en polvo, con un volumen 42.9 toneladas, y un valor de u$s129 millones. Pero además, el queso azul santafesino representa la totalidad de las exportaciones de ese producto que ofrece Argentina al mundo, el mozzarella un 90%, la pasta blanda un 80% y la pasta dura poco más de la mitad. En total, permitieron ingresos por u$s179,3 millones.
Estos datos dan cuenta del enorme peso del sector en la economía provincial, que integra la cuenca lechera más importante de Latinoamérica, donde se concentran la mayor cantidad de explotaciones de productos lácteos y también de empresas. Nestlé, Williner, Corlasa, Saputo, Verónica, García Hnos, Sancor, La Ramada, Ramolac y Milkaut se encuentran entre las 50 más importantes del país con presencia en la provincia, pero a las que se suma una enorme cantidad de pymes que generan miles de puestos de trabajo.
Los destinos más dinámicos en 2020 fueron Argelia, Chile, Uruguay, Rusia y Taiwán; mientras que en Colombia y China se abrieron nuevos mercados: y Brasil, Paraguay y Perú recortaron su demanda. Sin embargo en este 2021se esperaba un notable despegue de la demanda del gigante asiático, algo que ya se estaba registrando en Nueva Zelanda, donde los grandes pedidos llevaron los precios de exportación de la leche en polvo entera de sus compañías a niveles superiores a los 4000 u$s/tonelada.
A nivel mundial esto ya estaba teniendo incidencia, al subir el precio promedio para la leche en polvo entera a valores entre 3600 y 3700 u$s/tonelada. Más allá de que por el momento las industrias argentinas no habían podido concretar negocios por esos valores en volúmenes significativos, había grandes expectativas puestas en ir acercándose, a partir de una recuperación de las compras por parte de Argelia y Rusia (con mayor poder de fuego que el año pasado por la recomposición del valor internacional del petróleo), y con el incremento de los embarques a Brasil.
Es por eso que las nuevas medidas de control de las exportaciones del sector generaron mucho ruido en la cadena, donde no son pocos los que teman que frene con esta curva ascendente. Y es que se teme que esta obligación de inscribirse en el Registro de Operadores de la Cadena Agroalimentaria (RUCA) para exportar termine llevando a un nuevo escenario como el de las ROE en épocas de Guillermo Moreno, cuando estas habilitaciones fueron usadas como canilla para cerrar el comercio agropecuario y terminaron con muchas sospechas de discrecionalidad y corrupción. El hecho de que se haya designado para administrar a este asunto a Luciano Zarich, el mismo que se encargó de las ROE en 2014 cuando explotaron los escándalos de empresas truchas autorizadas a exportar, avala estos temores.
Pero incluso dejando a un lado esto, desde el vamos preocupa que se intime a empresas que comercien productos argentinos al exterior a “informar para su evaluación, anualmente y acreditar de modo suficiente la sustentabilidad técnica, operativa y económica-financiera de sus operaciones”. Estos nuevos requisitos regirán para el caso de firmas que no tengan una planta propia y que se dediquen solamente al comercio de bienes producidos por otros o producidos por ellos mismos pero en plantas de terceros, algo sumamente habitual en el rubro en todo el mundo pero que el Gobierno parece considerar sospechoso.
En este sentido, los exportadores sin planta también deberán presentar a las autoridades un “plan de trabajo proyectado para el próximo año, con detalle de mercadería a exportar, volúmenes, proveedores y destinos”. O sea que para obtener su licencia para ejercer un negocio lícito deberán detallar por anticipado cómo será su flujo de negocios, en un país en el que las reglas de juego cambian a diario caprichosamente, y en un contexto internacional de suma turbulencia. Es este escenario que las pymes serán las que más sufran y puedan quedarse fuera de la exportación.