La exportación de porcino se disparó; el avícola tuvo que bajar la producción y las pequeñas granjas se acercaron al consumidor.

No hay duda de que el campo gallego ha estado a la altura de la emergencia derivada de la pandemia provocada por el coronavirus. Pero cómo se lo han agradecido las normas que dicta el mercado es una historia con muchas aristas que varían según el sector. Mientras el vacuno de carne o el vino fueron los más castigados por el virus, el resto de engranajes que mueven la economía en el campo giraron a diferentes ritmos. En algún caso, dicen desde las organizaciones agrarias, la pandemia no fue más que una excusa para no tapar heridas que llevan supurando mucho tiempo. Por ejemplo, los «precios justos» para sus productos que ya reclamaban en las calles antes del estado de alarma. Porque, dicen, mientras no haya un control del cumplimiento de la Ley de la Cadena, que prohíbe la venta a pérdidas, esta no tendrá efectos. Además, están esperando a ver qué pasa cuando se trasponga la directiva europea de prácticas comerciales desleales, asunto que ahora está a debate en el Congreso.

Pero quienes saben realmente lo que ha pasado en el campo gallego durante los meses que duró el estado de alarma son los que viven de él y protagonizan, por ejemplo, la historia del lácteo.

Un motor

No cabe duda de que ese es el motor del sector agroganadero gallego con más caballos, al representar un 23,7% del valor de la producción agraria. El relato de lo que le ha sucedido en ese tiempo tiene dos caras. La primera, la amable, es la que dibuja un aumento del consumo de leche en los hogares españoles, según los datos que maneja el Ministerio de Agricultura, un 7,1% el año pasado con respecto al 2019, compensando el descenso de ventas que provocó el cierre de la hostelería.

Porque aunque los datos hacen referencia a España, no hay que olvidar que de las ubres de las vacas gallegas salió el 39,1 % de la materia prima que se produjo en todo el país en el 2020, según el Fondo Español de Garantía Agraria (Fega). Y durante ese mismo año la alta demanda animó la producción de leche, que en Galicia alcanzó los 2,85 millones de toneladas, 347.372 más que el año anterior. La otra cara, la que no pinta tan bien, es la del descenso de la cotización de las vacas «de desvelle» y la de los terneros al no haber demanda en los cebaderos por el cierre de la hostelería. Pero, sobre todo, la del aumento de los costes de producción derivado del incremento del precio de los piensos, por el alza de las materias primas; la electricidad y los servicios. De hecho, un informe elaborado a principios de este año por una consultora, pendiente de ratificar por el Ministerio de Agricultura (organismo que lo encargó), contabilizaba el coste de producción de un litro de leche en 36,2 céntimos de euro, cuando el precio medio que paga la industria al ganadero en Galicia está en unos 33 céntimos.

La historia del sector del cerdo es diferente. En el caso del porcino de capa blanca, las exportaciones batieron un récord histórico el año pasado en España al alcanzar, según los datos de Interporc, los 2,9 millones de toneladas de productos cárnicos comercializados por un valor de 7,628 millones de euros, un 20 % más que el ejercicio anterior. El gran empujón lo dio China, destino del 47 % de esos alimentos. Al reparto de esa gran tarta, los productores gallegos no son ajenos. Con todo, el presidente de la Federación Galega de Porcino (Fegapor), José Antonio Vidal, concluye que este último «foi un ano de transición con épocas de moi bos prezos e outras nas que estes foron peores». En el caso del porco celta, fueron los consumidores los que impulsaron la producción, que aumentó un 20 % en el 2020. Mercaproximidade ayudó a colocar la carne de esta raza que no tuvo salida en la hostelería, en la gran distribución.

En el sector avícola hay dos relatos que avanzan a velocidades diferentes. Por un lado, el de las 844 explotaciones dedicadas en Galicia a la cría de pollos que, como explican fuentes de la Asociación de Criadores Avícolas de Galicia (Acriaga), sectorial de Unións Agrarias, tuvieron que rebajar su capacidad de producción con vacíos de un mes entre camadas (lo habitual son 15 días) debido al descenso de la demanda. «A media anual é de 5,5 crianzas e o ano pasado tiveron que reducilas a unha media de 4,5, o que supón unhas perdas duns 25.000 euros por explotación», calculan desde la organización. Por otro, el de las granjas artesanales que crían razas autóctonas, que vieron cómo los consumidores aumentaron las compras de esos productos de proximidad. Eso mismo también lo apreciaron los productores de huerta durante los meses más duros del estado de alarma. Ahora algunos mantienen a sus nuevos clientes. Otros no.

Luego está la historia de la planta ornamental, la única rama del sector primario que no fue declarada «esencial». Eso hundió la campaña del 2020, pero esta primavera está floreciendo empujada por la alta demanda de planta y flor que hay a nivel gallego, pero también europeo. Su caso es el resurgir del ave fenix.

¿Cómo llevaron el campo los trabajadores del campo?

XURXO ALBA. BODEGUERO DE RÍAS BAIXAS
Albamar, una pequeña bodega de Rías Baixas depende mucho del sector hostelero. Cuando la crisis comenzó, sus ventas en el mercado nacional cayeron a la mitad. Por fortuna, la exportación incrementó su demanda y eso permitió salvar la campaña. «En Europa a xente bebe o viño na casa, en España non hai esa costume», asegura Xurxo Alba.

FRANCISCO RIVAS. PRODUCTOR DE VACUNO DE CARNE EN LÁNCARA
La situación en este sector no era buena antes del coronavirus, pero la pandemia vino a rematarla. Desde que comenzó el confinamiento los precios de Ternera Gallega Suprema no remontan «e eu non vexo que se estén tirando xatos ao mar», lamenta este ganadero. Hay demanda, pero esta no se traduce en las rentas de los ganaderos.

LAURA SÁNCHEZ. PRODUCTORA DE PORCO CELTA EN OZA DOS RÍOS
«Durante este último ano o consumidor apostou polos produtos de proximidade e iso favoreceunos», cuenta la productora de esta raza autóctona. Porque más allá de los problemas que tuvieron los particulares para ir a buscar los lechones en los primeros meses del confinamiento, no tuvieron ningún problema de comercialización, ni de precios.

JOSÉ ANTONIO FEIJOO. PRODUCTOR DE PATATA DE A LIMIA
A José Antonio le salvó el año el no poner todos los huevos en la misma cesta. «Foi un ano irregular. A pataca para a industria baixou de prezo por estar a hostelería pechada, pero o da branca, que vai ás casas, estivo ben. Os particulares non puideron plantar e saiu máis», dice este agricultor que cultiva las dos. También cuenta que Mercaproximidade ayudó.

MARÍA JESÚS VILLALBA. AGRICULTORA DE MONDOÑEDO
Lleva 25 años al pie del cañón, cultivando planta, col, repollo, pimientos, tomate…, hortalizas de proximidad que comercializa en las ferias de Vilalba y Abadín. «O último ano foi raro, diferente. A xente tivo medo de ir mercar», dice. Aunque las cosas parecían remontar en marzo y abril, «agora volveu baixar». Pero es optimista. Y no duda que todo irá recuperándose poco a poco.

MIGUEL MADRIÑÁN. GANADERO DE LECHE DE LALÍN
«Ao principio da pandemia _dice este joven de 29 años_ non sabíamos moi ben cómo facer nin qué medidas tomar, pero pudimos levalo». Aunque el precio de la manteria prima se mantuvo, reconoce que el cierre de la hostelería, dejó su huella bajando el precio de las vacas de desvieje y de los terneros que no tenían cabida en los cebaderos.

SUSANA FERNÁNDEZ. VIVERISTA DE SAN SADURNIÑO
Aunque el año pasado vivieron tiempos duros, la gerente de Vivergal reconoce que esta primavera las ventas están superando las registradas antes de la pandemia. «La gente está arreglando los jardines, haciendo huertos… hasta la gente joven se ha animado a ello», dice. Y aunque fueron cautos a la hora de planificar la producción, han logrado remontar.

RUBÉN JORDEDO. PRODUCTOR DE AVES DE VILA DE CRUCES
Fue en enero del año pasado cuando este joven empezó a comercializar dos razas autóctonas Galiña de Mos e Galiña Piñeira. «Para min este ano foi sorprendente porque a resposta da xente a este producto de proximidade non puido ser mellor. poida que o feito de comercializar directamente aos consumidores fora unha ventaxa. Pero non podo dicir nada negativo».

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