Albornoz mencionó que el contexto en el sector no es diferente al resto del país, donde las vías se han ido cerrando. Explicó por ejemplo, que mucha de la leche que se iba a la industria de quesos procesados o quesos filados (telita, guayanés o de mano) han cedido espacios por temas de transporte, incrementándose así el desarrollo del queso duro blanco.
El gremialista, dijo que aunque hay un bajo consumo de leche per cápita de unos 50 litros al año, cuando debería ser el doble, sigue en los hogares venezolanos un alto de consumo del queso blanco duro.
Este escenario se traduce a que exista un superávit de leche, (cuando apenas se está produciendo alrededor de 3 millones de litros al día), y, también cuando empiezan las lluvias desde mayo hasta noviembre, donde hay un pico de producción «que ojalá pudiera ser resulto con una exportación de quesos».
«Eso crea un cuello de botella que hace que el queso duro baje de manera dramática y los productores prácticamente trabajen a pérdida. Por eso vemos algunas protestas donde se exige un precio mínimo de producción no menor a 2$ por kg», dijo.
En entrevista concedida a Fedecámaras Radio, detalló que actualmente en el país hay alrededor de 10.840.000 reses, que en comparación con el año 2019 se refleja una pequeña recuperación debido a la dolarización del negocio en el país.
Por último, detalló que de esta forma fue que el contrabando disminuyó y empezó a recuperarse el rebaño, que pasó de 9 millones 300 mil reses a los 10 millones 800 mil, en año y medio.
Sin embargo, subrayó que la recuperación de estatus de certificación libre de aftosa en Colombia, ha hecho que nuevamente el negocio de contrabando en la frontera sea rentable, «se empieza a ver como aparecen desde Venezuela mil reses diarias en el norte de Santander».