La principal productora láctea de la Argentina sigue reordenando sus finanzas, luego de haber atravesado varios períodos de incertidumbre financiera y millonarias pérdidas que la llevaron, incluso, a estar al borde del default.
Se trata de Mastellone Hnos., que en los primeros seis meses de este año redujo fuertemente su rojo al presentar un balance negativo de $607 millones contra los $1.440 millones que perdió en igual período del año pasado.
La cifra también es menor a los $828 millones que perdió en el primer trimestre debido, fundamentalmente, a la imposibilidad de recuperar vía los precios de venta de sus productos todos los aumentos de costos registrados durante el período.
En ese momento, la dueña de La Serenísima también logró reducir en un 44% su resultado negativo con respecto a los $1.470 millones que había perdido entre enero y marzo del 2020 cuando su rojo anual superó los $2.287 millones.
Problemas
Ese año, los problemas de Mastellone se fueron acumulando debido al congelamiento de precios ya que el 80% de sus productos se encontraban bajo alguno de los regímenes oficiales de precios controlados.
En ese sentido, y si bien durante los primeros seis meses del 2021 logró achicar de manera importante sus pérdidas, la empresa todavía sigue padeciendo el arrastre de los cepos y de un aumento sostenido de sus costos, particularmente en lo referido a la materia prima láctea.
En el sector, agregan que Mastellone no recibió ni en el 2020 ni en lo que va de 2021 ningún tipo de asistencia económica o impositiva, por parte del Estado, ya sea mediante aportes de ATP, Repro o de algún otro plan oficial.
De hecho, recuerdan que desde el 2018 no logra salir del rojo, afectada no sólo por el congelamiento de precios, sino también por la caída del consumo y las medidas sanitarias contra el coronavirus que la causaron un impacto negativo en su performance de negocios.
El año pasado, sus estados financieros del período reflejaron pérdidas por algo más de $2.287 millones, contra un rojo de $68 millones que registró en el 2019.
En ambos casos, el directorio de la compañía responsabilizó a las medidas sanitarias tomadas para combatir el coronavirus que tuvieron una clara incidencia en el comportamiento económico-financiero sobre la actividad y sobre sus resultados.
Entre las principales medidas negativas que fueron afectando las operaciones de Mastellone se encuentran la Resolución 100 de la Secretaría de Comercio Interior, dependiente del Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación, que estableció la creación del programa de “Precios Máximos”, retrotrayendo los precios de venta de los productos a los vigentes al 6 de marzo de 2020.
Ese plan fue discontinuado recién en mayo pasado para ser reemplazado por un nuevo programa bautizado como “Súper Cerca”, que crea una canasta de 120 artículos a precios congelados por lo menos hasta fin de año.
De hecho, en uno de sus reportes publicados en la Comisión Nacional de Valores (CNV), la compañía advertía sobre esta situación. “Todo nuestro portfolio de productos comercializados en el mercado doméstico estuvo afectado por esta resolución, con el consecuente impacto en los números de la compañía”, acusaban en ese momento.
Advertían además que los costos de producción y distribución de la empresa se habían incrementado fuertemente mientras que los precios de venta solo recibieron retoques mínimos.
Otro cuestionamiento estuvo dirigido a lo protocolos sanitarios como el de las definiciones de grupos de riesgo, que “privaron a la compañía de contar con la totalidad de sus recursos humanos, especialmente en las áreas de producción, situación que obligó a incurrir en costos adicionales que tuvieron su origen en la contratación de personal temporal, abonar horas extraordinarias, todo a efectos de garantizar la provisión de productos lácteos básicos para la canasta familiar”.
En el 2019, la pérdida de Mastellone había sido sustancialmente menor, alcanzando los $68 millones, mientras que en el 2018 había perdido $1.995 millones, lo cual refleja que en los últimos tres años la compañía acumula un rojo de $4.350 millones que solamente fue neutralizado por una ganancia de $1.156 millones del 2017.
Ese año, logró aprovechar el achique de su rival SanCor para, por ejemplo, quedarse casi con el control total del mercado de leche fresca de Capital Federal y el Gran Buenos Aires. Ese año también logró crecer en el segmento del dulce de leche, donde las ventas de sus marcas se duplicaron con respecto al 2016.
En ese momento, la firma Deloitte, a cargo d la auditora de Mastellon, advertía una Incertidumbre importante relacionada con que la empresa pueda continuar en funcionamiento debido al peso de una deuda de u$s200 millones que vencía en julio pasado.
Reperfilamiento
A partir de ese supuesto escenario, la compañía elaboró un plan de normalización de esa deuda que recibió un fuerte respaldo de los tenedores de Obligaciones Negociables (ON) que logró canjear evitar de ese modo, entrar en default.
Mastellone debió modificar los términos de esas ON para poder cumplir con las normas establecidas el año pasado por el Banco Central (BCRA) para la refinanciación de pasivos empresarios.
Es decir, por las restricciones de acceso al Mercado Único Libre de Cambios (MULC) impuestas por la Comunicación “A” 7106 y su extensión “A” 7230, de la entidad oficial y que obliga a las compañías a reperfilar al menos el 60% del capital de los títulos de deuda en moneda extranjera cuyos vencimientos de capital operen antes del 31 de diciembre de este año.
Con ese objetivo, lanzó nuevos títulos por u$s110 millones que vencerán el 30 de junio del 2026; devengarán intereses a una tasa fija del 10,95% anual a ser abonados de manera trimestral a partir del 30 de septiembre próximo.
Mastelone recibió ofertas mayores al 81,5% de los tenedores de las ON a canjear (la Clase F) en el marco de una operación que fue coordinada por los bancos Citigroup, JP Morgan y Santander Investments.
De esta forma, pudo descomprimir su delicada situación financiera generada precisamente por la imposibilidad de trasladar a sus precios los aumentos de costos.
Para asegurarse el éxito del canje de deuda, Mastellone avaló las nuevas ON con una garantía fiduciaria sobre el 100% del capital social de su filial brasileña Leitesol Industria e Comercio; una hipoteca en primer grado de privilegio sobre todos los derechos y titularidad de su planta de la producción de leche en polvo ubicada en la localidad bonaerense de General Rodríguez; una prenda sobre equipos de la misma planta y un derecho real de garantía en una cuenta de reserva para el servicio de deuda en Nueva York.
Además, la oferta contempló por cada u$s1.000 de valor nominal de ONs Clase F, una emisión de ONs Clase G de u$s675, un pago en efectivo de u$s325 y un monto adicional total de u$s1.4 millones.
Mastellone es controlada por el fondo Dallpoint Investments y el grupo cordobés Arcor que ya posee alrededor del 49% del capital accionario. Y su directorio viene adoptando estrategias para mitigar el impacto del estancamiento de sus ingresos y lograr un mejor resultado financiero.
Con respecto al futuro de sus operaciones, se encuentran atados a la evolución de la pandemia del Covid-19 que será una variable clave a monitorear durante los próximos meses. En la empresa consideran el impacto que podrán tener el rebrote de casos registrados recientemente en el país, combinado con las acciones que desarrolle el Gobierno como así también la evolución de los planes de vacunación.
De todos modos, la empresa ya dio señales de querer mantener sus planes como, por ejemplo, la finalización de la ampliación del sector de procesado de crema para incrementar la capacidad de almacenamiento. También, las mejoras de productividad y reducción de mermas de proceso, disminuyendo también los vuelcos al sistema de tratamientos de efluentes.
También, la ampliación de la capacidad de fabricación de fat filled y de sus líneas de leche estéril, producto de un incremento de la demanda durante el 2020.
La empresa opera en un mercado en el cual la producción nacional del 2020 creció un 7% respecto del 2019 y que, a partir de la fuerte recuperación del precio que lograron los productores en el primer semestre del 2019 le permitió recomponer su situación financiera y empezar a invertir tanto en tecnologías como en alimentación del ganado vacuno.
Esta situación se combinó con una recuperación en la cantidad del rodeo de vacas en producción debido a que se dio un menor descarte de animales. Todas estas acciones, tuvieron como resultado una mayor cantidad de vacas produciendo con un mejor estado corporal y en mejores condiciones de confort animal que se expresaron con una mayor producción de leche sobre todo en el primer semestre del 2020, cuando la producción creció un 10% versus el 2019.
Sin embargo, durante el segundo semestre del año pasado, la industria se vio afectada por la devaluación de la moneda que impulsó un incremento de los costos de producción y sobre todo, la fuerte suba de los precios de los granos que se utilizan como fuente de alimentación (el maíz, subió casi el 100% en su valor de junio a diciembre).
Todo esto se dio en un contexto de condiciones climáticas adversas con sequías en las principales cuencas lecheras del país, factores que redujeron notablemente la rentabilidad de la actividad y que provocaron una baja importante que redujo el diferencial de 10% logrado en el primer semestre del año de manera significativa.