Alejandro Bertin, gerente general y director de Establecimientos San Ignacio conversó con Agroempresario.com sobre la historia reciente de la empresa, el valor agregado en los productos lácteos y el perfil exportador de una firma líder en la elaboración de quesos y dulce de leche.
Una producción láctea con historia
En 1939 Don Ignacio Rodríguez Soto fundó San Ignacio, una pyme láctea que se convertiría en una de las más importantes de la Argentina. Con asiento en Rosario, Santa Fe, el éxito rotundo de sus productos los obligó a trasladar la planta elaboradora a Sauce Viejo en 1997 y a la posterior adquisición de una nueva planta en la ciudad santafesina de Hipatia.
A mediados de 2011 Alejandro Bertin, un empresario con un vasto expertise en el sector lácteo, fue convocado para gerenciar Establecimientos San Ignacio junto a sus dos socios, Alejandro Recca y Diego Temperley.
“Nuestro rol fue el de encaminar la compañía para ponerla en orden y hacerla funcionar como corresponde, un trabajo muy arduo que hicimos durante todo el 2012”, explicó.
Mirando hacia atrás, Bertin compartió con Agroempresario.com algunas reflexiones sobre su trayectoria como gerente de San Ignacio.
“Desde lo empresario nos fue muy bien; logramos revertir una situación muy compleja en un entorno donde no tuvimos una sola fácil de 2012 en adelante. Pudimos encaminar la compañía con una rentabilidad razonable y en una situación estable. Hemos crecido y desarrollado cosas nuevas con mucho esfuerzo. En este sentido, el balance ha sido muy positivo y estamos muy orgullosos de lo logrado”, expresó.
No obstante, desde el plano personal Bertin se sinceró sobre el enorme desgaste que implica ser empresario en el país. “Muchas veces me arrepiento de haber comprado la compañía. Vivimos en un ambiente muy hostil en el que las pymes no tenemos paz. Se ha instalado en Argentina que el empresario es una especie de mal a la patria cuando lo cierto es que somos caballos que empujamos el carro”, manifestó.
Como muchas otras pymes del país, Establecimientos San Ignacio mantiene un compromiso con las ciudades donde se asientan sus dos plantas, sumado al vínculo con 50 tamberos y numerosos proveedores: “Podría enumerar el efecto multiplicador que tiene una pyme en una región. Con lo cual, es muy ingrato ser empresario en Argentina”, dijo.
Impronta exportadora
Establecimientos San Ignacio es la principal exportadora de dulce de leche de la Argentina y una de las principales firmas que comercializa queso azul a mercados del exterior. Se trata de la única empresa con tambo y planta habilitada para vender a la Unión Europea.
“Con mis socios definimos que las exportaciones son estratégicas, eso no se discute”, enfatizó.
Analizando el negocio y el perfil exportador de la pyme, Bertin describió la evolución de la estrategia a lo largo de los años. “Si bien San Ignacio siempre fue una firma exportadora con distintos ciclos y momentos, cuando ingresé a la compañía las exportaciones no representaban más del 1% de las ventas”, destacó.
Luego de una primera etapa de reordenamiento en lo que Comercio Exterior respecta, San Ignacio trazó una estrategia que incluye participaciones en ferias internacionales de alimentos como SIAL (Salón Internacional de la Alimentación) en Francia; ANUGA en Colonia, Alemania y Fancy Food en Nueva York.
“Estas ferias son un punto de encuentro con clientes actuales y dan la posibilidad de captar nuevos mercados. Exportamos dulce de leche a cerca de 15 países y queso azul a siete países, con lo cual es un muy buen lugar para encontrarte con la gran mayoría de ellos y la verdad es que -salvo raras excepciones- siempre nos volvemos con algún “pancito debajo del brazo” y varios prospectos para trabajar y desarrollar”, contó.
Entre los principales destinos de sus productos se encuentran: Brasil, Paraguay, Uruguay, Chile, Perú, Bolivia, México, Canadá, Estados Unidos, Países Bajos, Alemania, España, Suiza, Austria, Inglaterra, Rusia, Italia, Nueva Zelanda, Filipinas, Siria, Dubai, Israel, Sudáfrica y Japón.
“Cuesta mucho desarrollar el comercio exterior siendo una pyme; donde un mes ganamos plata y al otro no, donde un día nos ponen controles de precios y un día nos dejan exportar y al otro no. Lo único que nos mantiene en el camino al comercio exterior es nuestra propia consistencia”, sentenció.
Sobre qué es lo que necesita una empresa exportadora como San Ignacio, Bertin enumera dos condiciones: “Que nos dejen trabajar y acuerdos de libre comercio. En Argentina tenemos un complejo muy fuerte respecto a salir a competir. A lo que hay que sumar las retenciones a los productos lácteos y las barreras arancelarias. Se dice que tenemos que exportar y ser el supermercado del mundo pero los gobiernos hacen bastante poco para que esto suceda”, agregó.
Respecto a la estrategia actual, San Ignacio apunta a profundizar la presencia de su marca en aquellos mercados en donde ya está instalada al tiempo que negocia con dos nuevos importadores interesados en sus productos.
La pandemia: una oportunidad para el valor agregado
Si bien todo el mundo empresario tuvo que adaptarse a una nueva nueva realidad que se dio abruptamente, los productos de Establecimientos San Ignacio para consumo final comenzaron a ser demandados con más fuerza durante el 2020.
“No recuperamos esos dos meses de venta perdidos; vendimos menos pero vendimos más valor agregado, vendimos distinto”, resaltó.
En este escenario, Bertin piensa el lugar de la compañía: por un lado formando parte de una cadena de valor proveyendo un ingrediente, y por el otro yendo a competir directamente en góndola con jugadores internacionales presentes en todos los mercados.
Sobre las inversiones, Establecimientos San Ignacio realiza inversiones de manera sistemática. Entre sus últimas adquisiciones puede mencionarse la compra de una caldera que le permitió a la empresa obtener importantes reducciones en el consumo de gas y energía eléctrica. “Eso es eficiencia pura. Después hemos renovado todo el parque de pailas donde se cocina el dulce de leche y estamos migrando al software más conocido del mundo”, precisó.
En cuanto al futuro, la pyme continúa apostando al valor agregado: “Nuestra mirada siempre está orientada a crecer en productos de valor agregado. Cuando analizamos los productos con los que trabajamos y aquellos que nos gustaría lanzar en el mercado siempre intentamos que los productos puedan ser vendidos tanto en el mercado interno como en el mercado externo”, detalló.
“Me imagino una empresa con más desarrollo y capilaridad de venta interna y con un portfolio de productos doble sentido. Una compañía más insertada en el mercado interno y en el mercado internacional”, expresó.
El compromiso de una pyme
Establecimientos San Ignacio invierte a largo plazo para generar fuentes de trabajo de calidad en la región en la que se asienta. En esta línea y con una fuerte presencia territorial, la firma apuesta al desarrollo, al crecimiento y a la eficiencia tecnológica y de sus recursos humanos. “Necesitamos formar al recurso humano que tenemos adentro. Cuando nuestros empleados terminan el secundario los alentamos a que cursen tecnicaturas y ya tenemos no menos de quince personas que pudieron terminar una carrera afín a su trabajo como tecnicaturas lácteas”, destacó.
“Eso es el mundo pyme y lo que podemos hacer como empresa por nosotros mismos, por la compañía (para que sea perdurable en el tiempo) y para ayudar a mejorar el entorno en donde desarrollamos nuestro negocio. No nos tiene que asustar; este el rol que tenemos las pymes: afincar a la gente para que no se aleje de sus raíces, puedan prosperar y agregar valor. Eso es eficiencia y productividad para nosotros y para el país”, concluyó agradeciendo la invitación y el espacio brindado por Agroempresario.com