Transcurren tiempos de tormentas en el ámbito de la producción doméstica de lácteos.
Ocurre que la estructura de tambos, pilar base de la generación de leche en la Argentina, no deja de achicarse período tras período. Y esa pérdida de tamaño, además de estimular la concentración, pega de lleno en el rendimiento de las principales compañías del rubro.
Según estudios del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) a los que accedió iProfesional, el número de establecimientos productivos se reduce a razón del 3 por ciento anual, y hoy se encuentran en peligro de cierre al menos 10.000 tambos. En el sector señalan que el 70 por ciento de los actores del sector está amenazado.
La organización detalló que sólo en la última década los productores más chicos perdieron 10 puntos porcentuales de la participación en la torta de la actividad. Hoy por hoy, sólo aportan el 16,4 por ciento de la leche que se genera.
“El proceso de concentración de la producción en tambos más grandes es continuo, y mencionarlo no es naturalizarlo, sino mostrar una tendencia contundente y generalizada. Esa concentración en Argentina se expresa con tasas de alrededor del 2 al 3 por ciento anual”, afirma OCLA.
Los productores locales transitaron la primera parte de 2020 bajo un esquema de precios que los colocó a la cola mundial en términos de valores percibidos por cada litro entregado al mercado. En el primer cuatrimestre, los dueños de tambos percibieron 0,27 dólares por unidad mientras que, un año antes, por la misma cantidad recibían 0,29.
En ese lapso, comparado con los países de la región que generan este producto, Argentina pagó menos que Uruguay -0,32 centavos de dólar la unidad-, Chile -0,41- y Brasil -0,36-.
Entre los “peso pesado” de la producción láctea a nivel global, en Estados Unidos el tambero percibió 0,37 por litro, mientras que en Nueva Zelanda –líder mundial en exportación de leche en polvo– el pago fue de 0,41.
Semejante diferencia complica tanto a los propietarios de los establecimientos como a la cadena de procesamiento y comercialización, que tampoco ha podido mover demasiado los valores más allá del contexto de incremento permanente en los costos. Este aspecto explica, en gran medida, las dificultades que atraviesan algunos de los nombres más potentes del mercado.
En esa dirección, La Serenísima, controlada por Mastellone, perdió 600 millones de pesos en lo que va del año.
Como expuso este medio a principios de este mes, los problemas de la controlante de la láctea se fueron acumulando debido al congelamiento de precios ya que el 80 por ciento de sus productos fueron alcanzados por alguno de los regímenes oficiales de precios controlados.
Mastellone no recibió ni en el 2020 ni en lo que va de 2021 ningún tipo de asistencia económica o impositiva, por parte del Estado, ya sea mediante aportes de ATP, Repro o de algún otro plan oficial.
En el segmento afirman que la empresa opera en rojo desde 2018, afectada no sólo por el congelamiento de precios, sino también por la caída del consumo y las medidas sanitarias contra el coronavirus que la causaron un impacto negativo en su performance de negocios.
El año pasado, sus estados financieros del período reflejaron pérdidas por algo más de 2.287 millones de pesos, contra un resultado negativo de 68 millones que registró en el 2019.
Muy cerca de la firma señalan a la Resolución 100 de la Secretaría de Comercio Interior, que estableció la creación del programa de “Precios Máximos” –que retrotrajo los precios de venta de los productos a los vigentes al 6 de marzo de 2020–, como una de las variables que intensificó los problemas financieros.
SanCor, cada vez más chica
Por el lado de SanCor, la unión de cooperativas sigue perdiendo tamaño. Hace muy pocos días, el grupo venezolano Maralac se hizo cargo del gerenciamiento de Alimentos Refrigerados (ARSA), empresa que ostentaba el control de los yogures, postres y flanes de la marca argentina.
La firma totaliza hoy 1.750 empleados versus los 5.100 de hace apenas 4 años. Según fuentes de la actividad láctea, en la actualidad SanCor procesa el 10 por ciento del volumen de leche que llegó a manejar hace algo más de una década.
La empresa gestiona menos de 400.000 litros diarios siendo que en su mejor momento llegó a “mover” alrededor de 6 millones.
SanCor aún mantiene operativas sus plantas de Sunchales, Gálvez y San Guillermo, en la provincia de Santa Fe, y sendas instalaciones en Devoto, La Carlota y Balnearia, todas en territorio cordobés. Dulce de leche, manteca, queso, leche en polvo y productos lácteos saborizados e infantiles, son los artículos donde aún dice presente en términos comerciales.
En los últimos años, este emblema de la lechería doméstica se desprendió de sus plantas en Charlone, Pozo del Molle y Centeno, transfirió su unidad de yogures, y luego vendió sus plantas de Morteros y Chivilcoy a la compañía Adecoagro –controlante de la marca Las Tres Niñas–.