“El dato más brutal de la Argentina es que mes tras mes baja el consumo de leche, tenemos que fortalecer”, había dicho en enero de 2020 el exministro de Desarrollo Social de la Nación, Daniel Arroyo, cuando visitó Salta para lanzar la tarjeta Alimentar luego de la muerte de niños wichis.
Después de un año y medio la situación sigue siendo la misma o peor. El Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) alertó recientemente que un 76% de chicos que regularmente asisten a comedores y no cuentan con la tarjeta Alimentar redujo el consumo de lácteos. Mientras que, entre los que sí tienen tarjeta Alimentar, un 69% manifestó que consume menos leche, yogur o queso.
“Si bien es menos, el porcentaje es elevadísimo”, consideró el director del Isepci, Federico Maigua. Añadió que el hecho de contar con un beneficio social debería garantizar el acceso a los productos lácteos y, sin embargo, está claro que la realidad es otra y los precios tienen mucho que ver.
Por otra parte, “en la ciudad de Salta el 44% de las niñas, niños y adolescentes que van a merenderos y comedores se encuentra en una situación de malnutrición, un poco más del promedio nacional que es el 41%”, advirtió Maigua.
El estudio del Indicador Barrial de Situación Nutricional se hizo entre diciembre y febrero pasado con encuestas a 2.532 chicas y chicos salteños, de los 50.000 que asisten a 1.066 comedores y merenderos en el país. “Esto responde a la dificultad que tienen estos hogares para acceder a una alimentación más nutritiva”, manifestó Maigua.
Comentó que en la encuesta se preguntó en los hogares si habían reducido la cantidad de lácteos que consumían por mes o si consumían lo mismo que antes del momento de ser encuestados. No se conoció en esta investigación específicamente cuánto bajó la ingesta de leche en comparación con años anteriores.
Sí se supo que del 41% que redujo el consumo de leche y sus derivados a nivel nacional, el 28% de los lactantes, de cero a dos años, presenta signos de malnutrición. A su vez, dentro del 28%, hay cuatro puntos porcentuales que corresponden a bajo peso, 11 a sobrepeso y 13 a obesidad.
“Es importante destacar que una alimentación que no sea la adecuada sobre todo en los primeros años de los niños y niñas puede traer consecuencias después y abrir la puerta a otras enfermedades”, remarcó el titular del Isepci. Hizo referencia al límite en el crecimiento y el desarrollo integral de los chicos, no solo físico, sino también psicosocial, debido a que una alimentación deficiente impacta en la calidad de vida.
La mirada de dos nutricionistas
¿Cómo el consumo de leche afecta la salud de los chicos?, ¿cuánto de leche y otros lácteos deben consumir las niñas, niños y adolescentes a diario? Al respecto, El Tribuno consultó con dos nutricionistas salteñas que dieron su opinión profesional.
La licenciada Romina Sosa indicó que la leche y los lácteos como el yogur, el queso y ricotta, entre otros, constituyen el grupo alimentario completo y equilibrado por sus proteínas de alto valor biológico, dijo que también aportan hidratos de carbono, grasas y vitaminas liposolubles, como ser la A y la D, que están fortificadas. “El consumo de leche y sus derivados mejora la calidad de alimentación, especialmente por su contenido en calcio, el calcio constituye el principal componente de los huesos y es esencial para el mantenimiento de la salud ósea”, precisó.
Agregó que es fundamental este alimento en la dieta de los niños y adolescentes debido a que están en un período de crecimiento y necesitan de estas proteínas de alta calidad. Sosa remarcó que los lácteos son esenciales para la formación de músculos, huesos, tejidos, síntesis hormonales y enzimáticas, entre otras funciones, por lo que un deficiente consumo de la leche y sus derivados puede ocasionar falta de desarrollo y crecimiento, huesos débiles, con sus consecuencias en la adultez, como la osteoporosis.
Para la nutricionista Valeria Vittor es un tema complejo. “Si hablamos de la leche y productos lácteos hay movimientos nuevos, nueva evidencia científica, hay muchas diferencias entre los profesionales en nutrición, incluso pediatras, con este tema”, dijo.
Prosiguió: “Anexarlo a que la malnutrición se deba al bajo consumo de la leche o productos lácteos a mi parecer es erróneo, porque en realidad la malnutrición en sí tiene muchos determinantes, principalmente la imposibilidad de acceder a los alimentos, a todo el grupo de alimentos”. En su lugar Vittor prefiere hablar de seguridad alimentaria familiar, del acceso a los alimentos y recomendó consumirlos de una manera más “sana y casera”.
El precio se duplicó
En los últimos dos años se duplicó el precio de la leche y el consumo decae cada vez más, pese a contar con la tarjeta Alimentar. De hecho, así lo refleja un estudio del Isepci. En agosto de 2019 un sachet de leche entera estaba entre 40 y 44,20 pesos, en el mismo mes de 2020 el producto subió a 50 pesos y hoy está a 100 pesos. Las primeras marcas se consiguen en los almacenes hasta 120 pesos.
Es evidente que el contar con la tarjeta Alimentar no es suficiente, no es algo que garantice el acceso, ya que el precio incide a la hora de comprar y las familias se ven obligadas a optar por un producto que rinde más, pero alimenta menos. “El Gobierno tendría que ampliar los programas alimentarios que ya existen para mejorar la calidad nutricional, además debería incorporar los alimentos frescos también”, sugirió Federico Maigua.