El dulce de leche, típico invento argentino, vive un boom de consumo y abre oportunidades de negocio. Con la pandemia, la demanda se concentró en el canal doméstico por el mayor tiempo en el hogar debido al encierro y bajó en el segmento profesional a causa de las restricciones.
El balance es positivo y las ventas crecieron hasta un 200%. Alentadas por el buen momento que atraviesa el sector, las empresas lanzan más productos, suman mercados de exportación y aparecen nuevos jugadores.
Pese a ser un alimento estrella local, reconocido como parte del Patrimonio Gastronómico Nacional, el dulce de leche tiene su Día Internacional, que se celebra cada 11 de octubre, desde 1998. En el país, se consumen, en promedio, tres kilos anuales per cápita. Más del 40% de la elaboración está a cargo de pymes de la provincia de Buenos Aires, que fabrican alrededor de 130.000 toneladas por año y exportan 4000, según datos de la industria.
“Ante la irrupción del coronavirus, nos acomodamos a los cambios en la demanda que anticipó el hemisferio norte, con el cierre de negocios con atención al público y el mayor consumo en retail. Al comienzo, tuvimos un fuerte crecimiento en el canal masivo y cayó el profesional. Con la reapertura comercial, la situación se empieza a normalizar”, sostiene Alejandro Bertin, CEO de San Ignacio.
Junto a su socio y director financiero Alejandro Reca, Bertin le compró la empresa en 2013 a sus ex dueños franceses Laiteries Hubert Triballat. Así, la compañía, con 85 años de trayectoria y dos plantas de fabricación en Santa Fe, volvió a estar en manos de capitales argentinos.
La firma facturó $ 1900 millones en 2020 y espera terminar 2021 con ingresos por $ 2600 millones. Para lo que resta del año y el próximo, prevé inversiones por $ 6 millones. “Gracias a la velocidad de adaptación, mantuvimos un buen nivel de actividad”, sostiene el directivo.
Para ampliar su alcance, lanzó a la venta nuevos productos, como un postre de dulce de leche con cookies & cream en un formato on go de 95 gramos, para ser consumido en cualquier ocasión, y una leche chocolatada. Ambos se consiguen en supermercados, quioscos y almacenes. “En el complejo entorno de negocios que nos toca vivir, pensamos en innovar y explorar alternativas”, señala.
A su vez, San Ignacio está presente en más de 20 países de América, Europa, Asia y Oceanía con sus diferentes productos: el dulce de leche tradicional, repostero y con chocolate. Las exportaciones representan cerca del 15% de sus ventas. “Chile es el mayor comprador. Le siguen Canadá, Brasil y los Estados Unidos. En la Unión Europea, donde somos la única empresa habilitada para exportar, el principal consumidor es España”, explica Bertin.
La empresa también exporta a mercados en crecimiento, cada vez más interesados en el dulce de leche argentino, y está en tratativas para sumar otros. “Entre los destinos ‘exóticos’, tenemos a Israel, Kuwait y Nueva Zelanda. Fuimos la primera marca nacional en llegar a Japón, que se desarrolla con volúmenes crecientes. Estamos negociando con nuevos clientes en los EE.UU y abriendo operaciones en Francia y Portugal”, asegura.
En tanto, Mastellone aumentó las ventas de este alimento un 17% en 2020 comparado a 2019. Desde la compañía, anticipan que 2021 terminará con un volumen comercializado similar al año pasado. Atribuyen esta situación a la flexibilización de las restricciones, en buena medida. La alimenticia fabrica las cinco versiones de dulce de leche de La Serenísima y sus versiones a base de chocolate y cacao.
Desde el comienzo de la cuarentena, la pyme láctea Luz Azul aumentó un 200% las ventas de su dulce de leche, que fue premiado en diversas ediciones de Expo Suipacha y se consigue en sus 70 locales. En total, lleva vendidos 350.000 potes familiares de 400 gramos y 83.000 unidades de 1 kilo.
“Tuvimos un crecimiento extraordinario en la comercialización de estas presentaciones. Produjimos 300 toneladas en 2020 y hoy estamos en el orden de 5000 kilos diarios. Trabajamos para encontrar la mejor versión de la receta”, destaca Gabriela Benac, directora de la compañía, que prevé finalizar 2021 con una facturación cercana a $ 1200 millones.
Por su parte, La Casa del Dulce de Leche planea lanzar franquicias en 2022 en Córdoba, Mendoza, Salta y la Patagonia. La firma, que nació hace cinco años de la mano de la familia Fernández Castañón, posee dos tiendas: una el Mercado de San Telmo y otra en la calle Defensa.
También, vende online sus productos artesanales a todo el país. Entre las variedades que comercializa, se encuentran, además de la versión tradicional y repostero, saborizadas que incluyen menta, coco, naranja y nuez, entre otros ingredientes, libres de gluten y sin aditivos.
Asimismo, entre los nuevos jugadores que copan el mercado se encuentra Delissia, el primer dulce de leche en el mundo realizado con azúcar mascabo, en línea con los nuevos hábitos de alimentación saludables. Salió a la venta el 1° de octubre y ya recibió interesados en sumarse a crear una propuesta con stevia.
“Es una apuesta por lo natural, un producto premium del que no hay registros. Utiliza azúcar de productores misioneros y apunta a fortalecer la cadena productiva de la provincia. Seguimos innovando”, afirma Matías Sebely, el empresario detrás de su lanzamiento, que ya comercializa una larga lista de productos naturales con la marca De la Finca.