En la primera charla del último día de capacitaciones que la Sociedad Rural de Rafaela propuso para su Muestra Anual 2021, desde el INTA se presentó el proyecto local de integración lechera entre Santa Fe y Córdoba, para atender las necesidades de los productores de leche de baja escala en la cuenca lechera central.
El Ing. Agr. Carlos Callaci, responsable de la Agencia de Extensión Rural Castellanos del INTA remarcó que este es un proyecto de impacto regional, que pretende consolidarse y extenderse en el tiempo, más allá de los dos primeros años iniciales para los que fue concebido.
Marcela Leiva, coordinadora de la agencia Brinkmann fue la encargada de detallar las alternativas, ya que atiende al noreste de la provincia de Córdoba y parte de la cuenca lechera central con Santa Fe como protagonista, abarcando a los departamentos San Cristóbal, Castellanos, Las Colonias, San Martín, donde hay un aproximado de 1.700 tambos, por lo tanto, son siete agencias de extensión las que intervienen, con más de 30 tambos abarcados en total.
La actividad tambera mueve los circuitos económicos locales y es de vital importancia que sigan activos, es por eso que se apunta a los tambos de menor escala, que tienen hasta 120 vacas y 2.500 litros de producción diaria.
La baja eficiencia está dada por algunos manejos en la alimentación, manejo empresarial y limitantes para la mejora de datos. El proyecto quiere profundizar estos diagnósticos, para poder hacer un abordaje técnico, económico, pero también social, para permitir que sigan activos.
En general, los que se desempeñan en la gran región son productores con un promedio de 56 años de edad, pero que tienen una tradición tambera de hasta tres generaciones, por eso “queremos acompañarlos en un viaje hacia la sustentabilidad, no bajamos lineamientos, sino que compartimos un proyecto compartido con los productores, donde tratamos de identificar lo difícil del trabajo y las alternativas para superarlo, con una estrategia de trabajo basada en extensión rural”, explicó Leiva.
El trabajo lo hacen 17 extensionistas del INTA, pero también de Cambio Rural, para poder aunar criterios y trabajar puntualmente en las debilidades de cada unidad, pero abarcando diferentes enfoques poniendo especial énfasis en el factor humano de cada unidad productiva.
Al momento se siguen recabando datos en campo, pero en los 33 tambos iniciales, el promedio está dado con 150 hectáreas, 104 destinadas a la producción de leche, con 42 por ciento de la superficie arrendada, con unas 100 vacas totales, 78 en ordeño que llegan a un promedio de producción diaria de 1.400 litros, con una productividad individual de 18 litros, con 4.880 litros por hectárea.
El 30 por ciento de los tambos a los que se llegó en esta primera etapa son atendidos por el dueño de la unidad productiva, sólo el 70 por ciento tiene fosa, el 42 por ciento hace control lechero y sólo el 27 por ciento tiene asesoramiento agronómico.
Las fortalezas son la presencialidad en el campo de los productores, con más presencia y control del tambo, la mano de obra propia, la apertura al cambio por haber demandado esta ayuda y proponen en muchos casos que los hijos se incorporen al programa, para dar continuidad productiva y de la empresa.
Actualmente se está trabajando en el ajuste de dieta y producción de pasto, para tener un impacto inmediato en la producción de leche.
La intención es afianzar esta red de productores, para que los avances se logren a partir de esta relación. El monitoreo de cada uno de los avances está empezando a generar un cuaderno interactivo tambero, para así poder llegar al resto de los productores de la región abarcada.
Se están haciendo talleres de acompañamiento en los procesos de cambio, para atender cuestiones que exceden a lo productivo. Además, se trabaja en la sucesión familiar, con planes integrales, además de abrir a la comunidad esta tarea de trabajo de forma más abarcativa incluso hacia las instituciones que se vinculan con cada tambo.
La presencialidad es la clave del avance de este proyecto que proyecta en esta primera instancia atender hasta 50 tambos.
“El motor de nuestra experiencia como equipo es tener presente la importancia de estos circuitos para la economía local, para sostener la permanencia y el arraigo rural, que esto sea una oferta y oportunidad para los jóvenes”, explicó Leiva.
Callaci añadió, “queremos demostrar que ante algunos cambios menores y a corto plazo, estos tambos son viables. La estrategia es establecer redes, vincular a todos los que intervienen en el sector lechero”.