En el partido de Trenque Lauquen, la familia Cereigido está de parabienes. En su tambo La Ponderosa, en medio de la Cuenca Lechera del oeste bonaerense, una de sus vacas holando, la RP 6416, registró una producción vitalicia cercana a los 150.000 litros de leche en el transcurso de 12 lactancias.
Por este motivo, días atrás recibieron el premio de la Asociación de la Región Pampeana de Entidades de Control Lechero (Arpecol) que también los distinguió con otra vaca suya como Gran Campeón Hembra, “que además con solo cinco partos ya lleva dando 85.000 litros”.
Según contó a LA NACION, el ingeniero agrónomo Juan José Cereigido, quien en la actualidad, junto a su hermano Sebastián son los encargados de llevar adelante la actividad, la súper vaca premiada ya tuvo 12 crías, entre siete hembras y cinco machos.
“Es mérito de la vaca. Siempre se preñó bien, tuvo 12 partos sin problema. Pero lo más importante es que no tiene ningún tratamiento ni cuidado especial. La vaca está en un rodeo de 200 vacas y actualmente está en producción. Tiene mucho temperamento y, seguramente por eso, ha resistido a todas las inclemencias climáticas y otras cuestiones más”, describió.
Cereigido contó que siempre los datos del control lechero que se llevan adelante en los distintos tambos de la región arrojaban números máximos que no sobrepasaban los 120.000 litros.
En la actualidad, tienen tres tambos y un rodeo de 2100 vacas en ordeñe, que producen un promedio de 35 litros por día. Entre ellos está La Ponderosa, nombre que le pusieron por el rancho de la serie western americana Bonanza.
El tambero indicó que quien tiene un detalle exhaustivo de todo el plantel es el veterinario Aníbal Sarantes, quien desde hace cuatro años es el responsable del establecimiento y conoce al dedillo todas las vacas, sabe cómo se comportan y se adaptan al ambiente cada una de ellas.
“Hay un gran equipo, son 75 personas que trabajan en las distintas actividades: guacheras, alimentación, los tamberos, inseminación y que además viven con sus familias en el campo”, señaló.
Los inicios
La actividad tambera de los Cereigido comenzó a principios de los 80 cuando José, padre de Juan José Cereigido y Sebastián, su hermano Ricardo y el resto de la familia decidieron dedicarse a una actividad más intensiva: comprar terneros machos de los tambos de la zona y engordarlos en una porción de un campo familiar, porque en ese tiempo ni la agricultura ni la ganadería de cría extensiva a campo daban mucho rédito. Luego, en 1984, buscaron otra producción. Estaban entre la cría de cerdos y el tambo. Se inclinaron por esta última actividad.
A pesar de vivir en una zona láctea y que Ricardo era veterinario, no conocían profundamente la producción. “Fue todo a pulmón como empezaron mi padre y mi tío Ricardo. Primero compraron dos jaulas de vaquillonas Holando Argentino para comenzar. El día que llegaron esos animales al campo, como no querían ingresar a la sala de ordeñe no durmieron toda la noche, esperando verlas entrar”, detalló.
De a poco comenzó el progreso pero una gran inundación de 1986 los obligó a tirar la leche por más de tres meses porque los camiones no podían ingresar al campo. Cuando pudieron, sacaron las vacas del campo por arreo, las llevaron capitalizadas al partido de Navarro. Al tiempo pudieron altear los caminos de ingreso al tambo y regresaron con las vacas al campo.
A fines de los 90 solo siguieron adelante con la producción tambera José y Ricardo. Año a año fueron sumando al plantel de a 50 vacas por año y modificando el sistema de alimentación del rodeo. Hasta que en 2007, ya recibido de agrónomo se sumó Juan José a la actividad. Tres años más tarde también lo hizo Sebastián. Para maximizar la producción se empezó a intensificar el sistema pastoril y se pasó a uno más confinado a corral abierto.
“Tanto mi padre como mi tío nos dieron la confianza para trabajar libremente pero las decisiones fueron consensuadas. Mi tío Ricardo siempre fue un distinto que tenía ideas superadoras que nos las transmitió como un padre. Siempre nos decía que quería que nuestros tambos sean reconocidos por buenos y productivos”, destacó.
El fallecimiento de su tío Ricardo, años atrás, y los 67 años de José Luis fueron motivos para hacer un cambio generacional y dejar la posta a los más jóvenes. “Para la empresa siempre fue primordial tanto la genética como la buena alimentación de los animales. A pesar de que había crisis, nunca cambiamos esas cosas. Hoy estamos muy contentos de que ese esfuerzo de toda una vida dedicada a la actividad de nuestro padre y nuestro tío tenga un merecido reconocimiento”, finalizó.