La inflación y la consecuente devaluación de la moneda local significaron en las últimas décadas un empobrecimiento continuo de la población, a tal instancia que, aunque los precios de la carne vacuna, del pollo y de la leche sean de los más bajos del mundo, a muchos argentinos les cuesta pagarlos.
Y en ese contexto, el gobierno nacional cree que la mejor idea para solucionar el problema es intervenir diferentes mercados para intentar reducir el valor interno de los granos y la hacienda, pero esas “soluciones” de corto plazo terminan generando problemas enormes en el mediano y largo.
Según el seguimiento de precios que hace el sitio globalproductprices.com –un hallazgo del analista Ignacio Iriarte– el valor de la carne vacuna en Argentina es del orden de 6 dólares, lo que la ubica en el puesto 81 sobre un total de 94 países relevados. La carne vacuna es sólo más barata en trece países, entre los que se encuentran Nigeria, Malasia o Líbano.
Al respecto Iriarte se preguntó “¿cómo en un contexto como el actual, en el cual tenemos los precios más altos de la hacienda de los últimos 40 años en moneda constante, al mismo tiempo los precios de los productos en la góndola son tan baratos?”
“Evidentemente, la población tiene un poder de compra muy restringido; la devaluación y la inflación está golpeando fuerte al consumo interno cuando en Argentina comer nunca fue un problema”, apuntó Iriarte.
En el caso de la carne de pollo, sobre un listado de 58 países, Argentina aparece en el último lugar con un valor de 0,75 dólares, lo que equivale a 150/160 $/kg (IVA incluido), que es un valor conseguible en las ofertas de las cadenas de supermercados, que es precisamente donde el portal recaba los precios.
En el caso de la leche, la Argentina ocupa el lugar 90 del ranking; aquí, según la medición del sitio, vale 0,60 centavos de dólar. Sólo es más barata en Polonia, Túnez, Argelia o Irán.
El ranking es un claro ejemplo de cómo, a pesar de lo accesibles que son los alimentos en la Argentina –situación que evidencian los uruguayos, brasileños y paraguayos que cruzan la frontera para llenar el “changuito” aquí y volver más que contentos a sus hogares–, la pauperización social y la degradación del peso argentino son fenómenos tan profundos que cualquier precio resulta elevado para la mayor parte de la población local.