En el sector agropecuario una de las tareas más difíciles es ordenar los números. Por nuestro contacto con productores, sabemos que hay muchos de ellos que intentan hacerlo y no logran los resultados esperados. Creemos que asignar tiempo a esta práctica es fundamental para el futuro del agro.
Si hablamos de gestión en un establecimiento, debemos decir que siempre hay que analizar cada unidad de negocio con la que se cuenta y luego adoptar el gerenciamiento por separado. En esta columna abordaremos variables determinantes para el resultado del Tambo
En primer lugar, lo que debemos hacer es aclarar que el tambo es uno de los negocios más dinámicos del sector y eso hace que requiera una gestión prácticamente al día, determinando el margen bruto por litro producido al cierre de cada mes.
Para gestionar eficientemente un establecimiento que cuenta con producción de leche existen algunos puntos claves. A continuación te los contamos:
1 Producción de litros: Resulta ser la herramienta principal del negocio. Nos sirve para lograr una buena facturación y solventar los gastos fijos. Es clave en estos casos tener un objetivo de producción para, saber si estoy en umbrales apropiados según mi modelo productivo
2 Gastos operativos: Estos pueden ser los costos por suplementación, personal, productos veterinarios/sanidad, mantenimiento de equipos de ordeñe entre otros. Es vital hacer un monitoreo de ellos ya que forman parte del costo total.
3 Eficiencia de conversión: Aquí se compara a la cantidad de litros de leche producidos con los kilogramos de materia seca consumidos por las vacas durante la producción. Aqui también debo entender cuál es el rango deseable según mi modelo de producción (con tendencia pastoril o suplementación)
4 Porcentaje adicional al ingreso de leche que aportan los ingresos de carne: En el tambo se genera un ingreso adicional que está relacionado a la producción de carne. Esto se da a en primer lugar a partir de la venta de vacas rechazo (terminaron su ciclo productivo). En segundo plano, se da la venta de terneros, novillitos o novillos (varía según hasta donde se llegó con la recría) ya que las hembras van a ordeñe y los machos se venden como carne. Otro hecho que hace a ese porcentaje adicional es la venta de las vaquillonas preñadas, la cual se realiza en los establecimientos que cuentan con un cierto límite de ordeñe por espacio, instalaciones y personal. Por último, se destaca el posible crecimiento del rodeo total, que en caso de darse, marcaría una diferencia en el inventario entre el inicio y cierre de la gestión.
Autor: Fermín Larrañaga