Humorista, actor y profesor de educación física. Pero también tambero. Se trata de Darío Elder Volpato. Para todos, más conocido como el “Chino” del famoso trío Midachi.
Su relacionamiento con la producción láctea comenzó en 1990, cuando junto a su excompañero de Midachi, Dady Brieva, adquirió un campo de 60 hectáreas en su ciudad natal de Sunchales, provincia de Santa Fe. A los dos años, Dady decidió dejar el proyecto y el “Chino” siguió solo por ese camino.
Luego de haber probado suerte también con feedlots durante un tiempo, fue en 1994 que decidió enfocarse exclusivamente al tambo, dada la fuerte impronta láctea de esa zona. Para eso, adquirió otras 110 hectáreas a 1,5 kilómetros de distancia. Asimismo, la actividad lechera también supieron desarrollarla sus abuelos en otro establecimiento que su madre aún conserva en la localidad de Ataliva, a escasos 14 kilómetros de Sunchales.
En diálogo con TN, Volpato afirmó: “Las escalas fueron cambiando. Mis abuelos maternos con 500 litros diarios vivían, después se necesitaron 2000 y hoy se precisan de 3000 para arriba. Los costos son importantes y uno siempre está atado a los precios que ofrecen las usinas lácteas. Si sos dueño de un tambo y hacés todo solo, podés tener una excelente rentabilidad. Pero tenés que estar ahí los 365 días del año, como todos los tamberos del país. El gran esfuerzo que hace el recurso humano, muy pocas veces la gente lo conoce. Son actividades que no se pueden detener, más allá de las herramientas tecnológicas que se usan. Se necesitan de familias instaladas ahí, con dos ordeñes diarios, uno a las 3 y media de la mañana, y otro a la tarde”.
Si bien actualmente vive en la localidad bonaerense de Pilar, el “Chino” va cada 15 días a visitar los campos de su firma Don Elder, nombre que le puso en honor a su padre, además de estar diariamente pendiente de la parte administrativa y las distintas cuestiones productivas.
En Don Elder, más de 470 animales producen diariamente casi 3.500 litros de leche. Pero Volpato apunta a llegar a los 5.000. Allí, emplean a 25 personas de manera directa y otras tantas de forma indirecta. Hacen algo de producción agrícola, pero se usa exclusivamente para abastecer al ganado.
En estos más de 30 años relacionado con la actividad, el artista tuvo que atravesar distintas vicisitudes. Como precios internacionales a veces más bajos, tipos de cambio “desfavorables para la exportación como en los 90″, regulaciones estatales, inclemencias climáticas y aumentos de los alimentos para los animales. Sin embargo, señaló, la clave siempre pasa por saber adaptarse.
“Nunca me quise ir de la producción, aunque hemos pasado de todo, desde secas hasta inundaciones, donde muchos colegas abandonaron la actividad, sumado al tema de los problemas financieros que tuvo SanCor. Nosotros ahora tenemos rentabilidad porque hemos acomodado muchísimas cosas, como bajar el consumo de balanceado. En vez de tratar de crecer, a veces te quedás quieto”, relató.
En ese sentido, analizó: “Con un campo, nunca vas a ganar lo mismo que en la plaza financiera. Lo mismo sucede con empresas de otros rubros que tienen invertidos millones, cuando ganarían mucho más si a esa plata la invirtieran en el mercado financiero. Pero a mí me gusta generar trabajo y que la gente viva de su esfuerzo, no de la especulación. Incluso, creo que esta actividad propicia más empleo que otras del agro, como la producción de soja”.
Uno de los aspectos que desincentivan la inversión a largo plazo, según evaluó, son las intervenciones en el mercado, como ahora sucede con los “precios congelados”. Así, muchas veces, indicó, se hacen inversiones para producir más, ante una proyección de cotizaciones que luego no se concretan porque se les pone un techo.
Sin embargo, aclaró, eso es algo que se da “desde hace muchos años” y no se circunscribe solamente a este Gobierno. “Eso es algo que pasa ahora, pero también ha ocurrido en otros momentos. Nunca se determina el valor real entre lo que vos comprás en las góndolas con lo que se le paga al sector primario. La comercialización también es complicada, pareciera ser que donde más se gana es en la intermediación, y no en la producción. El tema pasa por generar objetivos a largo plazo, porque en el campo, como en muchas otras actividades, no se hacen las inversiones para dentro de un mes. Cuando se siembra, es para todo un año, como cuando se compran máquinas son para amortizarlas en una década o más. Nuestro panorama no es cortoplacista”.
Incorporación de tecnología, otra de las claves
Si bien ahora Volpato retomó proyectos artísticos a nivel local y en el exterior, la pandemia le permitió enfocarse más en el tambo. Siempre habla sobre agro cuando se encuentra con su excompañero de Midachi, Miguel del Sel, quien días atrás le detalló a TN su faceta como ganadero en otra zona de la provincia de Santa Fe.
Con la decisión de ocuparse más de esta actividad, fue que, durante el año pasado, Volpato decidió, por segunda vez, invertir en tecnología para lograr mejores resultados. “Gracias a un sistema de software, podemos medir la productividad de forma diaria. Cada uno de los animales que se ordeñan pasa por un escáner. Las vacas o vaquillonas tienen en las orejas un elemento que retransmite su ubicación, y que permite determinar qué cantidad de litros da cada una. Además, puede detectar dificultades como la mastitis”, describió.
Al respecto, consideró: “Eso hoy está dando sus frutos. Nos quejamos del país, pero también depende de cada uno vincularse más con la actividad. Por ejemplo, en las épocas que estoy más abocado a Midachi, las cosas no funcionan bien. Pero cuando puedo mirar más mi campo, las 24 horas al día, encuentro algunas posibilidades que antes no las veía”.
Sobre eso, señaló: “Es una pena que no haya más inversiones de este tipo, porque faltan recursos financieros para apoyarlas. Ayudan mucho para la información y tomar decisiones mucho más rápido. La tecnología me da la posibilidad de tener la información en mi celular desde cualquier lugar del mundo donde me encuentre”.
“Agroturismo” y trabajo en familia
Volpato contó que, además de las labores productivas, en su campo más pequeño tiene un emprendimiento al que definió como “agroturístico”, enfocado en eventos y hotelería, que comenzó hace unos 7 años. “Por ahora hay una posada, estamos terminando un salón grande de eventos y dentro de un año podremos tener dormis para recibir diariamente a entre 40 y 50 personas”.
Esa iniciativa, le permite darse el gusto de trabajar junto a su familia. “La mayor de mis tres hijos, Gabina, es licenciada en turismo, y gerencia la parte turística de Don Elder. Mi hija del medio, Bianca, vive en Francia, es licenciada en publicidad y también hace su aporte al desarrollo del negocio turístico. En tanto, el tercero, Julián, es músico y colabora en el armado de todo lo relacionado a los eventos grandes de la posada. Mirta, mi esposa, es la encargada del armado total de la posada y los salones de evento y hotelería, porque es diseñadora de interiores. Mientras que mi hermano Hugo es el encargado de la administración diaria del tambo”, detalló.