Cuando el 1° de diciembre de 2020 el canciller Francisco Bustillo visitó Moscú en pleno auge de la pandemia, aprovechó para agradecer especialmente al ministro de Relaciones Exteriores de la Federación de Rusia, Serguéi Lavrov, por sus gestiones que permitieron rehabilitar una planta de manteca de Conaprole. Aquel día Bustillo declaró que en 2019 el 85% de las exportaciones uruguayas de manteca iban para ese país por un monto anual de unos 50 millones de dólares, según recogió el portal de Presidencia. En el promedio de los dos años siguientes la cifra bajó un poco pero igual más de la mitad de las exportaciones de manteca uruguaya fueron a Rusia, según las estimaciones de CPA Ferrere.
Los rusos compran mucha manteca uruguaya, pero también quesos, carne (aunque no tanta como antes, porque China los desplazó), pescado, cítricos, vino, caviar y carne de esturión.
Rusia no es uno de los principales mercados uruguayos, se sabe. De hecho, en febrero ocupó el lugar 15 con el 1,2% de las exportaciones, según los datos de la Unión de Exportadores del Uruguay. El primer sitio, por lejos, lo tiene China con el 25,12%.
Pero a Uruguay le interesaba Rusia. Apenas medio año después, a fines de mayo de 2021, la subsecretaria Carolina Ache encabezó otra delegación a aquel país. Según dicen desde Cancillería, esa no fue una visita comercial, sino que se trató de “consultas políticas” y que sesionó la comisión mixta entre los dos países. Reuniones similares hubo con otros gobiernos, indican en el ministerio.
En aquella oportunidad Ache agradeció a su contraparte rusa por facilitar el desarrollo del comercio entre los dos países y destacó que Uruguay buscaba profundizar la cooperación con Rusia y el bloque asiático, a través de acuerdos comerciales. A su turno, y según el comunicado oficial, el jefe del Servicio Veterinario ruso Sergey Dankvert (quien presidió la delegación de ese país) dijo que Uruguay es uno de los socios comerciales “más prometedores de Rusia en América del Sur” y que había buenas perspectivas de “mayores exportaciones” a Rusia de la industria láctea nacional, a partir de la nueva normativa europea en materia de insumos para fabricación de productos compuestos y de las habilitaciones con las que cuentan los productores uruguayos en la Unión Europea.
Por todo esto, está claro que la invasión de Rusia a Ucrania, y las posteriores sanciones al gobierno encabezado por Vladímir Putin, afectan intereses comerciales uruguayos. Es una guerra que ya cambió el escenario global.
El tema preocupa en la Unión de Exportadores del Uruguay, cuyas autoridades tuvieron esta semana una reunión por zoom con funcionarios de Cancillería, de la embajada en Moscú y del Ministerio de Ganadería. Ahora siguen de cerca los problemas que se están presentando.
Hay unas 180 empresas uruguayas que comercian con Rusia y son “potenciales” afectadas por la guerra, dice a El País la gerenta general de la gremial, Teresa Aishemberg. Los negocios con Rusia abarcan unos 220 millones de dólares, de los cuales 120 son de exportación y 100 de importación. De las 180 empresas afectadas, 80 exportan básicamente lácteos, carne, soja, pesca, fruta, vino, lana, medicamentos y productos químicos, entre otros rubros, según los registros de la gremial. “No es de los principales mercados, pero suma”, afirma la gerenta.
Con Ucrania el comercio es mucho menor, claro. Hay 10 empresas implicadas, que mueven un millón de dólares, principalmente en medicamentos, fruta pescado, grasas y aceites. “Estamos gestionando los trámites para que puedan entrar a Ucrania. Ellos necesitan alimentos y productos farmacéuticos”, dice Aishemberg.
Pero el problema con Rusia es mayor porque el mercado es amplio. Hay embarques en camino y otros ya llegaron, “pero no sabemos si podrán ingresar al puerto ni si se podrán cobrar”, explica la gerenta. “Lo cierto es la incertidumbre, cada día hay nuevas medidas y hay que seguirlo minuto a minuto”.
La desconexión del sistema Swift, encargado de las comunicaciones internacionales financieras entre las instituciones, se dio con algunos bancos rusos y no con todos, según la información que se maneja desde Uruguay. “No todos tienen cortado el pago, sino que depende de los bancos que tienen problemas allá”, dice la gerenta. “Los bancos que trabajan con gas y petróleo no tiene problemas”.
En la gremial admiten que es posible que haya que “redirigir” exportaciones y hay “disposición” del gobierno uruguayo para gestionar los certificados en forma rápida si se necesitan cambiar los destinos. Hay empresas que dejaron en suspenso los envíos y otras evalúan cómo reacomodar la logística para que tanto a Rusia como a Ucrania “puedan llegar los productos”, dice Aishemberg.
La manteca es el producto estrella de Uruguay en Rusia y el lácteo es el sector más afectado. De hecho, Conaprole aguarda con expectativa porque hay “un monto importante” comercial de mercadería ya entregada que está “pendiente de ver si se puede cobrar y cómo”, según admite el presidente de la cooperativa, Gabriel Fernández. “Nuestro cliente no tiene nada que ver con la guerra: es una empresa que no es del Estado”, explica.
La relación comercial de Conaprole con Rusia lleva décadas y, si bien es muy importante en la manteca, implica solo cerca del 5% de las exportaciones de la cooperativa, centradas en la leche en polvo.
“No es un destino imprescindible, pero sí comprador frecuente de nuestra manteca”, afirma Fernández. El empresario no quiere hablar demasiado del tema porque está el “lado humano de la guerra, que es increíble”. Y más dramático, por cierto.
TODO CAMBIA
La guerra solo favorece “al que vende armas”
Aquello de que “las guerras favorecen a Uruguay” es un concepto de la Segunda Guerra Mundial. “Hoy con la integración económica global, no pasa. Solo al que vende armas lo favorece”, afirma el analista Ignacio Bartesaghi. Álvaro Machado, especialista en comercio exterior, dice que el valor de los fletes ya subió por la guerra, el petróleo y porque hay que evadir el territorio ruso: “Sí o sí el panorama cambiará, en Rusia hay 278 puertos. El mundo es una madeja entrelazada”.
Pero, si la guerra no se extiende en el tiempo, los efectos en Uruguay “pueden ser moderados a neutros”, según el gerente de CPA Ferrere, Nicolás Cichevski. Por un lado está el tema de la suba de precios de commodities, como trigo, maíz, aceite de girasol y gas natural. Pero “no son productos importantes para la exportación uruguaya”. La suba del petróleo, reconoce Cichevski, sí es relevante.