La caída del consumo, el aumento de costos y la imposibilidad de trasladarlos a los precios por los controles que implementó el Gobierno golpearon los balances de dos de las mayores alimenticias del país: Molinos Río de la Plata, dueña de más de 20 marcas de consumo masivo, y Mastellone Hermanos, la productora de quesos y leches de La Serenísima. Pese a que, en 2021, la inflación superó el 50%, ambos gigantes de las góndolas registraron caídas en su facturación.
Así lo reflejan los resultados de sus ejercicios anuales 2021, difundidos ambos en las últimas horas.
Molinos es la mayor alimenticia del país. Controlada por el grupo Perez Companc, sus marcas son Luchetti, Matarazzo, Granja del Sol, Gallo, Gallo Snacks, Chocoarroz, Terrabusi, Don Vicente, Don Felipe, Favorita, Canale, Exquisita, Arlistán, Preferido, Vitina, Cocinero, Lira, Minerva, Cruz de Malta, Nobleza Gaucha, Blancaflor y la más reciente, La Salteña, adquirida en 2019.
El año pasado, facturó $ 66.572 millones, un 4,3% menos que en 2020 y su resultado operativo, de $ 2470 millones, se redujo un 29,9%. “La caída en los ingresos está íntimamente relacionada al menor consumo de alimentos en hogares durante el período informado, que, según la consultora Kantar, cayó 12,6% comparado contra el año anterior”, explicó la empresa, en el comunicado de sus resultados.
En la memoria de su balance, Molinos amplió la explicación: “Con el cierre del año, se profundizan las tendencias macroeconómicas que vienen marcando la pauta del consumo en el hogar. La aceleración de precios erosiona aún más el poder adquisitivo y esta dinámica se suma al impacto del restablecimiento y traslado de ocasiones de consumo ‘fuera del hogar’ propias del avance de la vacunación y la flexibilización de medidas. El consumo en hogares retoma el ritmo de contracción interrumpido por la pandemia y cae 10,7% respecto a 2020 y 6,2% comparado versus 2019”.
“Dicha evolución de caída del consumo se vio reflejada en una racionalización ante un bolsillo más exigido: compras más grandes no compensan la caída de la frecuencia de compras”, continuó.
“Si bien la caída es generalizada en todos los niveles socioeconómicos de la pirámide, el medio y la base desaceleran la contracción, mientras la punta continúa eliminando ocasiones de consumo dentro del hogar”, aclaró.
“La mayor parte de los sectores quedan impactados negativamente y no hay signos importantes de recuperación, ni siquiera en los rubros más básicos”, advirtió. “Haciendo un repaso por las distintas categorías que componen la canasta básica, todos los sectores cerraron el año con caída”, agregó. Precisó que los rubros más básicos se contraen por encima del promedio de la canasta, en tanto que las bebidas con alcohol -Molinos es dueña de las bodegas Nieto Senetiner, Ruka Malen, Aimé Wines y Viña Cobos- son la canasta que presentó la mayor caída del año: 20,1 por ciento.
“En términos de marcas, la promoción y precios más controlados fueron la clave de las que más crecieron. Las marcas A siguen mayormente amortiguando la caída desde menores incrementos de precio y acciones promocionales”, describió.
CONSUMIDOR EN “MODO SUPERVIVENCIA” Y CONTROLES
“El consumo per cápita ha sido el más bajo de los últimos 22 años. El consumidor argentino continuó en ‘modo supervivencia’, priorizando precio y accesibilidad a la canasta básica de alimentos”, reseñó.
“Las marcas de bajo precio son las que presentaron mayor crecimiento y la venta de los productos del Programa de Precios Cuidados se hizo más relevante”, reconoció. No obstante, contextualizó: “A la persistente caída del consumo mencionada, en 2021, se han sumado otras dificultades que han deteriorado el margen operativo de la sociedad”.
En primer lugar, menciona el “incremento sostenido de costos”, principalmente, las materias primas. En segundo orden, “las regulaciones sobre los precios de venta de ciertos productos de la canasta básica en determinados períodos del año, que han profundizado el desequilibrio entre los precios a los cuales la compañía puede vender y los aumentos de costos mencionados”.
En consecuencia, esto lastró sus números. “A nivel de resultado operativo, permaneció la imposibilidad de recuperar en los precios de venta los importantes aumentos de costos medidos a sus valores de reposición, asociados a la suba persistente de las materias primas a nivel internacional, como así también los costos locales, principalmente, insumos y fletes, que continúan aumentando, producto del sostenido proceso inflacionario”, explicó.
No obstante, Molinos registró el año pasado una ganancia neta de $ 2829 millones. El monto es $ 194 millones superior al beneficio de 2020, obtenido gracias a una operación inmobiliaria (la venta del predio donde tenía su sede, en Victoria). Fue la primera vez desde 2016 en el que Molinos ganó dinero. En sus balances de 2017, 2018 y 2019 acumuló pérdidas por más de $ 5000 millones (monto ajustado a valores de ese último año).
“El resultado neto se sostuvo, producto del dinamismo en los programas de eficiencia, el estricto control de gastos, la reducción del costo financiero y la desaceleración del ritmo de devaluación de la moneda local”, explicó el comunicado de resultados de la empresa, en relación a iniciativas que ya habían arrojado frutos a lo largo del año. En su memoria, contrastó la devaluación del 22% que sufrió el peso en 2021 contra la de 41% que había registrado en 2020.
INCERTIDUMBRE POR LA INVASIÓN DE RUSIA A UCRANIA
“A pesar de las dificultades del contexto, la sociedad continuará enfocada en el consumidor, sus marcas, la productividad y la eficiencia para seguir acompañando a los argentinos con productos cada vez más saludables, ricos, prácticos y accesibles”, finalizó el comunicado.
En su memoria, vaticinó: “El próximo ejercicio comienza en un contexto complejo e incierto. A la persistente caída del consumo en hogares de alimentos y al incremento sostenido de costos que viene soportando la compañía, se ha sumado, a partir de la invasión de Rusia a Ucrania, un cambio drástico en el escenario internacional de nuestras principales materias primas”.
Rusia, precisó, es el principal proveedor mundial de trigo y Ucrania, el tercero. “Además, la cuenca del Mar Negro es el epicentro del mercado mundial de girasol (80% del comercio mundial de aceite). Esto viene a profundizar la actual situación de desequilibrio entre los precios a los cuales la compañía vende y los aumentos de costos incurridos”, auguró.
MASTELLONE: MENOS VOLUMEN Y PRECIOS CONGELADOS
Por su parte, la facturación de Mastellone Hermanos, la mayor empresa láctea del país, cayó 4,9%, a $ 115.167,46 millones. En volúmenes, vendió al mercado interno 1034,13 millones de litros de leche, 5,3% menos que en 2020. Sus exportaciones (379,85 millones de litros) retrocedieron 19%. Los volúmenes comercializados en el mercado interno fueron el punto más bajo de los últimos cinco años. Estuvieron 13% por debajo de los 1192 millones de litros de 2017.
El resultado neto del balance cerrado el 31 de diciembre de 2021 fue una pérdida de $ 1553 millones. Un año antes, el rojo había rozado los $ 3500 millones.
La reseña informativa consolidada, que lleva la firma del presidente de Mastellone, Carlos Agote, explicó: “La economía argentina ha venido presentando indicadores que marcan una contracción en el consumo masivo y un contexto de alta incertidumbre. Esta situación se ha mantenido, o incluso acentuando, durante el último trimestre del año”.
El año 2021, continuó, fue “nuevamente negativo” para el consumo masivo, “a causa de una aceleración de los precios y la erosión del poder adquisitivo de la población en general”.
“Esta situación generó un cambio en el comportamiento del consumidor, traduciéndose, por un lado, en menor frecuencia de visita a los puntos de venta, lo cual se afianza como un hábito; y, por el otro, en una resignación en el tamaño de las compras como signo de ajuste y selección de prioridades”, siguió.
“La población más afectada por esta situación busca bajos precios, mejores alternativas, ofertas y promociones, dejó de hacer la compra mensual, reemplazándola por compras menores y trasladando el consumo a productos de menor valor”, diagnosticó.
Acto seguido, apuntó contra la política anti-inflacionaria del Gobierno, reforzada en octubre con la llegada de Roberto Feletti a la Secretaría de Comercio Interior.
“Por otra parte, los crecientes controles de precios, tal lo sucedido con el congelamiento dispuesto en el mes de octubre por medio de la Resolución 1050/21, emitida por la Secretaría de Comercio Interior, han tenido efecto sobre los márgenes de rentabilidad, comprimiéndolos, dados también los crecientes costos de nuestros productos”, subrayó.
Por su parte, atribuyó la caída en sus exportaciones a los problemas que experimenta el transporte internacional de cargas, que “han provocado una demora en la ejecución de los embarques, quedando postergados para los primeros meses del año 2022”.
Por estas razones, Mastellone -cuyos mayores accionistas actuales son Arcor y el fondo Dallpoint Investments, al que representa Agote- no logró evitar números rojos en el resultado final del ejercicio. Sin embargo, la pérdida resultó en casi $ 2000 millones menor a la de 2020. Esto fue, principalmente, gracias a la reestructuración de deuda que cerró a mediados del año pasado.
“Es muy importante destacar lo relevante que ha sido para nuestra compañía haber logrado una exitosa refinanciación de su deuda financiera, alcanzando no sólo una reducción del costo financiero promedio, sino también una diversificación de los instrumentos de deuda”, celebró su presidente.