Empresas venezolanas denuncian la copia ilegal de sus productos en Latinoamérica, que embaucan a consumidores que buscan sus sabores tradicionales. El Registro de Marcas de México advierte que los compradores desconocen el riesgo de adquirir estos productos.

Karen tenía cinco años sin comprar leche en polvo La Campiña, la marca que desde pequeña consumía en su casa en Venezuela. Desde que emigró a Perú optó por las opciones nacionales, hasta que la sorpresa la invadió en un pequeño puesto de un mercado popular de Lima: un empaque de leche idéntico al que siempre estaba en su casa en Caracas. Se imaginó el sabor que tanto extrañaba. Sumó los Soles que tenía en su monedero y la compró. La decepción se la llevó luego: “¡Mala! No sabe nada bien”, lamenta.

La leche en polvo La Campiña forma parte de la cartera de producción de Parmalat Venezuela, empresa que denunció a inicios de marzo la copia y usurpación en Latinoamérica de la imagen gráfica de varios de sus productos. “Fuera de Venezuela se está comercializando productos bajo nuestras marcas y logos sin consentimiento alguno. Específicamente en Chile, donde la migración venezolana es masiva, nuestras marcas RikoMalt y El Chichero están siendo víctimas de plagio”, advirtieron en un comunicado.

El caso sobre las marcas falsas de productos venezolanos se multiplica en toda Latinoamérica, principalmente en Chile y Perú. Incluso en España, donde Empresas Polar –la principal industria de alimentos en Venezuela– ha detectado la comercialización de una nata de queso que copia con exactitud la identidad gráfica de su línea Mavesa, dedicada a la elaboración de mantequillas y mayonesa.

“Son empresas dedicadas a explotar esa nostalgia del venezolano”, explica Antonio Planchart, representante legal de Empresas Polar. La compañía también ha denunciado la elaboración fraudulenta de la bebida de chocolate, Toddy; el queso fundido, Rikesa; e incluso su sexagenaria harina de maíz, PAN. Por este último producto incluso enfrentaron años atrás un proceso judicial en Perú, donde lograron demostrar su propiedad.

Planchart explica que para las grandes empresas suele ser habitual descubrir –cuando quieren internacionalizarse– que sus marcas más reconocidas han sido registradas con anterioridad en otros países. “Gente que comienza a registrar esos nombres para luego, cuando la empresa original quiera ingresar al mercado, buscar negociar”.

El riesgo de quien compra

No solo la industria es afectada por las falsificaciones. También los consumidores, pues detrás de estos productos no hay garantía de calidad de elaboración. “Nosotros nunca hemos producido nata, ni tenemos intenciones de hacerlo. A veces es difícil que el público lo vea fácilmente”, dice Planchart. En su caso, estima, se aprovechan de una empresa que tiene 81 años de reputación.

El negocio de la nostalgia1
Parmalat Venezuela acusa a una empresa de copiar sus marcas RikoMalt y El Chichero

Dairybrands SPA, la empresa a la que Parmalat Venezuela acusa de copiar sus marcas RikoMalt y El Chichero, defiende que sus productos son “diferentes”. “Son bajos en calorías, bajos en azúcares, bajo en lactosa y libres de gluten”, defendieron en conversación directa con Yahoo Noticias a través de su cuenta en Instagram (@elchichero_cl). Además, afirman que cuentan con “los derechos de uso de marca y los permisos sanitarios correspondientes en los países donde comercializamos”.

“La piratería es un grave problema social que nos afecta a todos, antes de comprar algún producto que atente contra los derechos de la propiedad industrial y derechos de autor, pensemos en el daño que le estamos haciendo a aquellos que se han desgastado por elaborar los productos u obras porque es su fuente de trabajo”, dice un documento firmado por el Registro de Marcas en México. La mayoría de las personas, estiman, no son conscientes de lo grave y riesgoso que es este fenómeno.

Copia múltiple

La denuncia sobre productos falsos de origen venezolano ocurre justo ahora que la migración de ciudadanos de ese país se ha expandido por toda la región. Pero los casos no son exclusivos de Venezuela. En Argentina la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica ha detectado en los dos últimos meses la venta de ilegal de un dulce de leche que imita la marca Havanna, un aceite de oliva que falsifica los envases de la empresa Nucete y una mayonesa de Natura.

La Cámara Argentina de Comercios y Servicios registró productos falsificados o de origen dudoso en 33% de las 139 “ferias internadas” que visitaron en septiembre de 2021. Las marcas más afectadas, reseñó entonces el diario Los Andes, fueron las internacionales Adidas, Nike, Puma y Lacoste.

El comercio de productos falsificados representa el 3,3 % del comercio mundial, advirtió en 2019 el Global Brand Counterfeiting Report publicado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El estudio determina que esta situación se expande principalmente por la industria farmacéutica, electrónica, alimentos, juguetes, ropa y calzado.

“En los países donde hay institucionalidad sólida, donde quieren hacer respetar el derecho de marca, ha sido posible detener esta situación”, advierte el abogado Planchart. La dificultad para las empresas es que deben emprender demandas en varios tribunales, pues explica que los derechos sobre las marcas se hacen en ámbitos territoriales.

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