Esa ha sido la agenda habitual de organizaciones como la nuestra, pero en la última década en APROVAL llegamos a la conclusión de que había una agenda relevante y decisiva para el futuro de la producción lechera, pero que no estaba siendo abordada y permanecía casi invisible ante la presión por ocuparnos de la coyuntura.
Ahí fueron apareciendo la necesidad de cambiar el tradicional discurso de lamento por los males que -en forma permanente- supuestamente nos aquejaban, hacia una mirada más proactiva y positiva respecto de una actividad que nos apasiona y pretendemos proyectar a las futuras generaciones.
Fue cuando nos dimos cuenta que el camino tradicional no nos llevaría a buen puerto y dimos un giro radical para comenzar a hablar de una actividad que no sólo es relevante en términos productivos y económicos, sino que además representa un espacio de desarrollo personal y profesional atractivos y cada vez más desafiante en términos tecnológicos.
Adicionalmente, comenzamos a percibir la importancia de reconocer que en la cotidianeidad de nuestras actividades productivas somos parte de un entorno rural que ameritaba nuestra atención y respecto del cual no siempre habíamos prestado la atención suficiente.
En este contexto, hace unos años comenzamos a itinerar a través de la región con la exposición fotográfica que cada año recoge el quehacer de la lechería a través del lente de nuestros asociados, familiares y colaboradores.
Además, con el fin de relevar el rol de los lácteos en el marco de una alimentación saludable, también hemos apoyado diversas iniciativas regionales deportivas y culturales, que nos han permitido posicionar en terreno la importancia de la leche y sus derivados.
Estas nuevas áreas de trabajo gremial nos han posibilitado colocar a la producción de leche en un estado diferente al que habíamos alcanzado con nuestra agenda tradicional y confiamos en que será una inversión determinante en el futuro de nuestra actividad.