María Inés del Valle está vinculada a la lechería desde muy pequeña y hoy, junto a su marido, sigue adelante en un tambo que tiene más de 70 años remitiéndole a Conaprole, a quien le ha tocada vivir de las buenas, pero también de las otras, aunque siempre en una constate apuesta a la lechería. Ella, junto a su esposo Alejandro y sus tres hijos adoptivos, llevan adelante un emprendimiento que tiene hoy 100 vacas en producción. A continuación el diálogo que mantuvo con La Lechera.
¿Cómo fueron sus inicios en el rubro?
Mi abuelo inició el tambo aproximadamente en el año 1945. Luego lo siguió mi padre que lo tuvo casi 30 años y desde el año 2008 lo seguimos con mi marido.
Es la tercera generación de la familia, remitiendo a Conaprole durante 70 años. Tengo una hermana que no está vinculada al sector, mientras que mi padre sí tuvo a su hermano en sociedad durante su período al frente del mismo.
El tambo se inició en la zona de Cardal y ahí estuvimos hasta el año 2012, cuando accedimos a un campo de Colonización en la zona de Timote y nos mudamos 120 kilómetros al norte de Florida. Ahí se dio un cambio, el más grande que tuvo en cuanto a los números y crecimiento, por varios temas, pero sobre todo por la cantidad de área, que nos permitió aumentar de 37 a 100 vacas en producción. Eso fue un cambio importante. Tenemos tres hijos pequeños que por ahora parece que les va a gustar el campo, pero aún son chiquitos.
¿Cómo es el día a día en el tambo?
Nosotros hasta hace unos meses hacíamos todas las tareas con mi marido, menos la siembra y la cosecha de pasto, actividades que se contrataban. Ahora tenemos gente contratada durante varios días al mes.
¿Cómo están en la parte económica, con el buen precio que paga Conaprole, pero también con el aumento de costos?
Los costos han aumentado muchísimo, los insumos han tenido una evolución que termina opacando el precio y es una lástima porque después de 5 años de complicaciones para el sector, el precio se puso a tiro y en un par de meses los insumos subieron demasiado en un momento en el que hay avanzar en la siembra y la cosecha, con lo que significa eso.
¿Cómo los está afectando?
Nosotros, después de haber iniciado en la Colonia, la forma de poder dar el puntapié fue endeudarse, nos endeudamos muchísimo para poder acceder a la infraestructura, los animales y todo lo que necesitábamos para el tambo.
En estos años de malas rachas, tratamos de pagar y no adquirir nuevas deudas, y llegamos a un momento en el que tenemos menos deuda y podemos enfrentar más tranquilos la suba actual de precios, porque tenemos otros números de capital.
¿Están con posibilidades de reinvertir?
Nosotros este año hicimos un cambio en la sala, pasamos de tener 6 órganos a 10, con saca pezonera, entre otros aspectos, y fue una inversión que anhelábamos mucho, y se pudo hacer.
¿Qué implica para ustedes ser socios de la SPLF?
El servicio, el apoyo de la Sociedad de Productores de Leche de Florida (SPLF) siempre está buenísimo para el productor, porque siempre están en todo, en recordar fechas, llevarte todo lo que pidas en papeleos. Después está el servicio de maquinaria, que cuando iniciamos en la Colonia fue importante y siempre ha sido relevante para los productores más chicos.
El año pasado llegó la invitación de Fabián a ser parte de la Directiva; me gustó la idea porque la parte gremial me gusta mucho y estamos aprendiendo cómo se maneja otro aspecto de la gremial, que es la parte de la Directiva. Está interesante, me gusta mucho y pese a estar a 80 kilómetros de la ciudad de Florida, lo estamos manejando y haciendo lo que a uno le gusta, porque esa es la forma en varios ámbitos de la vida, porque si hacemos lo que no nos gusta, somos desempleados toda la vida.