Salvo que se tenga una condición de salud que se vea especialmente agravada por el consumo de ciertos alimentos, es un disparate adherirse a las modas que pretenden retirarlos de nuestra dieta, sobre todo aquellos como la leche, fundamentales e irremplazables para nuestra conformación física y su mantenimiento, así como nuestro sistema inmune.

Puede ser razonable cambiar las aproximadamente 75 calorías de 3 cucharaditas de azúcar, por las 0 que nos ofrece un edulcorante, o las 105 calorías que tiene un vaso de bebida cola regular por las 0 de la misma bebida en su versión zero; pero si hablamos de leche, cuyos valores nutricionales y concretamente sus proteínas de alto valor biológico, es decir que contienen todos los aminoácidos que necesitamos y no produce nuestro organismo por sí sólo, y cuyos sustitutos JAMÁS podrán alcanzar, es poco menos que un disparate.

Un fundamento ideológico bien analizado y concienzudamente fundamentado que lleva a alguien a renunciar a la proteína animal, no es pasible de ser discutido, pero el argumento con base en lo saludable o ambientalmente amigable que nos insta a modificar nuestra dieta es como mínimo mentiroso e irresponsable.

El que cree que cuida el medio ambiente, está abandonando una adecuada y verdaderamente saludable nutrición en vano, y quien lo convenció de que lo hiciera, lo ha timado con éxito. Está descuidando su salud y la de los suyos a cambio de una conveniencia ficticia. Como ya hemos explicado varias veces, la cría de ganado no aporta significativamente al calentamiento global, porque el dichoso metano que sí afecta a este fenómeno climático es el proveniente de la quema del combustible fósil que se apila por miles de años en la atmósfera, en contraposición al metano emitido por los rumiantes que es parte de un ciclo biogénico que al cabo de pocos años se recicla en la fotosíntesis de los vegetales que los alimenta.

Y aunque se trabaja a diario para hacer más eficiente el uso de los recursos, como por ejemplo el agua, su uso en la ganadería tampoco representa un riesgo ni para la naturaleza ni para las personas a las que este tan preciado bien les es escaso. Porque el agua no se gasta. También es parte de un ciclo infinito de reutilización. Por darles otro ejemplo, la ganadería usa más de un 90% de agua de lluvia que no tiene un uso alternativo, no utiliza agua potable. Ni hablar si comparamos el agua que consume una vaca en el pasto con una almendra producida bajo riego. El uso de agua verde o de lluvia no contribuye a la escasez de agua en ninguna parte.

Qué decirles del maltrato animal como argumento para el abandono de los alimentos que nos han permitido un desarrollo cognitivo superior o estar gozando de la expectativa de vida más alta de toda la historia de la humanidad. La producción animal, así como prácticamente todas nuestras actividades económicas está estrictamente normada, en lo sanitario y en lo que respecta al bienestar de los animales. Es decir, que, por si no fuera suficiente saber que una vaca que no está feliz, cómoda, sana y bien alimentada no da leche de modo rentable, les cuento que existen leyes que obligan al productor a mantener su rodeo bajo condiciones de bienestar, y que además se dedica a trabajar con animales también por una afinidad con ellos que lo lleva a ser amable y compasivo, porque también es humano.

Salvo que se tenga una condición de salud que se vea especialmente agravada por el consumo de ciertos alimentos, es una tontería adherirse a las modas que pretenden retirarlos de nuestra dieta, sobre todo aquellos como la leche, fundamentales e irremplazables para nuestra conformación física y su mantenimiento, así como nuestro sistema inmune.

Es momento de que la moda sea alimentarse bien. Es momento de empezar a llamar a las cosas por su nombre y de poner en el mismo nivel lo saludable y lo real. La leche, la verdadera, es lo que sale de las mamas de las vacas, que crecen y viven felices en granjas amablemente atendidas, es deliciosa, es necesaria, es beneficiosa a más no poder y es respetuosa del medio ambiente. 

Consumir lácteos hace bien. Es momento de ser auténticos y genuinamente saludables: yo estoy en eso. Y vos ¿Ya tomaste tu vaso de leche hoy?

 

Valeria Guzmán Hamann

EDAIRYNEWS

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