En el tambo maragato El Chivo, con el sistema cama caliente, el rendimiento subió 20 a 25%; la inversión (US$ 100 mil) se paga en tres años con lo que aporta el incremento productivo.

Quienes dirigen la cabaña y tambo El Chivo analizaron, con mucha paciencia, experiencias en el exterior y en Uruguay antes de decidir instalar un sistema de cama caliente –en el que básicamente las vacas lecheras en ordeñe permanecen bajo techo–. Eso les permitió un rápido aumento en el volumen y en la calidad de la producción. Todo va tan bien que tienen planeado instalar otros techos, para pasar de 190 vacas a unas 1.000 manejadas bajo esas estructuras.

El Chivo, una empresa familiar dirigida por los hermanos Julio y Danilo Antognazza y los hijos del primero de ellos –Julio y Juan Pablo–, remite a Conaprole y su sistema productivo se desarrolla en campos del paraje Castellanos, en San José.

Julio Antognazza (h) explicó que hay registros que indican que en esa zona la familia Antognazza ya ordeñaba en 1914.

Hoy en esa empresa hay una coexistencia del sistema tradicional, con vacas que básicamente consumen pasto, y otro en el que a las vacas se les da el 100% de su alimento bajo un área techada.

En el campo, las vacas del lote de alta producción dan de 32 a 33 litros por día, pero cuando sucede un temporal o en el verano hay estrés calórico la producción merma, cuesta recuperarla (incluso a veces no se logra).

“El rendimiento productivo del lote de alta bajo techo versus el lote de alta en pastoreo fue 20 a 25% superior, prácticamente con la misma alimentación, el consumo de pasto se reemplazó por silo”, explicó el productor.

Israel, Paraguay y Uruguay

Antognazza recordó que fueron observando esa tecnología primero analizando experiencias en Israel, pero las características de esos sistemas hacían inviable trasladar todo tal cual al medio uruguayo, por los altos costos.

Luego, aprovechando el rol de Julio como jurado en exposiciones y como asesor de otros productores, se consideraron nuevas experiencias, por ejemplo las de Paraguay, en la colonia menonita Campo Nueve, donde casi todos los rodeos están bajo techo pero en edificaciones donde el hierro es protagonista y también eso conlleva costos inalcanzables.

Finalmente, una empresa salteña les ofreció construir la estructura con base en madera y nylon. “Primero hicimos techos para los terneros, eso funcionó muy bien, van cinco años con una durabilidad buena, con un alto impacto en la cría y recría por el mayor confort”, comentó.

A la vez, hubo productores que iniciaron experiencias con techos, en Colonia. “Vimos eso y habíamos visto ya los techos en Salto del productor Pablo Chapuy, quien estaba muy contento con el sistema y nos brindó muchas recomendaciones”, detalló.

La idea en El Chivo era iniciar la obra en 2020, pero una sequía limitó la disponibilidad de fibra para la comida y se postergó, iniciándose la obra en 2021 y el comienzo del nuevo manejo en mayo de ese año.

Una casa para las vacas

En la construcción se utilizaron las medidas universales. “No se hizo nada a la uruguaya, solo no pudimos cumplir lo del 30% de pendiente en las alas del techo, respetamos los 4 mts de altura en los laterales pero al tener que usar madera no llegamos a 13 mts de altura en el centro, llegamos a 10,5 mts y 25% de pendiente”, explicó.

Para el galpón de dos alas se utilizaron columnas de cerchas rellenas de hormigón, madera y nylon. Tiene 72 mts de largo por 56 de ancho. Hay un corredor central de 5,5 mts con piso de hormigón por dónde va el mixer y a cada lado hay muros bajos junto a los que se coloca la comida, sobre el piso, una estrategia que facilita la limpieza.

Las vacas se disponen a cada lado de ese eje central en veredas (de hormigón) de 3,70 mts, en un espacio para una vaca de frente al muro comiendo y lugar detrás para que pasen dos vacas, una en un sentido y otra en el otro.

Hacia esas veredas dan los bebederos, evitando consuman agua del lado de la cama y así la concentración de los animales sobre las camas.

En el área de camas, hay de 16 a 17 m2 por vaca a esta altura del año. En el verano pasado “las desafiamos, yendo a 12 m2 por vaca, sin que hubiese problemas”, dijo.

La cama es un compost, con la bosta y orina más un sustrato compuesto por cáscara de arroz y/o retornable fino –es como un aserrín grueso que viene desde la fábrica de UPM–.

“Cuando vemos que la cama se humedece más del nivel óptimo, agregamos sustrato. Además, cada día un tractor pasa dos veces al día con cincel y rotovador”, añadió, aprovechando el tiempo en el que las vacas van a la sala de ordeñe (que está muy cerca, al costado del techo).

Bajo este techo hay 190 vacas. Consumen cada día 33 kg de silo de maíz, 6 kg de silo de avena, 8 kg de grano húmedo de maíz, 4 kg de expeller de soja y 2 kg de canola, más sales minerales. “Todos los días se le ofrece eso y a veces consumen algo más, sobre todo en los días más fríos”, dijo.

El remanente de comida, un promedio del 7%, todos los días se barre, se carga al mixer y se lo utiliza en la dieta de otras categorías que se manejan en el establecimiento.

Crecer puertas adentro

El beneficio de este sistema es que permite que tamberos chicos y medianos crezcan puertas adentro, salvando el obstáculo que significa conseguir más tierras, que además de ser costosas deben estar próximas a las ya disponibles.

“No había otra que hacer un techo, teníamos completa la capacidad de vacas en ordeñe, de acuerdo a la plataforma en la sala de ordeñe”, explicó Antognazza.

Tener las vacas bajo el techo les permitió sumar un tercer ordeñe para esas vacas –el resto, las 300 que siguen en pastoreo se siguen ordeñando dos veces–.

“Nuestro proyecto es llegar a cuatro techos, uno igual a este y otros dos más grandes, para llegar al ordeñe de 1.000 vacas bajo este sistema”, complementó.

Las 190 que ya se ordeñan tres veces llegaron a 42 litros diarios en algunos momentos del año.

En el primer año cerrado la tasa de conversión fue 1,5 litros producidos por kilo de materia seca consumido, cuando la relación en el sistema pastoril es 1 a 1.

Esa mayor producción paga lo más bien el mayor gasto que implica dar el alimento en forma de silo comparado con el pasto que la vaca cosecha en el campo pastoreando.

A la vez, bajo techo hay una mejora sensible en los contenidos de sólidos en la leche, tanto en proteína como en grasa. “Es otra ventaja, además con una dieta estable se obtienen más y mejores sólidos constantemente”, dijo.

Antognazza, apoyado en la mención de los datos por su padre, contó que la inversión en este techo fue de unos US$ 100 mil, con un promedio de US$ 500 por vaca. Se tomó un crédito con el BROU a tres años. Con un aporte de 1,5 litros por vaca y por día se estima que el pago se hará sin problemas, intereses incluidos. Incluso hoy, con el nuevo precio de la leche, esos 1,5 litros bajan considerablemente.

“La llave para que todo vaya bien es tener controlada la cama, que no haya más humedad de lo ideal, eso permite que la vaca esté confortable y rinda más, lo hemos comprobado”, apunto.

Otra ventaja está en el factor sanitario, con tres ordeñes las células somáticas se mantienen bajas.

A la vez, la vaca bajo techo no anda pisoteando los campos y se incrementa de 25 a 30% el rendimiento en la producción de pasto.

“Esto cierra por todos lados, si se hace bien, camina”, enfatizó.

¿Es un sistema apropiado para todos?

Consultado sobre un aceleramiento en la adopción de este manejo en el área tambera nacional, Antognazza respondió: “Se adapta mejor a los de pequeña y mediana escala, a productores con mucha superficie, jugados a otro sistema, entrar a esto no les va a generar mucho impacto, y necesitarían jugarse a otro biotipo de vaca”.

“Sí es muy recomendable para vacas del biotipo como el nuestro, muy eficientes convirtiendo materia seca en producción, productores topeados para crecer puertas adentro, porque no necesitan más plataforma de pastoreo para crecer”, agregó.

“Esto es la llave para pasar a producir enseguida más litros puertas adentro”, afirmó.

“La industria debe poner más atención en estos sistemas, pueden ser de mucha ayuda para productores que quieran seguir creciendo. Con este sistema inmediatamente se ve el incremento de remisión, además es la única opción para que la industria vea aumentada la remisión a corto plazo, porque con la misma área y las mismas vacas habrá más leche, que es lo que todos buscamos”, concluyó.

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