La leche siempre estuvo presente en nuestras vidas, es un elemento crucial ya que todos la necesitamos para un buen funcionamiento somático. Y además es un elemento que nos conecta con todos, ya que todos pasamos por la etapa del lactante. La producción de leche es lo que nos define como mamíferos.
La clase Mammalia, a la que pertenecemos los humanos, se define por tener mamas. De acuerdo con el tipo de leche varía la concentración de lípidos, proteínas y lactosa que contiene. El bebé humano consume una leche con un 4,5 por ciento de grasas, un 1,1 por ciento de proteínas, un 6,8 por ciento de lactosa y un 87 por ciento de agua.
La lactosa, el azúcar de la leche, solo es digerible cuando en los intestinos se halla presente la lactasa, una enzima. Casi todos nacemos con lactasa; sin ella, el bebé no podría alimentarse del pecho de la madre.
No deja de resultar irónico que la intolerancia a la lactosa constituya una condición natural de todos los mamíferos adultos, y que seamos los humanos los únicos que seguimos consumiendo leche tras el destete. Las crías de los demás mamíferos maman solo hasta que pueden consumir otro alimento, momento en el que se les activa un gen que afecta a la capacidad de digerir la leche.
En los humanos, sin embargo, la ingesta de leche tiene una larga historia:
Su origen histórico se remonta al 4.000 a.c, que surgió una de las primeras civilizaciones del mundo: los Sumerios. Este pueblo desarrolló los sistemas agrarios y ganaderos. Fue la primera vez que se tienen registros del consumo de leche.
Los griegos tampoco quedan atrás en la cultura láctea, ya que en “La Odisea de Homero” se lee: “Ellas quedaron huérfanas en el palacio, pero la divina Afrodita las alimentó con queso y dulce miel y con delicioso vino”.
Además los lácteos estaban envueltos por connotación divina, siendo así que Hipócrates utilizara la leche como antídoto contra el envenenamiento.
En la historia también rondan un montón de leyendas, como por ejemplo la de Rómulo y Remo, amamantados por una loba. Según dice la tradición romana, ésta les acogió como su madre adoptiva tras su abandono, hasta que fueron de nuevo adoptados por un pastor que los crió junto a su mujer.
Ya en la Edad Media, los monjes eran los encargados de la producción de quesos. En el siglo XV, en Suiza, comienza a surgir importantes mercados, siendo, los primeros en desarrollar la industria lechera en Europa.
La leche cruda es un producto fácilmente alterable a temperatura ambiente, de ahí que el consumo fuese tan reducido en la edad Media, prefiriendo el consumo de queso (un alimento menos perecedero).
Como vimos la leche, ha pasado por un montón de procesos y etapas. Siempre ha sido parte de nuestra historia, y lo seguirá siendo.
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