Incendios forestales imponentes y destructivos. Es a lo que el cambio climático está abocando al mundo entero y lo que se ha visto en los últimos días en Zamora, Cataluña, Navarra, País Vasco o Aragón. Un incendio afecta a todo lo que le rodea: la biodiversidad, la tierra agrícola, la salud humana e, incluso, a las vacas. Y es que los compuestos tóxicos que contaminan el aire durante los incendios forestales son capaces de alterar la producción lechera de estos rumiantes, que al inhalar su humo ven menguada su producción lechera un 30%.
Así lo han constatado un grupo de investigadores de la Universidad de Idaho (Estados Unidos), en un estudio publicado en el Journal of Dairy Science, en el que han tratado de arrojar luz sobre los efectos colaterales de estos grandes incendios más allá de los ya conocidos.
“El humo de los incendios forestales genera una exposición mucho mayor a compuestos dañinos que los que se encuentran en la contaminación de las ciudades”, explica la investigadora principal Amy L. Skibiel.
Esos grandes cúmulos grises que surgen de la combustión de los bosques contienen las partículas más diminutas que se conocen, las pm2,5 que toman el nombre de su tamaño, menor a 2,5 micras. Tienen una rápida capacidad para acceder a los bronquiolos e instalarse en los pulmones. Esto ya se conocía, pues un estudio publicado en la revista Nature Communications, corroboró que los incendios forestales tienen “mayor potencial para causar inflamación y estrés oxidativo en el pulmón” que la polución ocasionada por las emisiones urbanas. “Las partículas finas se pueden respirar profundamente hasta los huecos alveolares de los pulmones, donde pueden inducir inflamación, impedir la función pulmonar y ser absorbidos en la circulación”, explica Skibiel. Pero hasta ahora nadie había intentado medir qué ocurría con el ganado. Entre julio y diciembre de 2020, la costa este de estados unidos vivió uno de los episodios más dramáticos de su historia. La sequía y las altas temperaturas provocaron la aparición de incendios casi simultáneos en varios estados (California, Oregón y Washington) que calcinaron 2,6 millones de hectáreas de tierra, arrasaron miles de edificios y mataron al menos a 40 personas. Cerca de allí, en el estado de Idaho se encontraban un grupo de vacas holstein pastando ajenas a lo que ocurría a tan solo unos kilómetros. Menos leche en las vacas durante una semana
Pese a estar alejadas de los amenazantes fuegos, las vacas se expusieron a un aire de mala calidad, afectado por el intenso humo que llegaba desde otros estados. Las vacas se expusieron a las diminutas pero tóxicas partículas de los incendios forestales durante siete días consecutivos a mediados de septiembre, con niveles entre 10 y 23 veces superiores a las recomendaciones de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. En el transcurso de esa semana las vacas dieron menos leche. Una circunstancia que se prolongó siete días después de la exposición. Los investigadores concluyeron que dichos cambios metabólicos se produjeron como consecuencia de una atmósfera enrarecida por una mayor temperatura, más humedad y la presencia de dichas sustancias tóxicas. Este cóctel perfecto de circunstancias sobrevenidas provocó una alteración en el comportamiento de las proteínas y las grasas de las vacas así como de sus escudo inmunitario. El estrés pudo haber sido el factor principal que derivara en este trastorno del organismo vacuno; sin embargo, el equipo de investigación admite que se requiere más investigación para comprender las causas y las consecuencias del desequilibrio electrolítico por la exposición a partículas finas. Estos cambios metabólicos generaron que las vacas produjeran un 30% menos de leche. Además del propio bienestar animal, los hallazgos realizados por este grupo de investigación ponen de relieve los importantes problemas que puede afrontar el sector ganadero si no se toman medidas para paliar el efecto de los incendios. ……Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimatica@prensaiberica.es