Restringir la cría de ganado nos ocasiona un montón de perjuicios y ninguna solución medioambiental. No es por ahí. Repetimos casi como un mantra que el metano que emite el ganado no es el que calienta el planeta, sino que es parte de un ciclo biogénico, que se recicla en la fotosíntesis. Las mismas vacas que nos proporcionan leche, alimento tan fundamental para nuestra salud, nuestro desarrollo cognitivo y nuestra cultura alimenticia, son las mismas capaces de librarnos de la dependencia del combustible fósil que sí es responsable del aceleramiento del cambio climático.
Con una crisis energética relacionada con el petróleo que llegaba de Rusia, las primeras plantas de biogás empezaron a aparecer en Alemania en el año 2002, marcando tendencia en la generación de energía a través del tratamiento de los efluentes.
El estudio de la digestión anaeróbica surge de la ingeniería sanitaria, como un proceso de los tantos que existen para el tratamiento de efluentes, para el saneamiento sobre todo de las aguas residuales. Cuando se vio que este tratamiento generaba un volumen importante de energía y sobre todo en los últimos años en que se hace hincapié en la necesidad de ir reduciendo las fuentes fósiles de combustible, empezó a proliferar el uso de esta tecnología para generar bioenergía.
¿Cuál es el alcance tecnológico del biogás? Con un poder calorífico de 5500 kcal por m3, el metano puede reemplazar al combustible fósil. La tecnología alemana se extendió a los países nórdicos, llegó a Brasil, está presente también en Canadá y en Estados Unidos.
Al gestionar un establecimiento con un proceso intensivo de crianza de ganado, los efluentes, dejan de ser desechos para convertirse en un subproducto: la materia prima del gas natural bio, o biometano. La producción de biogás tiene un triple impacto positivo, al tiempo que aporta a la salud ambiental, en ese entorno saludable le permite a las personas el uso de una tecnología que además les da una rentabilidad económica en la generación de energía.
El biogás es una mezcla de gases, producto del proceso de fermentación anaeróbica de residuos orgánicos, que para el caso son recursos, de la que el 60% es combustible. Al descomponerse estos recursos, en condiciones precisas, como la ausencia de oxígeno y la acción de determinadas bacterias metanogénicas que actúan en su fermentación, podemos producir biogás. Este biogás contiene un 60% de metano, 30% de anhídrido carbónico y trazas de otros gases como ácido sulfhídrico, nitrógeno, vapor de agua y restos de oxígeno. El gas metano, es el upgrading del biogás.
El metano es uno de los principales gases de efecto invernadero, por lo que es importante reducir sus emisiones, o aprovecharlas. En ese esquema circular, al generar gas metano a partir de una fuente renovable, biológica o natural y quemarlo, se balancea el carbono, principal GEI. Se estaría reduciendo 20 veces el efecto que ese gas generaría en la atmósfera, por lo que es además una gran herramienta para mitigar los efectos del cambio climático, a la vez que reemplaza fuentes fósiles de generación de energía como el gas natural.
La tecnología de digestión anaeróbica puede aprovecharse para el saneamiento de los establecimientos agroindustriales como las granjas lecheras, utilizándose la energía producida para generar electricidad, calor o frío permitiéndoles autoabastecer sus consumos internos y generando ahorros sustanciales. Las complicaciones de contaminación aparejadas a los efluentes del tambo son finalmente una oportunidad económica.
Todo depende del manejo que se tenga del efluente, cómo se ha recolectado y su calidad, pero por cada kg de estiércol fresco de una vaca lechera, se obtiene un rendimiento de hasta 40 litros de biogás. En un sistema pastoril, entre el corral de espera y la sala de ordeño se pueden obtener hasta 3 kg de estiércol fresco de cada animal.
Existen muchas experiencias positivas sobre el uso de biodigestores en tambos de gran escala, y menos experiencia a escalas más reducidas. El mercado ofrece gran variedad de biodigestores en cuanto a diseño, materiales, precio, capacidad, eficiencias de producción de energía, facilidad de mantenimiento, etc., hay que encontrar el que mejor se adapte a cada planteo en términos técnicos y también económicos.
La multiplicidad de beneficios diferencia a los biodigestores de otras tecnologías de energías renovables, que solo producen energía, y de otros procesos de tratamiento de residuos orgánicos, que únicamente producen fertilizante para el reciclaje de nutrientes.
El manejo actual de los residuos representa una debilidad para el sistema de producción de leche. Muy pocos productores realizan una correcta gestión y manejo de efluentes, muchos los depositan en lagunas sin impermeabilizar y, en general, hay desconocimiento de la cantidad y calidad del efluente generado.
Los cambios en favor del cuidado ambiental son una tendencia porque a medida que avanzan la ciencia y la tecnología vamos aprendiendo a mejorar en todos los aspectos, sin dejar de lado el rendimiento productivo. Y aunque el político se incomode cuando hablo de “talibanes” del cambio climático, es importante destacar y llamar la atención sobre que no nos van a “salvar” ni a nosotros ni al planeta, ni diezmando al ganado, ni asfixiando al productor con más impuestos que finalmente no hacen más que quitarle las posibilidades de invertir en nuevas tecnologías.
No existe más sustentabilidad que la del campo produciendo nuestros alimentos. Y aunque trabaja incansable por proteger la naturaleza que usufructúa, porque es su medio de vida y además su hogar, es acusado por el activismo ignorante, al que la política ciega responde sin preguntar a la ciencia ni observar la realidad.
Consumir lácteos hace bien, y producirlos es una noble tarea llena de amor, de trabajo, de cuidado a la naturaleza y atención al bienestar animal, capaz de brindarnos no sólo alimentos, sino también energía. Apoyemos la lechería desde todos los sectores de la sociedad.
Vos ¿Ya tomaste tu vaso de leche hoy?
Valeria Guzmán Hamann
EDAIRYNEWS