Ante esta situación, el ganadero cántabro Luis Peña lo tiene claro: “Hay que sacrificar vacas para pagar facturas”.
A esa ecuación que plantea Peña hay que añadir los elevados costes de producción que están soportando los ganaderos de leche y que no se han visto del todo compensados por la subida del precio en origen de este alimento.
Con esta situación, no es de extrañar que otros ganaderos, al igual que Peña, confirmen a Efeagro que han subido el baremo de productividad (litros de leche/día) por debajo del cual la vaca no renta y la envían al matadero.
Peña ha quitado 20 reses lecheras en el último año (ahora tiene 60) y está a la espera de enviar al matadero otras cinco porque para que le sea rentable tiene que dar como mínimo “32-33 litros al día”.
Asegura que sigue al frente de la explotación porque los ganaderos “somos gente muy sufrida” pero ya avanza que dejará la producción de leche “en cinco años” y se quedará con 40 vacas de carne.
En su caso tenía relevo generacional dispuesto a hacerse con las riendas de la ganadería de leche (una de sus hijas) pero le “he dicho que no se le ocurra porque aquí no hay rentabilidad”.
Eugenio de la Morena cuenta con una ganadería de leche de 150 vacas en producción en Colmenar Viejo (Madrid) y cada 15 días hace un repaso para ver qué cabezas producen menos de 30 litros al día para llevarlas al matadero, salvo que estén preñadas.
El motivo, como para el resto, es que “se está pagando bastante bien la carne” y no quiere correr riesgos porque cuatro familias viven de su explotación.
Cree que todo esto llevará a que “en septiembre no haya leche ni para café” salvo que la situación cambie y producirla salga rentable.
Pide que se cumpla la recién reformada Ley de la Cadena Alimentaria y la normativa comunitaria al respecto porque “en España sale gratis incumplirla”.
La situación en el norte de Córdoba
Miguel García tiene vacas de leche en Añora (Córdoba) y si antes enviaba las reses para el sacrificio cuando bajaban de los 20 litros de leche al día, ahora lo hace cuando bajan de los 24-25 litros leche/día, según cuenta.
“Los ganaderos están quitando más vacas porque sacas un dinero y te entra el gusanillo de venderla para no arriesgar produciendo leche”, indica.
García cuenta con el “paraguas” que le ofrece pertenecer a una cooperativa grande porque ha intentado acompasar el encarecimiento de sus piensos con una subida del precio que le paga al productor por la leche.
Hubo unos primeros meses de mayor dificultad, posteriormente ha conseguido recuperar márgenes de rentabilidad pero, a pesar de ello, también tiene que enviar más ganado al matadero.
No obstante, estos costes pueden volver a subir si la situación de sequía se prolonga, advierte.
Por el momento, García sigue teniendo agua gracias a una fuente que tiene en la granja y con el enganche a la red, al vivir cerca del pueblo, pero avisa de que ya hay otros productores de la zona comprándola y es un insumo relevante dada la elevada necesidad de agua que tienen las vacas.
Rafael Velarde, por su parte, acaba de dar un giro a la vida de lechero que llevaba en el valle de Soba (Cantabria) porque justo ahora (el 30 de agosto pasado) quitó las últimas cuatro vacas que tenía en ordeño y ha acabado con esta producción a sus 56 años.
Es un sector que está “mal” porque “no se cubren los costes de producción”, algo “endémico” ahora “agravado por la especulación con el precio de los cereales y por la guerra en Ucrania”.
Este ejemplo de Velarde es la consecuencia última de empezar a retirar vacas productoras de leche hasta llegar al punto de tomar la decisión de cerrar la explotación ya sea por falta de rentabilidad, por jubilación sin relevo generacional o cualquier otra causa.
En España, han cerrado algo más de 700 granjas en el último año, dos de media cada día, y son instalaciones que ya no tendrán la oportunidad de volver a subir la producción en caso de venir tiempos mejores, dejando otro hueco más en la cadena del sector lácteo.